Siempre tan callada, siempre tan observadora, inteligente, responsable, con encanto, belleza, madurez, diligencia y todo lo que abarca ser una ejemplar dama. Después de todo al ser heredera de una transnacional, debía de cumplir alguno de estos puntos, ¿no es así?
Mi familia y socios de ella, estábamos en el velorio de mi, desde hace unos instantes, difunto padre. Todos no paraban de recordar sus buenas obras y auxilios que recibieron de el, se abrazaban, lagrimeaban un poco y permanecían en silencio reflexionando. La única diferencia era yo; amaba tanto a mi padre y había durado todo el rato sentada en el ultimo asiento del salón, en silencio, observando alrededor.
Seriamente no lo podía creer, mi padre a quien siempre obedecí, ame y trate de dar lo mejor de mi para que no obtuviera un dolor de cabeza con la razón de mis malas acciones e imprudencias, incluso intente hasta el final ser independiente y madura, repentinamente había fallecido por un tumor no detectado a tiempo.
--So Ra-yah.-- Sentí una presencia sentarse a un lado y tocar uno de mis brazos. Al instante salí de mi burbuja y observe expectante a la persona que me hablaba. --Omonim, ¿requiere de mi ayuda?-- Mi madre sonrió haciendo notar sus ojos color carmín cristalizados. --Mi niña, es nuestro turno de ver por ultima vez a tu padre. En unos minutos partiremos en la carroza rumbo al panteón.-- Solo asentí y seguí a mi madre hasta donde estaba el féretro, ganando unas lastimosas miradas de parte de los invitados.
Cuando llegamos hasta el cuerpo de mi padre, todo el momento trate de retener mis lagrimas y no observarlo, en cambio mi apreciada madre había llorado amargamente e inclinado sobre el féretro, desde que arribamos.
Apretaba mis puños y una lagrima rebelde escurrió por una de mis mejillas, me estaba tragando todo el dolor y al parecer en cualquier momento, este me ganaría manifestándose.
Pasaron unos minutos mas, cuando sentí un toque insistente en mi hombro, voltee mi cabeza para ser consciente de dónde provenía, y me encontré con un hombre trajeado sosteniendo un folio y un maletín. Lo mire interrogante tratando de recobrar la compostura y este después de darme una sonrisa, empezó a hablar. --Disculpe mi atrevimiento, ¿Es usted la señorita Kang So Ra?-- Le di toda mi atención. --Se que es sumamente imprudente el momento en que le pido esto, pero agradecería que por favor leyera este contrato que firmó sus padre antes de morir, con nuestra empresa. Debo decirle que usted está involucrada y pensamos que su padre quería lo mejor para toda su familia.--
El hombre me entrego cordialmente el folio que antes sostenía, y en cuanto leí el encabezado y primeras líneas del acuerdo, finalmente pude darle la cara a mi padre y madre que aun sollozaba; me acerque demasiado al féretro y lo observe como si estuviera loca y en trance. Note su negro y eternamente elegante vestir, sus cabellos plateados, sus ojos cerrados como si estuviera durmiendo y sus manos sostenidas entre si, además observe con detalle las flores que lo rodeaban, todas eran blancas y de colores claros.
Fue la primera vez en la corta vida con que contaba, que me salía de mis cabales. -- Abuji... Abuji... ¿Que es esto? ¿Por qué? ¿Cómo en el mundo se atrevió a...? No puede ser, no lo creo.-- Desvíe mi vista un segundo y la volví a posicionar sobre mi padre, ahora con mas fuerza. --¡¿Que es esto abuji?! ¡¿Cómo se atrevió a firmar ese trato?! ¡¿Usted realmente me quiso en este vida?! ¡Siempre estaba enfrascado en su escudo de trabajo! ¿Y yo? ¿Que hay de mi? ¡Lo admiraba tanto que quería ser como usted! ¡Hice de todo para que estuviera orgulloso y no se preocupara!-- Suspire y recobre el aliento. --¿Al final esto es lo que obtengo? ¡No entiendo nada! ¡¿Por qué nunca me menciono este asunto?! ¡Se ha atrevido a a venderme a otra compañía!-- Lance y arrugué el folio que me habían dado y caí de rodillas en la fina alfombra del salón. No pude mas, comencé a llorar a voz fuerte y a reclamarle miles de veces a mi padre.
