Capitulo 33

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Una hora más tarde, Sandy lo encontró derrumbado sobre el escritorio, completamente bebido.

-Pobre hermano... -murmuró la joven chasqueando la lengua-. Eres incapaz de hacer la menor concesión, ¿no es cierto?

-Me ha dejado... -farfulló Justin.

-No, tú la dejaste marchar a ella -corrigió Sandy-. ______ está enamorada de ti.

-No -replicó él obstinadamente-. Nunca me ha amado, es demasiado joven para saber lo que es el amor.

-El amor no tiene edad, Justin -le dijo su hermana-. Todos estos años te ha querido, pero tú no has hecho más que apartarla de ti. Tú eres lo único que ella quiere en el mundo, aun con tu mal carácter.

-¡Oh, Dios, no, no...!, ¡soy demasiado mayor para ella! ¡Demasiado mayor para ser su marido, demasiado mayor para ser padre...! Se cansaría de mí, ¿es que no lo ves? Con los años querría a alguien más joven a su lado, y entonces me partiría el corazón si me abandonara...

Sandy frunció el ceño y se quedó de piedra, mirándolo con incredulidad. ¡Estaba admitiendo que estaba enamorado de ella!

-Justin... -lo llamó suavemente.

Él se había llevado las manos a la cabeza y estaba balanceándose en el asiento, adelante y atrás, mientras murmuraba:

-No he querido a nadie más... a nadie más... desde la primera vez que la vi... La deseo tanto... la quiero más que a mi vida...

Exhaló un profundo suspiro y volvió a derrumbarse sobre la mesa.

Sandy meneó la cabeza tristemente. Era tan absurdo que dos personas que se amaban de aquel modo no pudieran estar juntas...

Haciendo que se apoyara en ella lo llevó al sofá, y lo hizo echarse allí, cubriéndolo con una manta que había en el armario. Después apagó la luz y salió, cerrando la puerta tras de sí.

A la mañana siguiente, para sorpresa de Sandy, sin embargo, Justin apareció a la hora de desayunar afeitado, duchado, y con una expresión muy tranquila, como si no hubiera pasado nada la noche anterior. Cuando ocupó su asiento en la mesa miró a su hermana con cierta altivez, como desafiándola a decir algo. Pero Sandy estaba demasiado contrariada como para atreverse.

-Em... hoy tengo que ir a Victoria por un asunto de trabajo -le dijo a su hermano-. A lo mejor paso la noche allí para ver a ______ si acabo muy tarde.

-Estupendo.

Sandy se quedó mirándolo.

-¿Quieres que le diga algo de tu parte?

Justin estaba untándose una tostada y no la miró.

-No.

Sandy meneó la cabeza incrédula y se sirvió otra taza de café.

-Has desperdiciado varios años de tu vida siendo noble -le dijo-, y aun así te niegas a cambiar de actitud... Puede que ______ vuelva a casarse, pero es a ti a quien ama. ¿Permitirás que se case otra vez con alguien a cuyo lado no podrá ser feliz?

Justin no reaccionó en absoluto.

-Es su vida. Tiene derecho a cometer sus propios errores.

-Enamorarse de ti es el mayor error que cometió jamás -farfulló Sandy con dureza, dejando la taza sobre la mesa-. Nunca ha dejado de amarte, pero tú no has hecho más que herirla y ser cruel con ella -se levantó de la mesa, mirándolo irritada- Ojala nunca me hubiera hecho amiga de ella. Así tal vez le habría ahorrado todos sus sufrimientos.

Los ojos claros de Justin se elevaron amenazadores hacia los suyos.

-No tienes derecho a entrometerte en mi vida, Sandy, ni en la de ______.

-No me estoy entrometiendo -replicó ella-. No pienso volver a intentar hacer de Cupido, te doy mi palabra, pero a cambio espero que consideres al menos mantenerte alejado de ella para que pueda vivir en paz lo que le quede de vida.

Justin bajó la vista al plato.

-Eso es lo que he pretendido siempre -murmuró.

Sandy vaciló, sintiéndose mal, pero no había nada más que pudiera hacer. Había tratado de hacerle ver que estaba siendo un cabezota, pero él simplemente se negaba a dejarse ayudar.

A Hidden History (justin y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora