-Capitulo 20-

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“Son dos boletos para el partido de hockey el jueves por la noche,” ______ le respondió, todavía con una sonrisa deslumbrante.

“¿Cuál partido?”

“Los Pens están jugando contra los Canes en Raleigh el jueves. Papá y yo vamos para verlos. Me encantan los Pens y hace mucho tiempo desde que los he visto jugar.”

Greg estalló. “¿Un partido de la NHL? ¡Hace toda mi vida que me muero por ir a un partido!”

“Pero me ves jugar a hockey todo el tiempo,” le indiqué.

“Pero no participas en la NHL. Hay una gran diferencia, Niall. Esto es enorme, ______. No puedo creer que tú sí te vas.”

Antes de que ______ pudiera decir nada, Mike interrumpió. “Bueno, si ustedes dos quieren venir, estarían bienvenidos…eso es, si a ______ no le importara.” La miré, sonriendo para hacerle sentirse más segura cuando me miró.

“Por supuesto que no,” su voz era clara, pero faltaba la confianza que tenía cuando hablaba con Greg.

Mientras comíamos, Greg rebosaba de entusiasmo y anticipación. Hablamos de los partidos, tanto el mío como el de la NHL. Hablamos de la escuela algo también. ______ intentó hablar más, pero podía ver que le era difícil. Le di una señal de ánimos con mi mano cuando me miró, aunque fue sólo por un segundo.

De veras esperaba que pudiera superar cualquier daño que había. Quería verla sanada y entera.

Una vez que terminamos la cena y los platos estaban quitados, era hora de llevar a Greg a casa. La semana comenzaba y necesitaba prepararse para ir a la escuela el día siguiente.

En el coche Greg estaba bastante callado. Debía haber estado muy cansado. Una vez en casa, le hice ducharse, vestirse los pijamas, y cepillarse los dientes. Nuestro padre estaba inconsciente en el piso de abajo. Lo arropé en la cama antes de encender su luz de noche y casi había salido cuando llamó mi nombre. “¿Niall?”

Me di la vuelta. “¿Sí?”

Su voz era suave y seria. “¿Piensas que papá se mejorará?

“Por supuesto,” caminé hacia su cama y me senté en el borde. “Tenemos que tener esperanza, Greg. Él volverá a ser el mismo, sólo necesita un poco más de tiempo.”

Greg asintió con la cabeza y parecía satisfecho con mi respuesta. Le besé la frente sin que pusiera la objeción de que era un hombre ahora. Salí, apagué la luz, y cerré la puerta. Me fui para mi cuarto al otro lado del pasillo.

Me vestí unos pantalones cortos de básquetbol y tiré mi camiseta en el piso para empezar la pila de ropa sucia de esta semana. Enchufé mi teléfono para que se cargara durante la noche y me eché en la cama de espaldas. Encendí la lámpara en la mesita y abrí el cajón superior de la mesita.

Saqué la foto de mi familia y acaricié la cara de mi madre con el pulgar. Estábamos tan felices. La foto era del año antes de enterarnos de que tenía cáncer. Era hora de salir de vacaciones e íbamos para Hawaii. Todos llevábamos camisas floreadas y pantalones cortos de color beige. Esbozábamos unas sonrisas algo locas, pero nuestra felicidad y nuestro amor del uno para el otro eran evidentes. Fue mi vacación favorita.

Nos divertimos mucho en esa vacación. Fue como si supiéramos que sería nuestra última vacación como una familia feliz y sana. Suspiré y guardé la foto. Miraba al techo pensando de cuánto echaba de menos su risa. Nunca podía dar una risa falsa. Siempre era real y sonaba como el cielo. Su risa podría traer una sonrisa a la cara de cualquiera.

Ella podía contar los mejores chistes y le encantaba empezar debates de la política. Era sin duda la mejor madre que pudiera haber pedido. Simplemente me hacía mucha falta. Despierto, me quedaba allí tendido pensando de ella hasta que alrededor de la una mi móvil vibró.

Eché un vistazo al mensaje de text en mi Blackberry, y vi que era de ______. Preguntaba si estaba despierto. ¿Qué hacía ella despierta a estas horas? Le contesté que sí y unos segundos más tarde recibí otro mensaje.

¿Quieres dar un paseo? Estoy afuera, salí para correr.

¿Salió para correr? ¿Estaba afuera de mi casa? Rápidamente le envié un mensaje para hacerle saber que me bajaría en un minuto. Hacía frío afuera como el otoño ya se aproximaba. Sólo tenía que agarrar una sudadera y ponerme unos zapatos.

Silenciosamente me bajé por las escaleras y salí por la puerta delantera. Allí estaba, esperando al lado de la calle. Metiéndome las manos a los bolsillos de la sudadera, me sonreí y dije hola.

“Hola.” No me miraba la cara, sino el pecho. “¿Qué haces aquí afuera?”

Ella metió un mechón de pelo detrás de su oreja y también se metió las manos en los bolsillos de su chaqueta. “Me desperté de una pesadilla que no puedo recordar y no podía volver a dormirme. Necesitaba moverme así que salí para correr. Me paré aquí para un descanso. Vi una luz y pensé que tal vez fuera tu cuarto. Así que aquí estoy.”

“Aquí estás. ¿Sabes que, aunque hay farolas, es peligroso salir a correr a la una de la mañana?”

Soltó una risita y asintió con la cabeza. Me miró y dijo, “¿Vamos a caminar o no?” La sonreí y empezamos a caminar. “¿Por qué estás despierto tú?” preguntó ella.

Estaba callado por un minute tratando de decidir si decirle la verdad o no. Pensando que no tenía nada por perder le dije, “Estaba pensando de mi madre. Ella se murió de cáncer hace un año”

Dulzura. ~Niall y Tu~ TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora