Imaginate una taza. Imaginate una de cerámica. Imaginala en el suelo. La taza esta rota. Esta hecha pedazos. Imagina que la paso de largo. No es mi taza. No me pertenece. No tengo derecho a coger esa taza. Pero luego regreso. La taza sigue estando rota. La taza es duradera pero está rota. Decido recogerla aunque no sea mia. Es una taza blanca. Con detalles azules y amarillos. Azul y amarillo. Amarillo y azul. ¿Te suena? Ahora imagina que la pego. La taza no es mia pero ya que estaba rota decido pegarla. A nadie le gusta ver una taza rota. Ahora la taza esta pegada. Pero sigue estando rota. Ya no se puede usar. Tiene grietas, se escapa el agua. Ahora sirve de adorno. Es una bonita taza a la que mirar. La taza puede seguir siempre en mi vida. Es de cerámica es duradera. Pero no la podré usar nunca. El 23 de Mayo de 2013 me encontré esa taza. Estaba rota. Decidí pegarla. Ahora estará siempre conmigo aunque no pueda usarla, aunque no sea mía. Me gusta tener esa taza cerca. Me gusta verla. Es bonita. Me transmite paz, me transmite calma. Esa taza se ha convertido en algo imprescindible para mi. Estoy segura de que habrá mas tazas. Puede que una, puede que dos, quién sabe. Pero siempre guardaré a mi lado aquella taza blanca que estaba rota. Aquella intenté arreglar. Aquella que adoraba. Aquella que quería. Aquella taza a la que amaba. Eres mi taza rota. Esa especial que siempre pase lo que pase voy a llevar conmigo. Eres la taza que siempre quise pero que encontré rota, con otro dueño. Pero no me importa. Yo la he arreglado. Y ahora la llevaré siempre conmigo. Aunque no la pueda tener. Aunque esté agrietada. Eres esa taza de café que todos necesitan para despertarse cada día. Yo no necesito esa taza. Te tengo a ti. Tú eres mi taza de café. Eres ese oxígeno que necesito respirar por las mañanas. Te quiero.
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