Capítulo 8 - Sabor a pastilla

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Capítulo 8 - Sabor a pastilla

-¡Antonio!- exclamó emocionado el más pequeño de los italianos sonriendo al encontrarse al español al otro lado de la puerta -Te estábamos esperando ¡feliz año nuevo!

-Feliciano, eso es dentro de una hora- Lovino le aparto para mirar a Antonio.

-Una hora y cuarenta minutos- le corrigió su abuelo desde la cocina.

Antonio entro sonriendo, en sus manos traía una botella de sidra, una bolsa pequeña con petardos y una bolsa llena de uvas, se detuvo un par de segundos para darle un beso a Lovino, el cual le maldijo en voz baja, antes de entrar en el salón cocina donde un chico rubio con el pelo peinado hacia atrás hacia zapping entre los canales mas importantes que tenían programación que Antonio consideraba bastante mala.

-Y yo que pensaba que no ibas a llegar- dijo el abuelo de Lovino mientras Antonio dejaba la sidra sobre la mesa.

-Lo siento- se disculpó el español mirando al hombre con una suave sonrisa.

-Después de las campanadas me voy con Antonio- informó Lovino sentándose en un sillón sujetando entre sus manos un bol lleno de palomitas.

Feliciano se había acomodado entre los brazos del rubio mientras Lovino se estiraba sobre el sillón declarándose amo y señor de aquellos parajes.

-¿No vas a volver?- pregunto el hombre de pelo castaño mirando a Lovino.

-Lo dudo- respondió sin ni siquiera mirarlo llevándose un puño de palomitas a la boca.

La mirada del abuelo de los italianos se posó en Antonio y los ojos esmeralda del español se cruzaron con los del hombre.

-¿Qué intenciones tienes con mi nieto?- pregunto Romulus en voz bajita.

El español sonrió mirando al hombre mientras se acomodaba en una silla.

-Bueno, tengo intención de pedirle que se case conmigo en algún momento, desde que tenga dinero como para poder casarme con él lo haré- dijo el español -Y espero que usted me deje que lo haga.

-Antonio, por mucho que quieras a Lovino no deberías arruinar tu vida por él, solo tiene un año y medio de vida.

"Ya he "arruinado" mi vida por su nieto y no me arrepiento". Ese pensamiento cruzo momentáneamente la mente de Antonio.

-Yo también me estoy muriendo Romulus.....Me quedará mas o menos lo mismo que a Lovino, probablemente un poco más....Pero quiero pasarlo con él... Todo mi tiempo....

Romulus le miro de arriba a abajo y suspiró.

-Es tu vida, tu decides que hacer con ella- después de decir esto esbozó una suave y melancólica sonrisa.

-Antonio, ven aquí coño- gritó Lovino desde la comodidad del pequeño sillón haciendo que tanto Romulus como Antonio se giraran.

El español se dio la vuelta y camino hacia el mayor de los italianos mirándole.

-¿Qué quieres Lovi?

-Nada, solo quería que estuvieses conmigo.

El más alto se inclino besandole la frente al italiano y se acomodo como malamente pudo a su lado.

Las 12 de la noche pasaron, salieron para romper un par de copas llenas hasta el borde de sidra y a encender bengalas y tirar algunos voladores.

-¿Lo tienes todo?- Pregunto desde la puerta de la casa de Lovino mientras en el segundo piso él cerraba la cremallera de su maleta.

-Sí.

-¿Las pastillas?

Lovino puso los ojos en blanco como si le acabase de pasar la persona a la que mas odiaba por la cabeza.

-Sí.

-Mientes- dijo divertido Antonio desde el primer piso.

Lovino agarro el pastillero y salio para enseñarle a Antonio el pastillero lleno de pastillas.

-Mira mis putas pastillas- dijo metiendo en la maleta el pastillero con brusquedad -Eres un pesado, no me voy a morir por no tomar una.

-Lovino, no seas brusco, es una mala manera de empezar el año- dijo Romulus que estaba en la cocina y se estaba emborrachando a base de sidra, al parecer no era muy bueno con el alcohol.

El italiano le hizo caso omiso a su abuelo y bajo las escaleras situándose delante de Antonio.

-Sí, lo que tu digas- el más bajo agarró el pomo de la puerta y estiró su cabeza para echarle un último vistazo a la cocina -Me voy.

Lovino colocó su mano libre y la coloco en el pecho de Antonio para hacerle retroceder y poder cerrar la puerta.

-Vamos- susurro Lovino acomodando la maleta.

Ambos se subieron al coche que el jefe de Antonio le había prestado que olía a una extraña mezcla de flores y menta que no era para nada desagradable pero que asfixiaba si no mantenías el cristal bajo.

-Te aviso de que apenas tengo nada en mi piso.

Lovino soltó una suave risa que se perdió con el sonido de el viento colándose por la ventana. El italiano se inclinó para encender la radio y de su maleta sacó el pastillero sacando un paquete de pastilla en polvo y una botella de agua que estaba llena. Se tomo la pastilla y se bebió el agua.

-Si tienes una cama podemos ir tirando- dijo Lovino acomodándose en su asiento.

Llegaron al apartamento de Antonio y Lovino pudo comprobar que el español no mentía, la cocina y el baño estaban amueblados pero en el salón no había nada y el la habitación de Antonio solo había una cama y un armario.

-Conseguí este piso pidiéndole la paga por adelantado a mi jefe, es un hombre muy majo- explicó el español encendiendo las luces -Pero apenas esta amueblado, tengo que ahorrar para ponerle un par de cosas mas.

Lovino dejo la maleta en la habitación de Antonio y se sentó en el borde de la cama del español y observo lo poco que había a su alrededor.

-¿Te lo has pasado bien esta noche?

-El mejor año de mi vida,

-¿Sí?

Lovino asintió y se tiró sobre la cama.

-Cuando Gilbert era mi novio nunca quería venir a nada conmigo,no quería que mi familia le conociera, no quería que la gente lo viese conmigo....

Antonio se sentó a su lado y acaricio la cara de Lovino cuidadosamente.

-¿Le echas de menos?

El menor soltó todo el aire que estaba acumulando en sus pulmones en forma de un pesado suspiro.

-Se podría decir que sí- dijo el italiano agarando la mano de Antonio, entrelazando sus dedos con los del hispano -Pero no quiero que vuelva.

Antonio se inclinó y besó a Lovino dibujando una sonrisa sobre los labios del más bajo.

-Sabes a pastillas- susurro divertidamente Antonio contra los labios del italiano.

Lovino colocó un brazo alrededor del cuello de Antonio para acercarle más a él.

-Es tu culpa- murmuro mirando al español a los ojos mientras sus respiraciones se mezclaban.

-No he dicho que me moleste- sonrío Antonio.

Lovino se detuvo un momento a analizar las facciones del mayor.

-Un año contigo- susurró colando sus dedos por el alborotado pelo del español.

-Espero que no te canses de mi.

El italiano se rió volviendo a besarle.

-Idiota...

Anche se cado (SpaMano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora