Capítulo 16 - Estrella
El aire helado se colaba por la ventana del coche acariciando las mejillas ,ligeramente rojas a causa del frío, de Lovino, la suave brisa se había encargado de alborotar su pelo.
De fondo se oía "Boats and birds" de Gregory and the Hawk, según Antonio esa canción era como su canción, a Lovino no le desagradó esa idea, hubiese sido una buena idea si pudiese decirle a sus hijos algo como "Esa canción la bailé con su padre cuando era joven" aguardando por una mueca de sorpresa que preguntase "¿Tú fuiste joven?", claro que esa idea era demasiado ambiciosa para Lovino.
Tras pasar un túnel Lovino empezó a divisar la playa, la luz de la luna se reflejaba en el agua ya eran las 2 de la mañana y realmente estaba cansado pero la idea de ir a la playa con Antonio había sacado lo mejor de él. Lovino sintió como la brisa marina cargada de sal tenía un ligero efecto pegajoso en su piel adhiriéndose a esta.
-Abrígate- susurró Antonio deslizando la manta por los hombros de Lovino -Y puedes dormir durante 15 minutos si estas cansado- el español suspiro- No te sobre esfuerces.
Lovino observó la mano del mayor que ahora se deslizaba por sus hombros para volver a su posición anterior cosa que evitó entrelazando sus dedos cuidadosamente, no quería que se notara que estaba desesperado por tener contacto físico con él, las manos cálidas del español apaciguaron el frio que sentía, un frio tan profundo que hacía que sus manos le doliesen al tocar las cosas.
-Estas helado- comentó el mayor acariciando los dedos del otro chico con su pulgar.
-¿Y a que esperas?- preguntó Lovino girando su cabeza por primera vez desde que se subieron al vehículo, observando el perfil de su ahora esposo.
-¿Qué quieres decir?- Antonio observó al italiano por unos escasos segundos antes de volver a clavar sus ojos centelleantes en la carretera.
-Caliéntame- sobre los labios del más bajo se formó una sonrisa picara.
El español se rio suavemente besando los delgados y ligeramente bronceados dedos del italiano.
-Tengo tiempo para hacer eso- comentó el mayor aparcando el coche en el primer hueco que vio.
Antonio se bajo del coche y abrió el maletero para coger la otra manta que tenía mientras el otro chico cambiaba sus zapatos por unas chanclas manteniendo la manta en sus hombros .La arena estaba a unos escasos pasos de su posición.
-¿Estas bien?- preguntó Antonio acariciando los hombros de Lovino, colocando apropiadamente la manta alrededor de él.
-Muy bien.
El viento formaba pequeños torbellinos de arena de vez en cuando y el mar estaba en calma con pequeñas olas,
Antonio rodeó el cuerpo del más bajo acercándolo en un intento de mantenerle caliente.
-Espera un segundo- dijo el chico de ojos esmeralda extendiendo la manta que tenía en su mano libre, colocándola de la forma mas perfecta que pudo sobre la arena.
-Es raro que no haya nadie paseando por aquí- comentó Lovino remangándose la camisa.
-Son las dos de la mañana- le recordó el español mirando como el otro chico dejaba la manta que le había estado cubriendo todo este tiempo sobre la otra.
-Entonces vamos a aprovechar que no hay nadie para dar un paseo.
El moreno asintió rodeando con su mano derecha la cintura de Lovino, cuando el aguan tocó los dedos de sus pies le sintió dar un pequeño salto.
-El agua está congelada, joder- maldijo en un tono de voz apenas audible.
El español si rio suavemente mirando a su esposo mientras sacudía la cabeza repetidas veces.
-Ven aquí- Antonio no espero a que el otro chico comprendiese la situación o las intenciones que tenía simplemente lo elevó del suelo -¿Mejor?
Lovino observó al sonriente español, su cara se estaba poniendo ligeramente roja.
-¿Qué gracia tiene eso de venir a la playa si ni siquiera me dejas caminar por la orilla?- preguntó rodeando con sus brazos el cuello de Antonio poniendo como escusa el no querer caerse.
-Que se te ponga la piel pegajosa por la sal, por ejemplo, respirar aire fresco, caminar por la arena...
-Vale, después de esta charla tan jodidamente interesante ¿me podrías bajar?- preguntó el chico mientras daba pequeñas patadas en un intento de zafarse de su agarre.
Esta acción por parte del italiano solo provocó que Antonio le agarrarse mucho más fuerte clavando sus brillantes ojos de color esmeralda en los de Lovino.
-Oye, oye, Lovino.
-¿Qué?- gritó Lovino parando de revolverse para clavar sus ojos llenos de furia en los de Antonio una vez más.
-Te quiero.
-¡Eres imposible!
-Ya lo sé- murmuró dulcemente besando el pecho de Lovino.
El italiano negó con la cabeza.
-Tengo frío- dijo tras unos segundos de silencio provocando que Antonio se acercase a la manta que había colocado sobre la arena, situó a Lovino sobre ella y seguidamente él se sentó detrás del italiano, abrazandole por detras, tapándole con la otra manta.
El menor observó el vaivén de las olas acomodándose en el pecho del español. Ya había pasado un año desde que conoció a Antonio, había sido un año fugaz, todo fue muy deprisa pero no se arrepentia de nada, era feliz con Antonio, le encantaba cada cosa sobre él. Les quedaba un año más para estar juntos, lo único que deseaba Lovino es no tener que ver morir a Antonio antes que él, no lo soportaría.
-Oye, mira las estrellas- Antonio provocó que Lovino levantase la vista y clavase su mirada en la inmensidad del cielo el cual que encontraba cubierto de estrellas -Son bonitas... ¿A que si?
Lovino no contestó, simplemente emitió un suave sonido de afirmación, sintiendo como Antonio acomodaba su barbilla en su hombro, muy cerca de su cuello para besarlo de vez en cuando, el italiano se contrajo cuando los dedos del mayor se entrelazaron con los suyos calentando sus frías manos.
El menor se sentía en ese preciso instante como una estrella que se había apagado pero su luz seguía en el firmamento porque la estrella estaba a millones año luz, cada vez su cuerpo se sentía más débil, si no fuese por Antonio estaría todo el rato helado, se sentía adolorido y la quimioterapia hacia que se sintiese fatal, conocía su cuerpo, no duraría los dos años prometidos, ni con la quimioterapia ni con ningún tipo de operación. Él era una estrella que se había apagado hace mucho tiempo y que seguía brillando por Antonio pero algún día se apagaría. Su luz era efímera.

ESTÁS LEYENDO
Anche se cado (SpaMano)
FanfictionIncluso si caigo. Lovino Vargas no era el hombre con más suerte del mundo, había sido diagnosticado de leucemia, la enfermedad estaba tan avanzada que las probabilidades de que sobreviviese eran inexistentes, eso sumado a que su novio Gilbert le hab...