Reencuentro

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"-Han vuelto. Nos reclaman en el hospital.-dice; abro la boca para hacerle un aluvión de preguntas, pero el me corta con un-: es lo único que se.
Aunque quiero salir corriendo, Finnick esta muy raro, como si no pudiera moverse, así que le doy la mano y lo conduzco como si fuera un niño pequeño. Atravesamos Defensa Especial, subimos al ascensor que va para allá y para acá, y llegamos al ala del hospital. Es el caos, hay médicos gritando ordenes y heridos que trasladan en camilla por los pasillos.
Nos pasa de largo una camilla en la que llevan a una joven inconsciente con la cabeza afeitada; tiene moretones y costras supurantes : Johanna Mason, la que si conocía secretos de los rebeldes, al menos el mío. Y así es como lo ha pagado.
A través de una puerta veo de reojo a Gale, desnudo hasta la cintura y sudando a chorros mientras un médico le saca algo del omoplato con unas pinzas muy largas. Herido, pero vivo. Lo llamo y empiezo a caminar hacia el hasta que una enfermera me empuja y me grita que me largue.
-¡Finnick!
Y, de repente, es como si no existiera nadie mas en el mundo que estas dos personas que atraviesan el espacio para encontrarse. Chocan, se abrazan, pierden el equilibrio, se dan contra una pared y allí se quedan convertidos en un solo ser indivisible.
Noto una punzada de celos, no por Finnick ni por Annie, sino por su certeza. Viéndolos nadie dudaría de su amor.
Boggs, que tiene peor aspecto que antes, aunque parece ileso, nos encuentra a Haymitch y a mi.
-Los sacamos a todos salvo a Enobaria. Sin embargo, como es del dos dudo que la estuvieran reteniendo. Peeta esta al final del pasillo. Los efectos del gas empiezan a desaparecer. Deberías estar allí cuando despierte.
<<Peeta.>>
Sano y salvo. Bueno quizás no tan sano, pero al menos a salvo y aquí, lejos de Snow. A salvo. Aquí. Conmigo. Podré tocarlo dentro de un minuto, verlo sonreír, oír su risa.
Haymitch me sonríe.
-Vamos, vamos-dice
Casi floto de felicidad. ¿Qué le diré? Oh, ¿qué más da? Peeta estará encantado diga lo que le diga. Seguramente me besara de todos modos. Me pregunto si será como aquellos últimos besos en la playa de la arena, los que ni siquiera me había atrevido a analizar hasta ahora.
Peeta esta despierto, sentado en el borde de la cama;mira con desconcierto a los tres médicos que lo tranquilizan, le miran los ojos con linternas y le comprueban el pulso. Me decepciona que mi cara no sea lo primero que vea al despertarse, pero acaba de verme ahora mismo. Primero parece incrédulo y después expresa algo más intenso que no soy capaz de interpretar. ¿Deseo? ¿Desesperacion? Seguramente las dos cosas, porque aparta a los médicos, salta de la cama y avanza hacia mi. Corro hacia el con los brazos extendidos y el alarga las manos, buscándome, imagino que para acariciarme la cara.
Justo cuando empiezo a decir su nombre sucede."
Me besa.
Me besa con una desesperación con la que jamás lo había hecho y yo le sigo el ritmo.
Cuando me besa siento tantas cosas, algunas ya conocidas y otras no, pero eso no quita la sensación tan placentera que siento en este momento. Un cosquilleo me recorre toda la espalda pasa por todo mi cuerpo y se acentúa en la parte inferior de mi estomago.
Seguimos con nuestro apasionado beso hasta que desafortunadamente tenemos que separarnos por el aire.
Peeta junta su frente con la mía. Puedo ver sus ojos cerrados tratando de analizar lo que acaba de pasar y en ese momento me echo a llorar. Lloro de felicidad. Lloro porque al fin puedo tenerlo en mis brazos, conmigo. Me doy cuenta de que el también está llorando y lo abrazo. El me corresponde inmediatamente.
-Peeta.- digo en un suspiro. Lo único que soy capaz de hacer es decir su nombre y abrazarlo.
-Katniss- dice el también suspirando.
-Estas aquí. Conmigo. Al fin.-digo más para mi que para el. No me lo puedo creer.
-Aquí estoy y no me voy a ir.- dice y puedo sentir que esta sonríendo.
-No pienso dejar que lo hagas.-digo rompiendo nuestro abrazo, mirándolo a esos hermosos ojos.
Antes de que pase algo mas lo beso. Peeta no se opone y me toma de la cintura para hacer el beso más profundo, si es que se puede, y nos quedamos así un rato. Besándonos con dulzura, con ansiedad, con anhelo.
-Oye, creo que tienes que ir a que te terminen de revisar- digo pero no quiero que se vaya.
-Lo sé. Es que no quiero irme, no me quiero separar de ti.-dice viéndome directamente a los ojos.
-Yo tampoco pero te tienen que revisar. ¿Qué te parece si mañana hablamos?
-Esta bien.
-Bueno, te veo mañana.
-Te veo mañana.- dice.
Salgo de ahí y voy a mi habitación asignada, la que comparto con mi madre y con Prim, decido que me voy a dar una ducha.
Mientras el agua me recorre todo el cuerpo me pongo a pensar en lo que acaba de suceder.
Peeta volvió.
Esta a salvo.
Tiene varios golpes pero hablare de eso con el mañana.
Me beso.
Lo bese.
Nos besamos.
Y esta vez sentí tantas cosas.
Sentí esa hambre que sólo había experimentado dos veces, en la cueva y en la playa, sentí un inusual cosquilleo por todo mi cuerpo, sentí... que ese era mi lugar en el mundo, donde tenía que estar. Sentí que si no tenía esos brazos rodeándome mi vida no tenía sentido alguno. Sentí que lo ¿quería? ¿qué lo amaba tal vez? Jamás me había dado el lujo de tener espacio para el amor en mi vida pero con Peeta todo es diferente. Pero que voy a saber de esas cosas. Veré como se van dando las cosas.
Salgo de el baño y me pongo algo cómodo para dormir. Me acuesto ya que el no haber dormido esta haciendo efecto en mi. Cierro los ojos y después de tanto tiempo, descanso. Esta vez, milagrosamente, no tuve pesadillas. En cambio sueño con un par de hermosos ojos azules.

¿Y si algo fuera diferente?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora