Capítulo 3 - La perdida del cielo

1.3K 184 15
                                    

Capítulo 3 - La perdida de el cielo

Tan pronto como el milagro apareció, despareció.

El 27 de abril, después de que su milagro caído del cielo apareciese no lo volvió a ver, por mas que espero por él no apareció. A estas alturas Lovino se planteaba la posibilidad que las pastillas lo hubiesen dejado super drogado, y que simplemente se hubiese imaginado a un ser celestial que daría su vida por él, al fin y al cabo, se estaba muriendo sin haber sentido que era ser amado por alguien, ni si quiera lo había llegado a sentir por parte de su abuelo, al que apenas veía o por su hermano, que pasaba tanto tiempo con su novio que había olvidado que Lovino se moría.

El 28 de abril Lovino se levanto de la cama y se puso la mejor ropa de abrigo que pudo, dos abrigos y un chubasquero ademas de una camiseta térmica de manga larga y la camiseta de su pijama nórdico,dos pares de calcetines, unas botas de agua y unos pantalones especialmente preparados para el frió.

A pesar de que estaba diluviando como nunca lo había hecho y de que hacia un frió horrible Lovino había caído en que no se había drogado a base de pastillas, eso no explicaría el por que de que el árbol siempre estuviese en flor y por que lo protegía tanto o mas que un paraguas los días de lluvia.

-El cielo llora por su terrible perdida- decía el abuelo de el italiano mirando a través de la ventana -Ha estado triste estos días, pero finalmente se ha dado cuenta de su gran perdida-.

Lovino agarro su paraguas de color negro con pequeñas estrellas plateadas estampadas que estaba semi húmedo. El mayor de los italianos respiro con resignación dirigiendo su mirada hacia el piso superior.

-¡Feliciano! ¿Cuantas veces pretendes que repita que no uses mi puto paraguas de mierda?- pregunto rodeando su cuello con una bufanda intentando abrigarse.

-Lo siento ¡Tenia una cita con Ludwig y no encontraba el mio!- dijo Feliciano tras unos minutos sin moverse de su habitación ,probablemente estaba hablando con el cara de patata ahora mismo.

-¡Al menos espero que no se besaran bajo mi paraguas!- Lovino hizo chirriar sus dientes mientras Feliciano mantenía un silencio que hacía evidente su respuesta.

Su hermano lo tenía todo, una vida larga y plena, una persona que lo amaba, era amigo de ,literalmente , todo el instituto, su abuelo le hacía caso y se preocupaba por él.

Definitivamente, habían personas que nacían para no ser queridas.

Lovino abrió el paraguas justo en la entrada antes de salir.

-Eso da mala suerte Lovino- le dijo Romulus dirigiendo su mirada a su nieto.

-Ahora mismo... ¿Eso importa abuelo?- pregunto Lovino sacando el paraguas de la vivienda -Me estoy muriendo-.

Romulus volvió su vista hacia la ventana mientras daba pequeños sorbos a su chocolate caliente casi ignorando las ultimas palabras que había pronunciado su nieto.

Lovino salio y contemplo el cielo cubierto por nubes grisáceas.

Claro que el cielo lloraba por la perdida de un ángel cuya sonrisa podría iluminarlo y cambias esas nubes negras por un cielo despejado y un sol radiante.

El italiano se quedo un par de segundos mirando el árbol, algunas flores se habían caído por la ferocidad de la lluvia pero bajo el árbol no había ni una sola parte húmeda.

¿El amor podía hacer esto? ¿Literalmente morir por alguien?

Lovino se acomodo en el tronco del árbol y soltó un suspiro prolongado mirando un gran charco que se había formado cerca del árbol.

-Parece que no va a cesar pronto- susurro Lovino abrazando sus piernas mientras escuchaba el ruidoso sonido de la lluvia.

-Dejará de llorar cuando acepte su perdida- la aparición de una segunda voz cálida como el verano provocó que Lovino se girase para encontrarse con el hispano que sonreía ligeramente con la mirada perdida en el oscuro firmamento.

-¿Realmente esta llorando por ti bastardo?- pregunto Lovino suavemente mientras la triste mirada de Antonio se clavaba en él.

Antonio se sentó al lado de Lovino y volvió a mirar al cielo.

-Parece que el ángel del cielo llora por mi, llegara algún momento en el que mirara hacia mi y vera que soy feliz.

Lovino miro a Antonio detenidamente hasta que sus ojos se cruzaron y decidió que la opción inteligente era apartar la mirada.

-¿Que haces aquí? Vas a ponerte malo-Antonio se quito sus guantes de lana y se los coloco a Lovino.

-El otro día pensé que lo estaba flipando por las pastillas ya que no te vi al día siguiente.

-No tenía planeado volver a encontrarme contigo, no podría dejarte ir si te sigo viendo- sonrió Antonio quitándose el gorro de lana y colocándoselo a Lovino -Pero tampoco iba a quedarme de brazos cruzados viendo como pescabas un resfriado.

El menor observo las acciones del mayor y respiró pausadamente.

-¿Por qué no querías volver a verme?

-Ya lo sabes, estamos en igual de condiciones, pero si yo muero primero no querría hacer que me cojas cariño y luego dejarte solo.

-¿Perdona?- Lovino levanto la ceja izquierda con incredulidad -¿No se supone que soy yo el que decide lo que me conviene y lo que no bastardo de mierda?

Antonio lo miro algo impresionado pero luego sonrió suavemente.

-¿Cual es tu decisión entonces?

Lovino abrazo sus piernas intentando pensar en una respuesta coherente, habían estrujado su corazón hasta arrancarle todos y cada uno de sus sentimientos y pisotearlos.

¿Confiar en alguien era una opción cuando ni su propia familia se preocupaba por él?

-Me gustaría que te quedaras conmigo- susurro finalmente Lovino, con un fino hilo de voz.

Antonio sonrió suavemente colocándose de rodillas y estirando sus alas que habían permanecido ocultas y acerco sus labios al oído de Lovino mientras posaba su fría mano derecha en la rosada mejillas de Lovino.

-¿Me dejarías intentar enamorarte?- pregunto suavemente con su dulce voz.

El corazón de Lovino dio un salto y empezó a palpitar tan rápido que parecía que en algún momento se rompería al igual que un motor que estalla al pedirsele demasiado. El corazón de Lovino ya había sido pisoteado lo suficiente como para tener miedo, terror de sentir felicidad. Incluso su corazón parecía una maquina vieja y oxidada que comenzaba a moverse lentamente de nuevo. Aunque sabia que no podía fiarse se unas palabras bonitas.

-Te reto a conseguirlo- susurro Lovino.

Anche se cado (SpaMano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora