DÍA 3

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El chico abrió sus ojos tan repentinamente, que de golpe despertó mas que solo asustado, inclusive algo mas que aterrado, él despertó rodeado de un terrible pánico, envuelto completamente en un mar de sudor, agarrado fuertemente a su cama, aferrado a ella como si el mundo se hubiera volcado de cabeza, casi con un despiadado llanto en sus ojos, ahogo un fuerte grito horroroso, su respiración estaba totalmente agitada, el chico lucia completamente moribundo, ¡fue solo una pesadilla... otra vez fue solo una maldita pesadilla! Se dijo para si mismo, tomo su teléfono celular y miro la hora, eran las 2:45am, este era ya el segundo día que él tenia la misma pesadilla. El chico se encontraba en medio de un callejón bastante oscuro, no había salida de allí, estaba rodeado por dos edificios totalmente abandonados, justo de frente se encontraba un horroroso mural que estaba en un estado de ruinas bastante notable, a el chico realmente esto no le afectaba en lo mas mínimo, él estaba acostumbrado a la cruel soledad que lo acompañaba día a día, y a los lugares oscuros, silenciosos, tenebroso y tétricos, sin embargo había algo que lo había atraído, conduciéndolo hasta ese lugar, el chico miraba con un gran asombro y algo perplejo hacia el mural, sus ojos brillaban intensamente entre esa oscuridad, caminaba dando unos ligeros pasitos bastante torpes, el chico estaba confuso y desconcertado al ver lo que se encontraba escrito en el mural, había otro color muy intenso que brillaba en aquella oscuridad, aquello se encontraba rodeado de un ambiente bastante pesado y una peste antinatural a sangre, muerte y azufre, esto era lo que le llamaba la atención. El chico se mantenía perplejo al leer aquellas dos palabras que se encontraban en aquel mural escritas con sangre, esas dos palabras marcarían el resto de su vida, ni siquiera el charco de sangre, ni los animales muertos o el penetrante olor a muerte lograban hacer que el chico se fijara en otra cosa mas que en aquella palabra. Suicidal Silence dijo el chico en voz alta, él no era muy bueno en esto de el idioma ingles, pero habían cosas que el había aprendido en sus años de curso escolar, el chico recordó que la palabra silence significaba silencio, y la palabra suicidal era para definir a una persona o acción, así que el chico lo asociaba y lo entendía a la perfección, silencio suicida dijo en un tono de voz alta, después de que el chico dijo esto, empezó a escuchar risas, risas demoniacas, risas aterradoras de sufrimiento, de angustia, de desesperación, de dolor. ¡Dolor! Grito fuertemente el chico, sus brazos le comenzaban a doler e incluso le ardían. El chico no podía dejar de mirar lo que se encontraba escrito en el mural como para poder ver lo que sucedía a su alrededor, estaba completamente inmóvil, el horror lo había vencido, pero él sabia que algo no marchaba bien, comenzaba a desvanecerse poco a poco, el chico podía escuchar las risas cada vez mas fuertes y penetrantes dentro de su mente, las podía escuchar justo detrás de él, e incluso las podía escuchar junto a él. El chico intentaba mirar sus brazos pero no podía, él solo sentía como un líquido descendía a través de sus brazos, y como le ardían los mismos, debo de estar sangrando, se dijo para si mismo, me he de haber cortado. Él sabia que había acertado, sabia que lo que estaba sintiendo en estos momentos era aun mucho peor del dolor que el sentía al cortarse normalmente, pero, que esta era la misma sensación, entre mas sangre perdía, mas rápido se desvanecía y mas fuertes eran las voces. El chico dejo caer sus parpados débilmente, cerrando sus ojos, manteniendo un ultimo aliento, jugando así entre la línea de la vida y la muerte, repitiendo aquel dolor infernal una y otra y otra vez por el resto de la eternidad. Justo cuando iba a desvanecerse por completo escuchó un grito horroroso de una voz que le resultaba muy familiar, él abrió sus ojos de repente y vio a su amada desvanecerse justo de su lado, el chico soltó un grito gutural completamente horroroso, ese era su mayor temor, perder el único apoyo de toda su triste y trágica vida. Lloraba, sufría, se lamentaba, se odiaba a si mismo, sentía una terrible y agonizante mezcla de todos y cada uno de los sentimientos justificables, revueltos con aquellos que no tienen explicación alguna, el chico estaba verdaderamente destrozado, se arrastraba a como podía intentando mantener su aliento solo para poder ver por ultima vez el rostro de la chica, a él no le importaba la sangre, tampoco tener que sufrir y mucho menos todas aquellas risas demoniacas, no le importaba que lo observaran ni que le atormentaran, a él solo le importaba ver a la chica una ultima vez. Llegó arrastrándose a como pudo, casi desvanecido por completo, él tomó el cuerpo de la chica por un brazo que estaba demarcado y totalmente masacrado por incisiones y cortes realmente profundos, la chica se había estado cortando, quizá de la misma manera en la que lo hacía el chico, él no le tomo mucha importancia, la abrazo, y justo cuando le corrió el cabello de su cara, el chico palideció a tal manera que despertó de impacto y en estado de shock de su horrible pesadilla. ¡La muerte me sonreía!, se dijo a si mismo. El chico intentaba relajarse, mantenerse tranquilo, encontrar la paz, el día definitivamente no iba a ser de gran ayuda, ya que a pesar de ser tan temprano, se podía sentir un desalentador aire frio mas profundo de lo normal para esta estación del año, el invierno apenas comenzaba a aparecer, pero, en los pocos días de haber comenzado, se habían desatado ya varias tormentas lluviosas y pocas pero aterradoras tormentas eléctricas realmente fuertes, e incluso algunas pequeñas tormentas acompañadas de un gélido y terrible granizo. La habitación del chico se encontraba justo en medio de la casa que habitaba, así que no poseía ventana alguna para poder observar fuera de ella y contemplar los fabulosos y majestuosos paisajes de esta estación del año, sin embargo, el chico poseía un pequeño tragaluz en el techo de su habitación, que al menos le permitía en estos momentos contemplar una ligera parte del cielo nocturno, una tormenta eléctrica que comenzaba a asomarse era lo que podía contemplar el chico de aquel paisaje. Él podía observar aquella destellante y hermosa luz que daba el resplandor mágico y el toque perfecto a aquel cielo, junto con aquellas densas y grises nubes que se encontraban allí ganando terreno y derramando sus gotas de lluvia fuertemente, así como el chico comenzaba a derramar sus lágrimas. Las gotas de la lluvia caen porque las nubes ya no pueden soportar su peso, y las liberan para poder completar su ciclo pensaba el chico dentro de si mismo, pero, mis lagrimas caen porque yo no puedo soportar mas el dolor que siento en mi pecho, justo sobre el área del corazón. Él estaba sufriendo nuevamente el dolor por perder a la chica de su vida, su alma gemela, la ilusión más grande que jamás resultaría posible, aquella historia sin ningún final, su perfecto para siempre. Las lágrimas comenzaban a descender más rápido de los ojos del chico, el miedo de sus pesadillas comenzaba a acecharlo nuevamente, la soledad y el silencio que lo acompañaban era lo que mas le atormentaba, el chico estaba desesperado, su cuerpo temblaba, lloraba ahogando su llanto en silencio, él no podía dejar que nadie en su casa se diera cuenta lo que estaba sufriendo, el chico sentía el temor de sus pesadillas, sin embargo, de una manera dudosa y escalofriante metió lentamente la mano bajo su almohada y saco la navaja que mantenía oculta, la sostenía con su mano de una manera extraña, como nunca antes lo había echo, sus manos le temblaban, quizá el chico estaba pensando en hacerlo, en escapar, en buscar por fin la libertad eterna, conseguir el suicidio. Sin embargo su expresión resultaba estupefacta, no era la misma de siempre, sus ojos ya no mantenían aquel brillo majestuoso cuando el chico sostenía con su mano la navaja, no, más bien, sus ojos denotaban horror y asombro, su expresión denotaba terror. El chico tomo con ambas manos la navaja sujetando cada extremo, temblando de una manera horrorosa, asomo su rostro para poder contemplar así su reflejo. El chico se notaba completamente desesperado, aterrado, las lágrimas caían sobre la navaja, manchando el reflejo, volviendo casi borrosa la visión sobre el reflejo del chico, por primera vez en mucho tiempo él hizo algo que incluso para si mismo resultaba extraño, volvió a meter la navaja en su lugar, paso los brazos sobre su rostro, secando así su desesperado llanto, se dio un par de abofeteadas, intentando relajarse y no pensar en absolutamente nada, se recostó sobre su almohada y se quedo mirando fijamente hacia las nubes, aquel resplandor mágico y perfecto constantemente, esto era lo único que lograba darle descanso y tranquilidad, pronto el chico se relajo y se quedo dormido. Los sueños comenzaban a aparecer de nuevo, esta vez, el chico estaba justo en frente de un niño pequeño, el día era realmente cálido, las florecillas estaban mas hermosas que nunca, esta mañana denotaba que era una época de felicidad y alegría, la brisa era ligera, el aire tenia un leve aroma bastante agradable a estofado de verduras y carne, el niño estaba bajo la sombra de un árbol, recostado justo en el fresco suelo, sosteniendo entre aquellas pequeñas y delicadas manitas unos crayones de colores alegres, el pequeño niño sonreía de felicidad y orgullo. El chico notó que el niño dibujaba algo que le hizo darse cuenta de la realidad, era él mismo hace ya muchos años, mucho antes de que su hermana naciera, mucho antes de comenzar a sufrir del silencio horroroso que le acompañaría siempre, mucho antes de que su mejor amigo fuera la navaja y su confidente la soledad. ¡No! Grito el chico, ¡Detente! El niño parecía no poder escucharle ni tampoco poder verle, el chico cayo sobre sus rodillas, las lágrimas comenzaban a descender de una manera terrible, esta vez el chico estaba sufriendo, no era llanto de tristeza, tampoco de felicidad, ni siquiera era un llanto, más bien era un lamento, el pecho justo del lado donde habita su corazón comenzaba a dolerle, el chico comenzaba a temblar, a sentir decepción, trataba de gritar, de despertar, trataba de correr hacia donde estaba el niño, pero no podía, se mantenía siempre en el mismo lugar. El chico trataba de despertar de su pesadilla, pero esto le resultaba imposible, justo en el momento cuando el niño terminaba su dibujo, el chico sabia que ya era demasiado tarde, que nada podría hacer que él evitara lo que estaba a punto de suceder. El pequeño niño estaba demasiado feliz, una felicidad tan pura, que todos sienten esa envidia al ver a un niño sonreír, una felicidad de verdad inocente, el niño tomo su dibujo, se levanto, sacudió su ropa y salió corriendo hacia el interior de su hogar. El sueño cambio, ahora el chico estaba en la habitación del niño, el pequeño niño sostenía entre sus manos su dibujo, las lagrimas que brotaban de sus ojos no eran para nada buenas, el niño lloraba con mucho dolor, su felicidad se había marchado para siempre, su ego y su orgullo estaban quebrantados, su madre le había dicho que las personas nunca eran felices, y que la vida no era un cuento de hadas, que dibujar solo era una manera de perder el valioso tiempo, su padre le había dicho que estaba decepcionado, que los hombres debían ver el futbol y la lucha libre, no estar haciendo esas cosas de niñas. Aquellas fueron las palabras que desataron los demonios sobre el chico, aquel fue el día que surgió el odio, el silencio, la soledad, la amargura, el rencor. Aquella noche fue la primera noche donde el chico deseo su muerte. El día empezaba a oscurecer, el niño miro su dibujo, había dibujado una casa, tres pequeñas personitas sonriendo, tomados de la mano, él estaba justo en medio, debajo del dibujo, el niño había escrito las palabras familia feliz, y un gran corazón que los rodeaba. La expresión del niño cambio de repente, ya no lloraba, frunció el seño, tomo el dibujo con ambas manos y lo rompió, una y otra vez cada parte, hasta hacer añicos el trozo de papel. El sueño volvió a cambiar, esta vez el niño estaba solo, se le notaban ya algunos años de más, su expresión de horror era fatídica, se lamentaba en silencio, su camisa estaba impregnada de un color rojizo horrible, un cuchillo de su cocina estaba tirado en el suelo, sus brazos estaban con unos pequeños cortes, y la sangre descendía de ellos, la soledad era fatal, y su silencio aun peor, aquella noche el niño vio por primera vez la muerte de cerca, el horror de las sombras, y la horripilante inmensidad del sufrimiento. El chico despertó otra vez de golpe, envuelto entre su espantosa soledad, el aterrador silencio, el imponente llanto y el océano de sudor, su respiración estaba agitada, el chico estaba desesperado y aterrado, cruelmente atormentado, continuaba pensando y preguntándose aun sin recibir respuesta alguna del porque, recordaba aquellas frases que se repetía a diario. ...Después de la tormenta sale el sol, después de la tempestad viene la calma, no hay bien que por mal no venga... Pero el chico seguía sufriendo, continuaba sin tener respuesta alguna, pensaba en los años que llevaba atormentándose, sin conseguir olvidar, fingiendo una sonrisa, fingiendo que todo estaba bien, el chico ahogo un suspiro y se pregunto así mismo, ¿Cuánto tiempo más? Tiempo se repitió, tomo rápidamente su teléfono celular y miro su reloj, eran las 11:07 am, es tarde se dijo a si mismo, tiro sus cobijas y se levanto de su cama, se tambaleo, casi cae al suelo, estaba mareado y muy cansado, pero lucho contra esto y se marcho a ducharse. Para el chico era re confortable sentir aquellas cálidas gotas de su bañera caer sobre su piel, su cuerpo estaba empapado como hace un par de noches, sus brazos le ardían de vez en cuando, eso le recordó lo estúpido que había sido al hacerse los cortes, se había arrepentido de ello, pero era tarde, él sabia que nada cambiaria el echo que ya se había cortado, pero, el chico sabia que podía hacer algo al respecto para no sentirse culpable de esta manera nunca mas, él pensaba en una solución distinta a esto, quizá escribir, quizá llorar sin tener que cortarse, quizá contárselo a alguien o a algo, quizá dibujar. Dibujar pensó nuevamente, las lágrimas volvieron, la tristeza volvió, la ducha ya no era re confortante ni alentadora, el ardor de sus brazos era molesto, el chico cerró el grifo y salió del baño con un llanto deprimente otra vez. No hay tiempo para llorar, se decía a si mismo, entró en su habitación, tomo su ropa de vestir formal, pero de colores oscuros y se mudo, al chico le fascinaban mucho las vestimentas de tonos de colores bastantes oscuros y apagados, principalmente si se trata del color negro, sin embargo él prefería usar ropas alegres para ir a la universidad. Una vez mudado, tomo su mochila y salió de su casa, decidió tomar el camino hacia la universidad a pesar de ser ya tarde. Mientras el chico caminaba, iba pensando cosas acerca del pasado, intentando buscar maneras alternas de cómo afectaría todo esto en su futuro, él pensaba si podría llegar a ser feliz de alguna manera, si llegaría el momento en el que definitivamente dejaría de usar las navajas como método de expresión, el chico pensaba que si en algún momento de su vida llegaría a tener hijos, él llegaría a ser un buen padre, o quizá, cometería los mismos errores por los cuales el chico tomaba aquellas acciones equivocas para evadir el dolor y la frustración. Aquel sentimiento de soledad y tristeza comenzaba a abarcar de nuevo en él. El día envejecía rápidamente, los rayos de sol acechaban con un ligero tono anaranjado entre aquel cielo gris lleno de nubes, esto resultaba aun más doloroso para el chico, ya que durante las vacaciones de verano, el visitaba la casa de su abuela, persona a la que mas amaba en este mundo, mientras ella hacia hasta lo imposible por darle amor al chico, él solo se sentaba en el corredor para contemplar el majestuoso atardecer, cada día durante el verano, aquel atardecer anaranjado, mientras el sol moría, y la luna cobraba vida, el aire era cálido, junto a la compañía y seguridad de su abuela que resultaba ser acogedora, este era quizá el único recuerdo de felicidad que aun mantenía el chico en si mismo, las lagrimas regresaban, el dolor se hacia mas profundo, pero el chico no podía ser débil, no ahora, no. Él se encontraba justo en la entrada de la universidad, listo para recibir sus clases de literatura, esta era su materia favorita, ya que podía usar las palabras para poder expresar sus sentimientos de una manera profunda, su profesor le decía que era realmente bueno, e inclusive, le repetía en cada clase que era uno de sus preferidos, lo que el profesor no sabia, era que el chico expresaba su vida diaria en forma de poemas, y que esto para él, era solo una manera de poder hablar con alguien y expresar así todos sus dolores, tristezas, aventuras, felicidades, alegrías, angustias y demás. Como era normal, en cada clase el chico debía hacer una obra literaria, y él optaba siempre por escribir un poema, sin embargo hoy le resultaba un poco difícil escribir algo, ya que en momentos se sentía muy feliz y animado, pero, luego comenzaba a recordar sus pesadillas y la realidad de estos días, el chico intentaba no llorar. Después de un largo rato logró escribir su poema, y se quedo mirando hacia el exterior de su salón de clases, el chico contemplaba la hermosura de aquellas ramas del árbol de pino, de las cuales caían restos de gotas de agua que dejo la lluvia, era un paisaje muy hermoso, se podía contemplar mucha naturaleza, además de los salones que estaban decorados con pinturas de colores vivos, y dibujos con animales y plantas, también se podían observar los rayos del sol de la tarde, las ventanas estaban bajas y entraba el aire fresco que comenzaba a perder calor de una manera considerable, el chico comenzaba a perderse entre sus pensamientos como ocurría siempre, pero, el chico escuchó algo que lo trajo de regreso a la realidad, era el profesor que comenzó a leer su poema frente a toda la clase, pronunciando así sus palabras escritas. ...Cierra los ojos, escucha mi voz, siénteme a lo lejos, el dolor es como de una oz, puedes abrirlos, siente el frío, no intentes seguirlo, ahora es solo un vacío... Justo cuando el profesor termino de leer el poema del chico frente a toda la clase, hubo un momento de silencio bastante molesto ya que todos volvieron a mirar hacía el lugar donde se encontraba el chico, quizá nadie comprendió aquellas palabras, o quizá se estaban preguntando el motivo de porque las lagrimas descendían silenciosamente sobre las mejillas del chico. Este poema contenía demasiados sentimientos, ya que cuando él lo escribió pensaba en la chica y en todo lo que había ocurrido estos días atrás, él empezaba a recordar aquella noche cuando había salido corriendo después de haberle gritado a la chica, el chico comenzaba a sentirse miserable y culpable nuevamente, pero, algo le impedía recordar, ya que al escuchar a sus compañeros aplaudirle, su rostro esbozo una sonrisa estúpida, él sabía que no era felicidad, sino, mas bien era de incomprensión, ya que el chico no entendía con exactitud lo que ocurría a su alrededor, él no tenia palabras para agradecer a sus compañeros, o mas bien para explicarles, justo cuando comenzaba a ponerse de pie, sonó la campana de la universidad, el chico jamás había deseado tanto ese momento, tomo sus cosas y se comenzaba a retirar del salón, pero algo lo detuvo, escuchó al profesor pedirle un momento a solas y el chico asintió. Cuando todos se hubieron marchado de la clase, el chico se acerco hacía el profesor, mirándolo con cara de incomprensión, el profesor le miro a los ojos y le preguntó que si se encontraba bien, el chico se sentía acorralado, sabía que el profesor de literatura comprendería aquel poema, pero, el chico no le mantenía mucha confianza como para contarle cosas de su vida personal y menos de que trataba el poema, sin embargo, el chico decidió responder a todas las preguntas con total honestidad, ya que aunque no era su mejor manera de socializar, se sentía bien al saber que alguien le escuchaba, así que le comenzó a contar acerca de sus pesadillas, el motivo por el cual él escribía los poemas de esta manera, el chico también le conto parte de lo que había ocurrido noches atrás con la chica, y le confeso al profesor que el poema trataba sobre eso, la parte en la que pide que cierre los ojos, se refería acerca de la chica y que intentara sentir el dolor que él sentía, y luego la parte en donde le pide abrirlos se refiere acerca de lo que sucede cuando la esperanza se marcha. El profesor solo asentía, tratando de asimilar todo esto, pero, no encontraba las palabras necesarias o exactas para aconsejar al chico, solo logró mirar al chico con un gesto de compasión y tratar de explicarle de una manera vacilante que siempre existiría una salida sobre cualquier tema del que se tratase, y que la felicidad dependía en si, no de un sentimiento, sino de un algo que la provocara, así que debía buscar ese algo con lo que pudiera sentir felicidad. El rostro del chico esbozaba una sonrisa bastante fingida y muy notable, él intentaba mantener a raya su dolor y sus emociones, así que solo le agradeció al profesor por sus consejos, por haberle escuchado y por haber charlado un rato con él. El profesor le respondió que había sido todo un placer y que siempre estaría para charlar con él un rato y también para escucharle. El chico le agradeció nuevamente, tomó sus pertenencias aún fingiendo su sonrisa y se marchó. La noche era clara, ya no había tantas nubes en aquel cielo, la inmensa hermosura de la luna llena se podía contemplar, el aire que recorría los lugares por donde caminaba el chico era cálido y fresco, como aquella noche cuando conoció a la chica. El chico se detuvo a contemplar por unos momentos aquella hermosa y majestuosa luna llena mientras los recuerdos de su promesa le resonaban dentro de su mente. ...Mira hacia el cielo, busca la luna, mira a través de ella, cierra tus ojos, que yo te veré a ti y te protegeré a través de esa misma luna estés donde estés... Aquellas palabras que el chico le dijo en forma de promesa a la chica para cuando él estuviera lejos de ella fueron las causantes de las lágrimas que comenzaban a derramar los ojos del chico, esos recuerdos eran los que le hacían sentir mas culpable en estos momentos al chico, por haberla dejado, pero, también las sensaciones de soledad y angustia, y los sentimientos de odio y rencor, son los que hacían que sus recuerdos se tornaran amargos y desagradables para él. El chico continúo con su camino hasta llegar a su casa, miró una ultima vez hacia la luna llena, cerró sus ojos fuertemente intentando encontrar una ultima vez aquel recuerdo que mantenía vivo para sí mismo sobre la sonrisa de la chica tratando de confiar en el chico, justo en el momento cuando él le prometió que estaría con ella y la protegería siempre pese a la distancia. El chico sonrió por unos instantes, abrió sus ojos intentando buscar a la chica desesperadamente, mientras el llanto y la soledad lo abarcaron. El chico se entero en ese momento de la verdad, ella ya no era real para él, ahora la chica era solo un triste, trágico, confuso y desalentador recuerdo vacío en la historia del chico.

Suicidal Silence #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora