Mathias la escuchó llorar, un llanto débil y apagado, entre una tos seca y ahogada. Él apretó fuertemente sus rodillas contra su pecho abrazándolas, y colocó su rostro contra ellas. Las lágrimas comenzaban a descender, ardientes de ira, por ser un cobarde todo éste tiempo e intentar escapar y dejarla sola, y de miedo, miedo a la soledad que él mismo había causado. Su pecho se elevaba y descendía cada vez con más frecuencia, agitando su respiración, mientras Mathias se mantenía mirando un punto sin lugar y su mirada se distorsionaba en recuerdos. La tarde era gris, como todas las demás, no por la lluvia, si no, por la vida que llevaba. Desde hacía un tiempo que nada tenía sentido, las personas solo estaban por interés, la familia no lo toleraba, las amistades... Ni siquiera sabía si realmente existía ese concepto en su vida. Siempre pasaba solo, con miedo, miedo a que fuera así para siempre. ¿Así era la vida? ¿Siempre debía ser así? El chico siempre se lo preguntaba. Con cada día que su miserable vida transcurría, la depresión, soledad y el miedo crecían, haciéndole tomar caminos estúpidos y equivocados, que lo llenaban de una especie de trance, que le hacía sentir bien, al principio. Sentir aquel dolor era lo que le llenaba, ver la sangre descender, sentirse libre. Pero, con forme avanzaba el tiempo, ya no era lo mismo. Todo empeoraba, todo, menos una cosa. Su miedo.
Khione ya podía moverse un poco más, no como lo habitual, pero, si un poco. Ella seguía contemplando con curiosidad aquella extraña sombra. Era todo tan complejo, pero, tan simple, complejo porque a lo poco que su confusa mente le permitía entender, la sombra, extrañamente solo una, estaba allí en un rincón, sufriendo en silencio, temblando. Y simple, porque seguía siendo una sombra. Con forme avanzaba el tiempo, Khione dejó de prestarle atención a la sombra que se había quedado completamente quieta, seguía allí, pero, inmóvil.
Mathias corría desesperadamente por alcanzarla, en realidad, no estaba desesperado, pero, lo aparentaba con tal de verla sonreír de nuevo. Desde que ella había llegado a su vida todo había cambiado. Él sonreía, ya no tenía miedo, ni siquiera recordaba tenerlo, no se sentía solo, y sus días grises habían tomado color. Cabía la duda, de que en algún momento ella iba a marcharse, después de tomar lo que buscaba, ese concepto si se mantenía para él, pero, no le portaba. Era feliz y se sentía bien, era todo lo que le importaba. Ella le importaba. Pasaban los días y el chico sentía algo más profundo cada vez, algo por ella y por lo que estaba haciendo de él.
Una risa, eso la sacó de su trance. Khione cortó más profundo de lo que pretendía por culpa de lo que escuchó, o creía haber escuchado, aún no estaba segura. Las lágrimas descendían, la felicidad había muerto. Ella estaba segura que solo fueron las estúpidas voces a las que escuchó hablar como el chico. Khione lo amaba, lo extrañaba, y aunque odiaba admitirlo, ella lo necesitaba. Un suspiro escapó de su garganta y gruñó fuertemente. Un segundo después vio a la sombra moverse desesperadamente en el mismo lugar, y golpear la pared. -Mierda- pensaba Khione presa del pánico. Sus sombras eran solo eso, sombras. Todo esto no podía ser real, pensaba para sí misma, paralizada, presa del pánico.
ESTÁS LEYENDO
Suicidal Silence #Wattys2017
Teen FictionSuicidal Silence©, Una obra literaria escrita por K. C. Valerio (Kendald Campos) esta basada en la realidad de las muchas historias de los jovenes con problemas, en especifico el Silencio Suicida relacionado a la parte afectiva... ...Abarcado por la...