CAPITULO 29

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Estamos sentados a varias sillas de distancia en la sala de espera del aeropuerto de Francia. Ayer cuando volvió a la cabaña ninguno de los dos hablamos, salvo cuando llegó la cena que él ordenó y terminamos en una discusión porque yo no quería comer y su obsesión por cuidarme mezclado con la tensión que ambos teníamos durante todo el día le hizo perder la paciencia y ambos estallamos en gritos para después terminar aún más alejados. Además, todo lo que he hecho entre ayer y hoy es llorar. Mi corazón está roto, estoy hecha pedazos. Estoy luchando contra un montón de pensamientos, entrando en pánico con la idea de que estoy por volver a casa porqué no sé cómo le haré para estar allí el resto de mi vida sin mi hija. Cómo podré cruzar por su cuarto con la idea de que ya no está aquí, de que nunca volveré a entrar para encontrarla de pie en su cuna con esa hermosa sonrisa con la que me recibía cada mañana. ¿Cómo lograré sobrevivir a esto? A veces pienso que esto no puede ser real, que esto no puede tratarse de mi vida. Pero lo es. Nada puede cambiarlo.

Recuerdo sentirme bien sólo hace unos días, estar tan feliz con Poncho y con la idea de que nuestra vida seguiría siendo hermosa cuando volviéramos a casa con nuestra niña y ahora por momentos se me hace difícil aceptar esto.

Cuando nos llaman a abordar, Poncho toma mi bolso. A pesar de todo, no ha dejado de estar atento a mí, ésta mañana me pidió que desayunara más tranquilamente. Intenté hacerlo pero creo que tengo el estómago cerrado y al final sólo comí un podo de fruta para evitar desmayarme en el trayecto.

El largo vuelo de once horas se me hace complicado, me levanté demasiadas veces para ir al baño, a veces sólo necesitaba estar un momento sola, tomar un poco de aire, no puedo concentrarme ni siquiera para dormir, todo esto es horrible. En cuanto llegamos a casa sentí que mi pecho se oprimía. Todo era diferente... estuve aquí algunos días sin ella pero ahora, entrar y saber que la perdí lo hace todo diferente. Siento que mi estómago se contrae cuando me topo con aquel cuadro que está en la sala... es un hermoso cuadro por cierto, está pintado en acuarela y en la foto ella está riendo y parece muy contenta, sus ojos están cerrados y su cabello cae sobre su cara creo que por primera vez lo analizo tan detalladamente. La miro por unos segundos y luego siento la necesidad de desviar la mirada... duele.

Subo las escaleras lentamente y voy hacia el final del pasillo, hacia esa puerta decorada con su nombre en letras de colores. Agarro el picaporte, doy un respiro profundo y al fin me animo a abrir. No sé porque quiero entrar. ¿Acaso tengo la patética esperanza de que al entrar ella estará ahí esperándome?

Una vez más inhalo y exhalo aire y entro por fin... comienzo a sentirme sobrecargada de emociones, incluso podría jurar que su aroma invade mis fosas nasales. Camino hacia el buró donde están sus cosas y toco sus libros de cuentos, su hada de peluche que está justo al lado. El pequeño reproductor que a veces encendíamos en sus siestas, con música tranquila que la ayudaba a dormir. Decido encenderlo y suena una delicada y tranquila melodía en piano, una música relajante con un toque infantil y tierno.

Voy a su armario y tomo una prenda. La llevo a mi nariz, buscando su olor, deseando que aún tenga el olor de mi hija pero no... ella ya no está, ya no queda nada de ella más que su recuerdo. Desdoblo aquella prenda y no puedo evitar sonreír al leerlo: "La princesa de papá"

La voz de Poncho llama mi atención enseguida

-Se la regalé yo... ¿Lo recuerdas? -Hago un esfuerzo por recordarlo pero no lo logro. No sólo olvidé momentos traumáticos, el accidente afectó mi memoria haciendo que olvide también algunos momento lindos -Era una de sus favoritas. Creo que Abril iba a ser una pequeña estrella de la moda o algo así porque le encantaba vestirse y todas esas cosas.

Lo recuerdo. Esbozo una pequeña sonrisa... duele pensar en lo que podría llegar a ser mi hija así que intento no concentrarme mucho en ese pensamiento. Duele demasiado, es desgarrador.

La Memoria Del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora