Cinco meses después.
—Venga Thomas —habló Shanon, agarrando una toalla de la encimera del baño—. Vamos a secarte.
La castaña se encontraba en la casa de Dillon, bañando a su primo pequeño, el cual había estado jugando en el barro minutos antes. Tanto el propietario de la casa como Taylor se hallaban recogiendo a sus novias. Aquel día sería la primera vez que Shanon conocería a Lidia, la chica con la que Tay salía. Fuera, la lluvia caía con fuerza.
—¡No! —protestó el niño.
—¿Cómo que no?
—El tete me saca cuando tengo los dedos arrugados —explicó. Aquel niño era adorable.
Thomas, a su escasa edad, había sufrido la separación de sus padres. Tras pelear por la custodia, el padre la gañó, pero el estar trabajando casi todo el día, al igual que la madre de Shanon, no ayudaba en nada al crecimiento de su hijo. Mery, la madre, se mudó lejos, por mucho que eso le doliera. Por esa razón, el niño llevaba viviendo un par de años en la casa de los Rupp. Dos para ser exactos.
—Está bien, como tú quieras... —rió, observando a Thomas jugar con el pato amarillo que flotaba en el agua.
El sonido de una llamada de skype llamó la atención de la chica, la cual secó sus manos mojadas en la toalla que tenía cogida. Agarró su teléfono, que se encontraba sobre la tapa del retrete, y aceptó la videollamada de su amigo.
—Hola Shawn —sonrió, al ver el rostro del chico en su pantalla. Durante ese tiempo, se habían convertido en grandes amigos.
—¡Vaya! —exclamó sorprendido, al ver el reflejo de la figura de la chica en el espejo de detrás—. ¡fíjate! Esos pequeños ya te están modelando a su manera, ¿eh?
—Me traen loca y no han nacido aún —dijo, con una gran sonrisa en su rostro.
—¡Ya tengo arrugas! —gritó Thomas, interrumpiendo la conversación.
—¿¡Quién tiene arrugas!? —una joven de pelo negro como el carbón y ojos azules apareció detrás de Shawn, mirando a través de la pantalla—. soy maquilladora, sé cubrirlas a la perfección —añadió mirando a Shanon—. Aunque no veo ninguna...
—Gracias, pero no he sido yo.
—Shanon —habló el cantante—. Te presento a Laura, Lappe como yo la llamo, mi novia.
—Encantada —dijo sincera la castaña, y la chica de pelo negro asintió dando a demostrar que pensaba lo mismo—. No eres de por allí, ¿verdad?
—No —soltó una risa nerviosa, acomodándose en el sofá, junto a su novio—. Soy de España, ¿tanto se nota mi acento?
—Un poco, pero me gusta.
—¡Shanon! Me arrugo —la aludida giró su cabeza, mirando a Thomas, que hacía pucheros.
—Voy, enano —le habló—. Bueno, voy a arreglar al pequeño, ¿hablamos más tarde?
—¡Tenlo por seguro! —exclamó Laura—. Me has caído bien, luego me guardaré tu número para hablar contigo por privado.
—Genial, os dejo —se despidió. Colgó la llamada y dejó su móvil donde estaba antes—. ¿Te sacamos ya? —le preguntó, y el niño asintió.
-o-
—Listo —le sonrió Shanon a Thomas, una vez le acabó de poner la camiseta roja que Dillon había dejado preparada en su cuarto.
El coche de Rupp aparcó frente a la puerta del garaje de su casa y las cinco personas que iban en él bajaron, riendo por un chiste que Taylor acababa de contar. Caminaron hasta la entrada y el propietario metió la llave, pudiendo abrir la puerta.
—¡Shanon, ya estamos! —gritó Tay, haciendo sonreír a la chica desde la planta de arriba.
—¡Voy! —gritó de vuelta. Thomas rió—. ¿De qué te ríes, enano?—le preguntó.
—El tete tiene una sorpresa —soltó—. Pero no puedo decir nada.
—Una sorpresa, ¿eh?
—Lidia no es la única que viene con ellos —habló, y bajó de la cama de un salto, echando a correr dirección hacia fuera.
Shanon se quedó congelada en el sitio, sin saber que pensar. Una gran parte de ella le hacía pensar que podía ser Nash el que estaba allí abajo con ellos. Aunque una mucho más amplia le decía que era imposible. Quizás fuera James, o quizás Thomas mintiera.
Una vez consiguió hacer reaccionar su cuerpo, salió de la habitación del niño, caminando hacia las escaleras. Justo cuando pisó el primer escalón y levantó su cabeza, se encontró con la espalda de un chico y una melena bastante larga, casi lista para cortar.
—Estoy cagado, maldita sea... —escuchó la voz de su dulce novio murmurar.
—Grier... —susurró Taylor, sonriendole a Shanon, que seguía en el principio de la escalera.
Nash empezó a girarse lentamente, con los nervios invadiendo todo su cuerpo. Ningún lugar se escapa. Quería echar a correr, fuera de aquella casa. Pero al ver la figura con forma de su novia, una sonrisa se dibujó en su rostro. Mientras ella continuaba en shock.
—Nash... —susurró.
—Bonita —él le imitó, lanzándose a correr escaleras arriba. Cuando llegó a su altura, la rodeó con sus brazos y escondió su cabeza en el cuello de la chica, inhalando su perfecto perfume. Aquel que tanto le gustaba que usara—. Te he echado de menos, no sabes cuanto... —sollozó, sin poder evitarlo.
—No llores... —susurró Shanon, acariciando el pelo de su chico.
—No quiero estar lejos de ti, no puedo... —otro sollozo se escapó de su garganta. Estaba seguro de que la camiseta de la joven estaría completamente mojada. Se separó un poco y confirmó sus sospechas—. Mírate.
—Tu pelo es más suave en persona ahora —se burló ella—. En skype parecía diferente.
—Seguro que solo me quieres por mi pelo.
—¡No! —exclamó—. También por tus ojos, obviamente.
—Idiota...
—¡Tío! —gritó Taylor—. O se los dices tú, o lo hago yo.
—Venga, hermano...¡lánzate! —añadió Dillon, pasando su brazo por los hombros de su novia.
—¿Qué? —preguntó Shanon confusa.
—¡Nash quiere que seas suya! —gritó Thomas, saltando en el sitio—. ¡Quiere que seáis hombres!
—Tete, se llama hombre y mujer —rió Dillon, agachándose a la altura de su primo.
—Se me ha adelantado —se hizo Nash el molesto—. Bueno... ¿Aceptas ser la mujer de este infantil pero sexy adolescente hormonado?
—Ya eres el padre de mis hijos, Nash —susurró, con los ojos llenos de lágrimas de nuevo.
—¡Ha dicho que sí! —gritó, girándose hacia sus amigos—. ¡Joder, que me voy a casar! ¡Esto es una puta locura! —gritó, sonriendo y con los ojos igual que su prometida—. ¿Cuándo será la boda? ¡Quiero que todo sea perfecto!
—Espera, espera —rió Shanon—. Primero quiero deshacerme de los kilos demás que tengo—rodeó el cuello del joven, juntándose en un tierno beso.
—Esperaré lo que haga falta... —sonrió al separarse—. De todas formas, aún tengo que comprar en anillo —confesó.
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Whatsapp.《Nash Grier.》
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