Capítulo 5 - Compartir.
La chica situada delante de él ya se lo había mencionado, aunque Lovino se mostró reacio hacia la propuesta de que colocarán las cortinas, pero tras unos minutos el sol le resultó molesto y ,sin ganas, el italiano enganchó la cortina con la otra provocando que el sol se colara ligeramente por las desteñidas cortinas.
La chica suspiró y volvió a la animada conversación que había estado manteniendo con otra chica.
Miró a través de la ventana de la guagua mientra esta daba pequeño tumbos a cada cuanto.
Lovino se coloco apropiadamente los auriculares mientras en su mano sujetaba un libro de apenas cien páginas, aunque ya iba por la mitad del libro apenas había leído una linea en todo el viaje, si no fuese por todo el tiempo libre que tenia no habría ni empezado el libro.
El enorme vehículo se paro en los limites de Nápoles produciendo un ruidoso sonido de gas mientras las puertas se abrían.
Lovino se incorporó y miro por el rabillo del ojo a la chica que le había estado torturando durante un par de minutos para que cerrase las cortinas, le dedico una mirada que parecía decir "Nos vemos en el infierno".
Al salir del vehículo se dio cuenta del cambio de paisaje, el cielo ahora se presentaba gris y, apoyado en la farola de al lado de la parada, se encontraba Antonio con la mirada perdida en el cielo.
A los pocos segundos se dio cuenta de la presencia del italiano y sonrió acercándose a él.
-Siento que este nublado en nuestra primera cita, pero al menos no esta lloviendo- sonrió dulcemente besando las mejillas de Lovino como acto de saludo.
Lovino apretó los labios mirando al hispano mientras este le echaba un ultimo vistazo al gris cielo.
Había pasado de observar un amplio cielo azul a uno nublado, pero eso poco le importo al italiano ya que el cielo azul había sido reemplazado por la hermosa y brillante sonrisa del mayor, que era igual o mejor.
-No te preocupes- dijo finalmente Lovino sonriendo suavemente.
-¿Puedo agarrarte de la mano?- pregunto Antonio haciendo que en la cara de Lovino apareciese un leve sonrojo.
-Nunca has oído lo de "Quien pregunta tiene guardia" ¿Verdad?- Lovino dejo al descubierto la mano que había estado todo el tiempo refugiada en su bolsillo y aparto la mirada del hispano.
Antonio agarro la mano de Lovino y ambos entrelazaron sus dedos mientras comenzaban a caminar, Antonio acariciaba suavemente la mano de Lovino con su pulgar mientras ambos empezaban a bajar una pequeña cuesta.
-No se mucho sobre Italia- dijo Antonio atrayendo la atención del despistado Lovino -Pero cuando te observaba veía lo que había a tu alrededor, y me ponía a soñar despierto.
El español sonrió suavemente.
-Si estas apunto de contarme tus fantasías sexuales, para- Lovino se rió con picardia mientras Antonio clavaba su mirada en él riéndose suavemente.
-No es eso- dijo Antonio entre risas.
-¿Entonces que es?
Antonio se paro en seco y sonrió ampliamente.
-Siempre pensé que si fuese tu novio te traería aquí- el hispano apunto a un pequeño local de churros -¿Que te parece? Una churrería española.
-Te gusta la comida española ¿Verdad?- pregunto Lovino retomando su risa mientras Antonio sujetaba la puerta del local.
-Si, es por eso que te traigo aquí- puntualizo mientras observaba como Lovino entraba -Quiero compartir las cosas que me gustan con la persona que me gusta, me encantaría compartirlo todo contigo, todo.
Lovino se sonrojo suavemente apretando la mano de Antonio, sin decir nada, sin reírse, nada. Simplemente se acerco al mayor, soltando su mano para abrazar su brazo.
Se situaron en una mesa de dos.
El olor a churros y chocolate caliente impregnaban el local como una dulce fragancia.
Lovino agarro el menú y lo observó durante un par de minutos, revisando cada cosa, cada aperitivo y cada sándwich aunque sabia que iba a terminar comiendo churros con Antonio, solo intentaba mantener la mirada en otro lado, para no ver como los ojos esmeraldas y llenos de vida que poseía el hispano le miraban dulcemente, tampoco quería ver la sonrisa que le dedicaba siempre que sus miradas se encontraban.
Antonio mantuvo una animada conversación con el camarero en español que Lovino fingió no entender y por fin llegaron los churros tras unos minutos.
Antonio había enredado sus pies con los del italiano bajo la mesa y la mirada de ambos se cruzaban de forma fugaz.
-Lovino.
-Bastardo.
-Te amo- sonrió Antonio suavemente -No es por nada en especial, solo quería recordartelo.
Lovino se sonrojo bajando la vista.
-Y se que no es la primera vez que te lo digo, pero no va a ser la ultima vez, créeme- el castaño agarro la mano del italiano y acaricio sus dedos con suma delicadeza.
Volvieron juntos a la casa de Lovino en guagua, en un cómodo y cálido silencio, sus dedos se entrelazaban y Lovino se acurrucaba en los brazos del mayor, el cielo parecía un lienzo salpicado de estrellas, por fin las nubes se habían disipado pero la humedad y el frió seguían ahí. Antonio coloco apropiadamente su chaqueta alrededor de Lovino que mantenía sus ojos cerrados.
El vehículo se paro y Lovino y Antonio se vieron obligados a abandonar su cómoda postura y levantarse, el frío les golpeo suavemente una vez salieron del vehículo que parecía una enorme farola entre tanta oscuridad.
-Si en algún momento necesitas algo y no me puedes llamar, esta es mi dirección- Antonio saco del bolsillo de su pantalón un papel perfectamente doblado y se lo dio a Lovino -Si es algo importante no dudes en llamar a un taxi, yo te lo pago.
Lovino se limito a asentir mientras mantenía la chaqueta de Antonio alrededor de él, se dio cuenta de que la velada estaba llegando a su fin cuando vio la tenue luz de dos farolas alumbrar su casa.
Subió un escalón y se giro mirando a Antonio.
-Tengo que enseñarte algo- dijo Lovino rompiendo el silencio sacando su teléfono con torpeza -¿Te acuerdas que me dijiste que querías compartir las cosas que te gustaban conmigo?
-Si- asintió el hispano.
-Yo también quiero compartir algo que me gusta contigo- Lovino le dio la vuelta al móvil, la cámara frontal estaba puesta.
Antonio solo podía ver su rostro reflejado en la cámara, miro al italiano el cual mostraba un suave sonrojo, podría decirse que su auto control se fue al traste ya que se inclino para darle un dulce y eterno beso que parecía no querer acabarse nunca ya que Lovino le devolvía el beso de una forma tímida.
-Lo siento- se disculpo Antonio separándose ligeramente.
Lovino agito su cabeza y envolvió con sus brazos el cuello del español volviendo a besarle provocando que la chaqueta del español, la que había estado manteniendole cálido, se deslizara y cayese siendo sustituida por los brazos del español que le abrazaban fuertemente.
La noche se había vuelto repentinamente cálida.
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Anche se cado (SpaMano)
FanficIncluso si caigo. Lovino Vargas no era el hombre con más suerte del mundo, había sido diagnosticado de leucemia, la enfermedad estaba tan avanzada que las probabilidades de que sobreviviese eran inexistentes, eso sumado a que su novio Gilbert le hab...