Capítulo 4 - Atar hilos

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Capítulo 4 - Atar hilos

Antonio agarraba con su mano izquierda un paraguas semi transparente mientras la lluvia seguía cayendo sin cesar.

Cuando llego al pequeño porche de madera sacudió el paraguas y caminó hacia la puerta de madera que era de un color apagado apoyándose en el paraguas y una vez estuvo delante de la puerta golpeo varias veces la puerta.

En el interior de la casa se escucharon pasos que bajaban corriendo de forma torpe y ruidosa por las escaleras y la misma persona que había producido tal escándalo abrió la puerta.

-¡Lud! ¡Lud!- sonrió emocionado un pequeño italiano que pareció confundido al ver al español -Ve.... ¿Quien eres?

Antonio sonrió ampliamente.

-Soy un ángel- Antonio le guiño un ojo a Feliciano provocando que un sonrojo apareciese sobre las mejillas del pequeño italiano -Busco a Lovino.

Feliciano miro al mas alto dulcemente confundido mientras Antonio se apoyaba en el marco de la puerta.

-¿Mi hermano?

-Si, un chico malhumorado y es la persona mas atractiva internamente y exteriormente del mundo ¿Te suena?

-¡Antonio!- una tercera voz hizo presencia en la sala antes de que a Feliciano le diese tiempo de articular alguna palabra.

La cabeza de Lovino se había asomado desde es segundo piso, y ahora ,el chico, bajaba los escalones de dos en dos, dando largas zancadas.

-Aun no estoy listo- dijo Lovino mirando a Feliciano con cara de "piérdete" -Ven conmigo bastardo.

Lovino señalo el piso de arriba agarrando ligeramente la gabardina negra del mayor el cual se limito a asentir dejando su paraguas al lado de la puerta. Feliciano retrocedió un par de pasos dejándole espacio a el español para entrar, aunque la mirada penetrante que le dedicaba su hermano también le animaba a hacer esa clase de decisiones.

Caminaron hasta el cuarto de Lovino dejando a Feliciano en la puerta.

La habitación de Lovino estaba desordenada, su ropero estaba abierto y algunos de sus pantalones se habían cumulado sobre su escritorio.

Antonio se acomodo sobre la cama de Lovino mientras el italiano parecía retomar su labor de elegir algo para ponerse.

-Bastardo- dijo Lovino provocando que el mayor levantase la vista -Tengo que hacerte un par de preguntas.

-Claro, pero.... ¿Puedes cerrar la puerta?

Lovino cerro la puerta cuidadosamente mientras Antonio se quitaba cuidadosamente la gabardina extendiendo sus alas.

-¿Dónde vives?- pregunto Lovino mirando de arriba a abajo a Antonio para, seguidamente, centrarse nuevamente en su ropero.

-Al principio dormía donde pudiese, pero conseguí trabajo en una floristería y ahora incluso tengo un pequeño piso.

-Eso suena bien- comento Lovino rebuscando en su armario una camiseta o algo que le sentara bien.

-¿Algo mas?

"¡Eureka!" pensó Lovino estirándose para agarrar una camisa blanca y un jersey negro que estaban perfectamente doblados en el fondo del ropero.

-¿Cuantos años tienes?- pregunto Lovino sujetando la ropa que había seleccionado contra su pecho.

-No tengo 1000 o 100, si eso es lo que estabas esperando oír- sonrió Antonio con picardía -Tengo 20 añitos y recién cumplidos.

Lovino examinó las blancas alas del mayor que este batía suavemente moviendo el aire de la habitación. Examinó sus alas pluma a pluma hasta llegar al borde de estas las plumas en esta zona se habían teñido de un negro tan oscuro como las alas de un cuervo.

-Voy a cambiarme, vuelvo en un par de minutos.

Lovino caminó hacía el baño situado al lado de su cuarto dejando a Antonio solo, el cual observaba todo con expectación y curiosidad.

Era la primera vez que veía el interior de aquella vivienda, ya que no estaba permitido cotillear la vida dentro de las casas.

Antonio sabia lo básico sobre la gente que rodeaba a Lovino, su abuelo había sido militar, uno de los mejores. Su hermano menor era un estudiante mediocre que quería estudiar cocina, su novio era un alemán corpulento con mejores notas que él y más admirado. Había salido con un chico llamado Gilbert, un narcisista que se huyó en el momento que se dio cuenta de los problemas de salud que tenía Lovino, Matthew Williams es el novio actual de Gilbert, este chico parecía haber bajado de las nubes al pruso, era la única persona que parecía mostrar algo de cariño por Lovino y ,aunque sabía en que posición se encontraba, siempre intentaba hablar con Lovino.

Antonio soltó un suave suspiro, cerrando sus ojos y dejándose invadir por una extraña felicidad.

De Lovino lo sabía casi todo, por no decir todo ya que hacer eso sería no dejar ni un mínimo margen de error, sabía que tenía 17 años, sabía que amaba los tomates y el olor de la pasta recién hecha, no quería amigos, sus experiencias habían sido nefastas cuando se trataba de interaccionar con humanos ,después de que Gilbert lo dejase fue el momento en el que realmente decidió que no lo iba a seguir intentando, había construido una muralla impenetrable alrededor de él.

Lovino entró nuevamente en la habitación llevando una ropa que lo llevaba al limite entre lo hípster y lo arreglado.

Lovino se acerco a Antonio sin mediar ninguna palabra con el hispano, sintiendo como la mirada del otro se posaba en él. Lovino estiró sus brazos acariciando las alas de Antonio.

Esas alas eran un pequeño recordatorio de como de corto se estaba volviendo el tiempo para él.....Para ambos, un breve recordatorio de que las Moiras jugaban con el hilo de sus insignificantes vidas. Sería una pena darse cuenta de que lo quería cuando ya fuese demasiado tarde.

-¿Qué estas mirando bastardo?- pregunto Lovino agarrando de la mano a Antonio -Quiero salir hoy, no mañana.

Lovino permitió que en ese momento Antonio colara sus dedos entre los suyos, que se apoderara del control de su mano, algo que solo hizo que el corazón de Lovino diese un brinco en el momento en el que sus ojos hicieron contacto con la mirada del mayor y , sobretodo, cuando vio su radiante sonrisa.

Era hora de añadirle algo de dorado a la cuerda negra que controlaba sus vidas...

Mas bien la suya, ya que Antonio en ese instante parecía poder morir de felicidad....

Anche se cado (SpaMano)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora