Capítulo 8 - Malas Rachas

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Me Desperté a las 6:30 AM, mis piernas no se movían, mis brazos tampoco, alzé la cabeza para mirarme y me encontraba atado sobre una vieja camilla de operaciones quirúrgicas en una habitación que estaba escasamente iluminada por un ventanuco.
Estiré lo más que pude mi brazo derecho para cojer una navaja que había en una mesilla y la usé para deshacerme de las cuerdas que me ataban a la camilla.
Miré a mi alrededor y no había nadie. Encontré una de las gafas de visión nocturna por el suelo y me las coloque. Allí solo había sangre, pero no era mía. Encontré también una cámara, la encendí y al entrar a la galería de fotos un fuerte escalofrío me recorrió todo el cuerpo.

Era la cámara que llevaba Mikel, en ella encontré fotos que había ido tomando dentro del instituto y la verdad, no eran nada tranquilizadoras.

Lo más impactante fueron varias fotos tomadas seguidamente del largo pasillo del piso de arriba en las que poco a poco se iba viendo una sombra de apariencia humana.

Decidí abrir una puerta, y aparecí en un pasillo que daba a unas escaleras. Las bajé y me encontraba en un lugar que parecía la zona de calderas y tomas de agua del instituto.
El ambiente húmedo daba una sensación de frío y el sonido del goteo de las cañerías me daba escalofríos que hacían temblar hasta el último de mis músculos.

No me preocupaba investigar aquella estancia, solo quería encontrar suministros y algo para llevarme a la boca.
Avance lentamente, mis pies al andar sobre aquel sucio y húmedo suelo me hacían más de una vez perder el equilibrio. Las paredes eran anchas y por ellas corrían hileras de agua que rebotaban sobre el suelo formando charcos.
Llegué al fondo, había un espejo grande y alargado, de un color plateado que con el paso del tiempo había ido perdiendo el color.
Me acerque a él, lo observé , me observé... Me observó.

Una mano apareció de repente sobre el cristal, haciéndolo romperse en añicos y haciéndome retroceder unos cuantos pasos. Presa del susto y del agobio salí corriendo por donde había vuelto.
Subí las escaleras y dejé atrás aquel terrorífico lugar, acabé en la habitación en la que me había quedado dormido y de una patada abrí la puerta apareciendo en el comedor.

Subí aquellas escaleras de caracol e intenté regresar a la habitación del origen, aquella habitación en la que al atravesar la puerta estaban ocurriendo fenómenos, desapareciendo gente y ocurriendo cosas que ni yo mismo podría explicar de manera racional.

Allí estaba, junto a aquel largo pasillo que se hacía infinito bajo mis pies.

El instituto comenzaba a hacerse poco a poco visible gracias a la luz del día, un día al que estando lejos de aquel instituto no le habría dado importancia y habría sido uno más; pero al estar dentro del instituto Riverhell, ya no valoraba lo que era un día junto a la familia.
Los hechaba de menos, quería pensar que ellos no estarían preocupados por mí pero cuando pensaba en ellos me entraba bajón.

Ahora debía centrarme en buscar alimentos y encontrar a mis amigos para buscar la manera de salir de aquel lugar.
Miré mi brazo, las marcas se hacían más grandes y se esparcían pausadamente sobre mi antebrazo.
En aquel momento no sabía en que habitación iba a pasar la noche.

En aquella situación uno no podía quedarse dormido, nunca se sabe lo que podría pasar.

Tengo la sensación de que me están mirando.

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