Por primera vez en mucho tiempo pude dormir. No tuve pesadilla alguna, algo demasiado raro, supongo que se debe a el dueño de esos hermosos ojos azules. Hoy hablare con el. Necesito que me diga que le hicieron en el Capitolio pero se que yo también le debo de aclarar algunas cosas. Tengo que decirle porque de pronto me porte tan accesible o dulce incluso con el. Esa no soy yo. Pero algo tiene Peeta que siempre saca lo mejor de mi. Que cosa tan rara. Normalmente se dice que algunas personas sacan lo peor de otras. Pero con el es diferente. Siempre es diferente con el. Con el no tengo miedo de mostrarme tal cual soy. Es a la única persona a la que le puedo decir como me siento y no tener miedo de que me critique; ya que él y yo hemos pasado por situaciones iguales. Se que siempre estará ahí para mi, jamás me juzgaría en cambio me escucharía, me abrazaría y me daría trillones de consejos. Pero todo se resolvería con un abrazo suyo. Dejo de pensar y me dirijo a la reunión. Nos veremos con Haymitch, Coin, Gale, Finnick, Johanna, Annie y los doctores que atienden a Peeta y a los últimos dos.
Mientras llego a la sala de comando, que es donde va a ser nuestra reunión, tomo una decisión. Porque aunque una parte de mi no lo quiera admitir en el fondo se muy bien lo que siento por Peeta.
Cuando llego solo están Johanna, Annie, Haymitch y Peeta.
-Hola. ¿Tienen mucho tiempo aquí?-preguntó tratando de evitar la intensa mirada que me dirige Peeta.
-No demasiado, como diez minutos.- me dice Annie con un tono calmado.
-Los cuales se nos han hecho una eternidad.-dice Johanna.
-Cierto.-concuerda Haymitch.
Peeta solo me mira.
Yo trato de no mirarlo. Ya que si lo miro no me haré responsable de mis acciones.
No se que hacer así que solo me pongo a caminar. Reconocer mis sentimientos por Peeta me inquieto demasiado. Pasan como dos minutos cuando de repente siento una mano que me sostiene del brazo firmemente. Se quien es. Conozco esas manos. Es Peeta.
-¿Qué haces?- le pregunto tratando de evitar su mirada.
-¿Estas bien? Parece que algo te preocupa-pregunta el.
-No es nada- digo simplemente tratando de quitarle importancia a el asunto.
-Katniss... Eso no es cierto dime ¿Te pasa algo?
-Es que....
-Es que ¿Qué Katniss?
Miro a los demás. Todos fingen hacer algo pero se que están atentos a nuestra conversación.
Suspiro pesadamente y se lo digo.
-Resulta que me di cuenta de algo. Me di cuenta de que hay una persona que necesito más de lo que quisiera admitirlo. Resulta que sentía esto por esta persona desde hace tiempo pero no lo quería admitir. Resulta que si estoy con esta persona lo demás me vale. Resulta que si no estoy con esta persona toda mi vida será una porqueria. Resulta que esta persona es mi salvavidas. Es mi todo. Y lo necesito más que nada.
Ahora toda la sala esta en silencio. Peeta sigue sosteniendo mi brazo. Sigo tratando de evitar sus ojos pero es casi imposible.
-Katniss...
Me muerdo el labio. Maldita sea quiero besarlo.
-Katniss, mírame.-me sostiene de la cara y hace que me voltee.-¿De quién estás hablando?
Y justo cuando veo su rostro. Cuando veo esos perfectos ojos azules viéndome fijamente pierdo el poco control que tenía, lo sujeto de la cara y poso sus labios en los míos. Lo beso con desesperación. El me responde inmediatamente. Maldita sea. Besa demasiado bien.
Se que tenemos audiencia pero eso es lo que menos me importa ahora. Peeta me sujeta fuertemente de la cintura y yo empiezo a pasar mis manos por su perfecto cabello. Poco a poco nuestras lenguas se abren paso en la boca del otro. No me importa que en este momento estemos en una guerra, si estoy con el todo es maravilloso. El me hace sentir tantas cosas. Me hace sentir querida. Amada.
Pasa el tiempo y nosotros seguimos besándonos. Podrían pasar 100 o 1000 años pero cuando hablamos de Peeta jamás tendré demasiado. Ese cosquilleo se vuelve a acentuar en mi estomago. Conforme el beso va bajando de intensidad nos vamos separando un poco.
-Hablo de ti. ¿De quién más?-digo sonriendo.
Peeta sonríe también. Jamás tendré demasiadas sonrisas de su parte. Todo el el es perfecto. Sus ojos, su nariz, su frente, cu cabello, sus pestañas, sus labios, sus manos. Me sonrojo violentamente al recordar lo que sus manos y labios estaban haciendo hace poco.
-Me encanta cuando te sonrojas.-me dice el mirándome dulcemente.
Eso solo hace que me sonroje más. No nos separamos nos quedamos así. Juntos. Sin querer que nadie ni nada nos separe.
-Ya, esta bien tortolitos. Hagan eso en una habitación.- dice Johanna con una sonrisa irónica.
Antes de que pueda responder llegan las personas que faltaban y Peeta solo me toma la mano firmemente evitando que me separe de el pero en este momento es lo ultimo que quiero hacer.
-Ya era hora.-dice Johanna. Annie le da un codazo e inmediatamente se dirige a abrazar a Finnick.
Gale solo pasa su mirada entre Peeta y yo para finalizar entre nuestras entrelazadas manos. Instintivamente me acerco más a Peeta.
-Tomen asiento, por favor.-pide Coin.
Peeta y yo nos sentamos a lado de Annie y Finnick, Johanna esta a su izquierda.A mi derecha Haymitch y enfrente de mi esta Gale.
-Bueno, como saben los reunimos aquí para que nos cuenten que sucedió mientras estaban en el Capitolio.-dice Coin pasando la mirada entre Johanna, Annie y Peeta.-Peeta ¿Quisieras empezar?-el se tensa a mi lado pero asiente.
-Al principio Snow me pidió que le ayudara a detener la guerra. Me dijo que si no hacia lo que el me dijera tu pagarías el precio, de una manera u otra. Varias veces me amenazo con lastimar a Johanna o a Annie. Por eso dije todo eso en las entrevistas. Un día yo estaba en mi celda y unos doctores me sacaron sin darme ninguna explicación. Después me condujeron a un laboratorio. Me acostaron en una camilla. Y me inyectaron un liquido, el cual me dijeron ayer que era veneno de rastreavispula, después me sacaron de ahí y me regresaron a mi celda. Los siguientes días fue lo mismo. El tercer día después de inyectarme el veneno me pusieron frente a un televisor. Eran vídeos de Katniss. Ellos trataban de convencerme de que ella había matado a toda mi familia,que era un monstruo y que me quería asesinar. Por un momento lo empece a creer.-cuando Peeta termina de decir eso se queda callado. Y yo solo me tenso. Ellos querían que Peeta me odiara, que me detestara. Imaginar eso es una tortura para mi.-Ellos querían que me mataras-digo en un susurro.-Exacto. Pero no lo lograron porque siempre me convencía a mi mismo de que eso no era real. Cada noche me acordaba de ti. De lo que vivimos. De todas las noches que dormíamos juntos. Y eso me hacia imposible odiarte.-me dice viéndome a los ojos. En este momento quiero besarlo pero tenemos más público que el que quisiera así que me limito a presionarle la mano. Mis ojos están llorosos y me muerdo el labio fuertemente ya que no quiero llorar. Si estuviéramos solos me arrojaría a sus brazos sin dudarlo pero de nuevo maldigo el hecho de que haya gente aquí.-Pero esa no fue mi única tortura. Siempre me preguntaban si sabia algo de la revolución. Al principio fueron solamente preguntas pero después de un tiempo al no darles las respuestas que ellos esperaban me golpeaban, me electrocutaban hasta perder la conciencia.-en este momento no puedo contener las lágrimas. Caen silenciosamente por mis mejillas y aprieto una vez mas la mano de Peeta en señal de apoyo. El continua.-Una vez me llevaron a un cuarto y ahí estaban torturando a dos avox, un hombre y una mujer, les estaban haciendo preguntas y por obvias razones ellos no podían responder solo hacían ruidos con la boca. Los electrocutaban. El hombre tuvo suerte ya que la intensidad fue muy fuerte y murió a el poco tiempo, pero ella no tuvo tanta suerte paso demasiado tiempo hasta que murió. Después de eso me regresaron a la celda. No fueron a las únicas personas a las que vi que torturaran. Demasiadas personas que me miraban esperando que hiciera algo, que las ayudara y jamás podía hacer nada. Si hacia o decía algo los torturaban más. -cuando dice eso se le rompe la voz y las lagrimas arman su camino en su cara. Esta vez no me importa cuando gente hay, lo abrazo y dejo que llore. Llora silenciosamente. Peeta. Mi Peeta. Sufrió tanto. Los doctores no paran de intercambiar opiniones y de hacer anotaciones sin parar. En ese momento decido, que en lo que a mi respecta, no voy a hacer sufrir a Peeta. Estaré ahí para el. Siempre.
-Johanna. Tu turno.-dice Coin con un tono malditamente pasivo.
-Seré breve. A mi me torturaban con agua. Me metían en una sala que parecía una pecera gigante. Cuando estaba adentro de ella me empezaban a electrocutar. Eso es todo. Diario hacían eso. Hubo una vez en la que a Peeta y a mi nos sacaron de las celdas y nos llevaron a una habitación completamente blanca. De repente empezamos a oír gritos. Personas pedían nuestra ayuda. Se escuchaban las voces de Katniss, de los padres de Peeta según me contó, de Finnick, incluso de desconocidos que nos rogaban que los ayudáramos. De repente piedras empezaron a caer del techo, nos golpeaban en todo el cuerpo y así estuvimos durante una eternidad hasta que una piedra gigante nos golpeó en la cabeza y quedamos inconscientes. Cuando despertamos estábamos en las celdas.-Johanna termina y los doctores siguen haciendo anotaciones sin parar.
Peeta ya paro de llorar pero no me ha soltado ni un instante. Cuando Johanna estaba hablando Peeta no paraba de temblar.
-Perdón pero tengo que preguntar. ¿Por qué Annie no tiene ninguna cicatriz o algo parecido?-pregunta Finnick. Y ahora me doy cuenta. Es cierto Annie no tiene ninguna cicatriz.
-Eso es porque cada vez que querían torturan a Annie; Johanna y yo nos ofrecíamos para que no le hicieran nada.-dice Peeta sonriendo hacia Annie. Ella le devuelve una gran sonrisa de agradecimiento.
-Gracias. Peeta. Johanna. Jamás les podré pagar lo que hicieron por ella, lo que hicieron por mi.-dice Finnick mirándolos alternadamente.
-No te preocupes-dice Johanna.
-No es nada.- dice Peeta.
-Bueno, ha sido demasiado por hoy. Yo creo que nos deberíamos de retirar.-dice Haymitch. Hablando por primera vez en todo este tiempo.
-Estoy de acuerdo-dice Coin.-Todos ustedes tienen el día libre.-y sin mas se retira con los doctores. Haymitch sale seguido de Gale.
-Bueno, yo me iré a dormir. Nos vemos pares de tórtolos.-dice Johanna y sin decir ni hacer mas se retira.
-Bueno nosotros nos retiramos. Gracias Peeta.-dice Finnick.
-Por nada
-Nos vemos.-dice Annie y los dos salen rápidamente.
Sin dudarlo beso a Peeta. Lo beso con cariño. Con dulzura. Cuando nos separamos nos vemos a los ojos. Y se me ocurre una idea.
-¿Quieres ir a descansar?-le pregunto.
-Si. Esta bien. ¿En mi habitación o en la tuya?
-En la tuya. Estoy segura de que Finnick estará con Annie.
-Tienes razón. Vamos.
Me agarra de las manos y nos dirigimos a su habitación. Llegamos y sorprendentemente esta muy cerca de la mía. Como dije Finnick no esta aquí así que nos recostamos como solíamos hacerlo en el tren. Y en ese momento se que este es mi lugar preferido en el mundo. Sus brazos.
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¿Y si algo fuera diferente?
Fanfiction¿Y si los recuerdos de Peeta no fueron alterados? ¿Y si Snow no logro que Peeta odiara a Katniss? ¿Y si Katniss por fin reconoce lo que siente por Peeta?