DÍA 4

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La chica despertó entre aquella profunda oscuridad, rodeada del normal, pero, aterrador silencio suicida y la desesperación de su habitación que siempre le acompañan, atemorizada por la angustia que sentía hacía sus recuerdos. El horror que se denotaba en sus ojos cansados era indescriptible, ella estaba harta de temerle a las sombras que aparecían siempre en los peores momentos. Las voces que escuchaba a diario se adueñaron nuevamente de su cordura, ellas susurraban fuertemente dentro de su mente el deseo de la muerte. La chica temblaba, ella estaba llorando y lamentándose nuevamente por lo que había ocurrido hace unos días con el chico. Ella continuaba esperando sus cartas, sus mensajes, sus llamadas, sus visitas, todo. Ella lo seguía esperando a él, pero, el chico jamás llegaría, y ella lo sabía. La chica intentaba sentirse siempre segura en momentos como este, a ella la reconfortaba pensar y recordar las promesas del chico, saber y creer que el siempre estaría para protegerla, pero, ella sabía que todas las personas tienen un limite, sin embargo, ella continuaba aún sin entender el motivo, o la razón del porque había ocurrido todo esto. La chica dejó escapar un ahogado suspiro de lamento, las lágrimas continuaban descendiendo sin piedad alguna sobre su rostro, sin aquellas manos que las secaran, sin aquella voz que le diera seguridad y tranquilidad, sin aquellos brazos que le daban grandes y fuertes abrazos llenos de protección a la chica, ella pensaba cada día en esto y justo ahora se sentía mas culpable que nunca, ella intentaba pensar en que todo esto pasaría y que el amor del chico volvería nuevamente a ella, pero, conforme pasaban los días, la chica perdía aquella esperanza. Esperanza... Esperanza... se repetía una y otra vez para sí misma, la depresión la acechaba, ella sentía como sus aterradores recuerdos regresaban. Aterradores, porque, por más que la chica lo deseaba, ya nada cambiaria su pasado, sus recuerdos, todo lo que había ocurrido. A la chica lo que mas le aterraba de sus recuerdos eran aquellos que eran profundos, como las promesas del chico, aquellas promesas que llenaron de felicidad y alegría sus días, son las mismas que cada día que pasaba le dejaban heridas cada vez mas profundas, la chica soltó un lamento depresivo, suspiró y se echó a llorar. Ella estaba angustiada, preguntándose si el chico la extrañaría, si ellos serian capaces de arreglar sus indiferencias, como siempre lo habían hecho, si ella volvería a escuchar la voz del chico diciéndole que la ama, o si le escucharía reír de felicidad junto a ella, si podría volver a sentir sus abrazos y su protección. La chica cerró sus ojos mientras comenzaban a aparecer sus recuerdos de aquellos primeros días. Aquel momento cuando ella conoció al chico, ambos estaban felices, tomados por las manos, recostados a un árbol que había junto a aquel pequeño lago al que la chica frecuentaba, los chicos estaban sonriendo, llenándose de cariño y de amor mutuamente, la chica sonreía tontamente mirando el rostro del chico, mientras él la contemplaba y le decía lo hermosa que se veía, lo hermoso que era estar a su lado, lo perfecto y maravilloso que había sido su vida al conocer que había alguien destinada a estar junto a él. El chico tomo las mejillas de la chica de una manera tan delicada, como si se pudiesen romper en cualquier momento, acercó su rostro al de la chica mientras le miraba a los ojos pudiendo así contemplar su alma, porque, dicen que los ojos son las ventanas del alma. Él le esbozo una sonrisa a la chica, ella se ruborizo, tomo el rostro del chico con sus delicadas manos, se acerco a su boca, rozo su nariz con la del chico y beso sus labios lentamente. Por unos instantes la chica recordó aquello que significaba sentir. Sentir desde lo más profundo del alma, mucho más allá del mismo cuerpo, más allá de la piel, o del vivir. Esta vez el beso que ella le estaba dando al chico tenia un profundo valor de amor y seguridad, ya que la chica estaba siendo feliz, sonriendo por sentirse de esta manera, como si algo estallara dentro de ti, algo que te da un repentino cosquilleo en el estomago, como si de mariposas se tratara, y te da la sensación de vivir al limite tu vida. Sensación acompañada con una carga de adrenalina y por los más profundos deseos del cuerpo, de las emociones y del placer. Después de un rato la chica abrió sus ojos, y ella estaba de regreso a su cruel realidad, llorando mientras buscaba las caricias del chico, su protección y su amor. La chica tenía algo en claro, él ya no estaría allí nunca más. Después de recordar lo que el sentir significaba para ella, de la alegría que sentía junto a aquellos sentimientos, la sensación de las caricias a lo que amas, sentir esos gestos que te desnudan el alma, con una profundidad indeterminable para algo que tú ser y tus sentimientos anudan, y que te hace volver a querer sentir ese amor tan deseable. Aún así la chica continúa con el miedo de volver a sentir todo esto otra vez, ya que ella continúa creyendo que el chico jamás volverá y todo lo que hace es fingir que eso jamás pasó. Las voces ya se habían marchado, las sombras tampoco estaban. La habitación de la chica parecía ser una fría tumba, bordeada del profundo color negro y con muy poca iluminación por parte de la luna, ya que a pesar de estar en su fase de luna llena, esta rodeada de nubes que oscurecen su luz, aquel viejo árbol seco por fuera de su ventana, y el silencio habitual que rodea la habitación le da ahora el toque perfecto y siniestro. El clima tampoco resultaba de gran ayuda, ya que a pesar de ser tan temprano, el día estaba realmente frio, mucho mas de lo normal, y de lo habitual, tanto para estas horas, como para estos días del invierno que apenas comienza. La chica comenzaba a sentirse identificada con esto del clima, ya que ella junto a su corazón comenzaban ahora a volverse más fríos que nunca, amenazando de esta manera y obligando a sus sentimientos y emociones a ser así, muy distantes. La chica estrujaba su almohada de vez en cuando, intentando conciliar el sueño, luchando por ello realmente, dando vueltas de un lugar a otro, de aquí hacia allá, y de allá hacia aquí dentro de su cama, era realmente incomodo, ella intentaba algunas veces contar de manera regresiva mientras cerraba sus ojos y se dejaba llevar así por sus sueños, pero, todo resultaba imposible. Ella no podía dejar de pensar en sus recuerdos, en todas aquellas horas junto al chico, en cada sentimiento, cada emoción, en cada detalle, en todo. Los recuerdos se volvían cada vez mas profundos, cada vez contenían mas valor que antes, cada gran detalle del recuerdo parecía perder importancia, pero, cada pequeño detalle ganaba valor conforme aparecían en sus recuerdos una y otra vez dentro de su mente. Cuando por fin le comenzaba a ganar la partida el sueño, un recuerdo desde lo más profundo de si misma le llego a todos y cada uno de sus sentidos, reavivando aquella llama de felicidad y compasión casi extinta por el amor de la chica hacia el chico, tocando sus mayores anhelos del deseo de la felicidad, afectividad, consuelo y de placer. Aquella mañana era realmente cálida, los rayos del sol eran suaves y reconfortantes después de varios días de lluvia continua, el aire fresco olía a flores silvestres, el lago se podía ver en calma y el agua comenzaba a aclarar, la ligera brisa que recorría su largo camino de vez en cuando daba aquel mágico momento que le daba oportunidad a la chica para besar al chico, pero estos besos no se notaban como los demás. La chica estaba acostumbrada a que el chico fuese muy romántico antes de besarla, ella sentía que el chico trataba de hacerle sentir siempre única y especial, usualmente el chico la abrazaba, rosaba su nariz junto con la de la chica, le besaba la frente o incluso la recostaba sobre sus piernas mientras recogía lentamente los mechones de cabello que quedaban colgados en su cara, y así de paso la acariciaba, algunas veces incluso hacia pequeños remolinos sobre el cabello de la chica con sus dedos y eso a ella le agradaba, pero, esta vez ella no solo se sentía única o especial, tampoco era la misma rutina de siempre. Con cada beso que la chica le daba a él, algo se encendía cada vez más dentro de si misma, algo que le llenaba, no solo de amor, o de felicidad, tampoco de deseo. No. Era mas bien de placer. La chica sabía que no era solo el rosar de sus labios junto con los del chico, tampoco era el rosar de sus lenguas lentamente al ritmo de las caricias o de los sentimientos de amor, no eran esos abrazos fuertes llenos de emotividad y seguridad que él siempre le daba en los momentos justos. Era algo que ella anhelaba, era el deseo de pertenecerle al chico, no como si fuese una utilidad cualquiera, sino como su prometida. Un deseo que solo las chicas comprenderían, algo que ha de ser mágico, perfecto, hermoso, feliz, algo que te dan las ganas suficientes para querer hacerlo, sentirlo, vivirlo, recordarlo, algo con mucho valor ético, pero, aun con un valor personal y moral demasiado profundo y que todas las chicas lo desean tanto como ella. La chica miraba directamente hacia los ojos del chico, buscando rastros de deseo, placer y esperanza una y otra vez cuando se presentaba la oportunidad. Ella quería estar segura, confiada y aferrada a la ilusión de creer que el chico desease lo mismo. La chica tenía garantizada la seguridad de que el chico jamás le sería infiel, o que él la cambiaría, ya que con el tiempo que llevaban juntos se habían presentado algunas cuantas oportunidades para que el chico la cambiase, sin embargo, el chico haría cualquier cosa por la chica y para él, ella era única y especial en su vida, y la chica esto lo tenia claro. La chica a veces creía que habían otras chicas mas hermosas, mas cariñosas, mas emotivas, mas felices, algunas veces, incluso ella misma se sentía muy mimada con todos los gestos que el chico hacía por ella, porque hacía que la chica luciera interesada y ella realmente no era así. Quizá si le gustaba eso de ser la favorita del chico y ser su consentida, pero, jamás lo buscaría a él por interés. Él chico simplemente se limitaba a hacer que la chica se sintiera amada y perfecta, como ninguna otra chica cada vez que ella pensaba en estas cosas, justo como en este momento, porque, ella sabia que el chico la notaba distraída y pensativa, así que él le beso la punta de la nariz mientras la chica sonreía, luego la abrazo y besó sus labios lentamente, pero, con un increíble y amplio gesto de ternura. La chica estaba decidida, esta vez ese beso le hizo encender todas las luces del placer y del deseo. Ella sentía como si millones de chispas le hicieran algún tipo de cosquilleo dentro de si misma y a su vez sentía como el corazón le latía de manera agitada mientras todos y cada uno de sus sentidos regresaban a la vida. Las mismas sensaciones continuaban una y otra vez, mejoraban con cada beso, con cada gesto, con cada caricia que el chico le daba a ella, cada diminuto detalle le producía a la chica un pequeño éxtasis de placer y felicidad, pero esta vez, ellos no se encontraban en el lago, tampoco en el parque o en algún lugar publico, la chica estaba en toda la comodidad y privacidad de un hogar, se sentía mas segura, acogida, protegida y amada que nunca. Ella estaba en la habitación del chico, recostada sobre sus regazos, mientras él la besaba lentamente, mientras le acariciaba su rostro y besaba de vez en cuando su frente. La chica estaba decidida a entregarse al chico, ella creyó que este era el momento mágico y perfecto con el que ella siempre fantaseaba, así que se acerco al rostro del chico mientras lo acariciaba, rozó su nariz junto con la de él y cuando le iba a besar sus labios, corrió su rostro justo hacia el cuello y lo besó. La chica se sentía un poco incomoda con esto, ya que ella no estaba del todo segura de lo que sentía él, aun así, besó el cuello del chico esperando la respuesta definitiva a que él sintiera lo mismo que ella sentía justo ahora. Ella miró el rostro del chico y notó el rubor, el placer y el deseo de que sucediera de nuevo. Ella volvió a acercar su rostro al del chico a manera de seducción para besarle el cuello de nuevo cuando fuera el momento preciso. La chica le iba a besar primero los labios, luego ella iba a comenzar besando y descendiendo por su barbilla hasta llegar al cuello, pero, esta vez fue el chico quien besó los labios de la chica. La sorpresa fue que mientras él besaba a la chica, con sus manos le acariciaba los brazos a ella de una manera muy dulce y cariñosa, para ella esto era un gesto de amor, de placer, de una sensación tan perfecta que resultaba indescriptible. Mientras ella sentía todo esto el rubor se le subía a su rostro y un escalofrió le recorría todo su cuerpo, de repente ella se entero de que el escalofrió que sentía era porque el chico se encontraba descendiendo sus besos largos y profundos hasta su cuello. No era solo uno, o dos, ella sentía muchos escalofríos, pero, era perfecto. La chica no quería que el chico le dejara de besar el cuello nunca. Ella sentía algo más que solo placer, algo aun más que el deseo mismo. Ella sentía el verdadero amor, deseo y placer. La chica abrió sus ojos desesperadamente, mirando de un lado hacía otro como si buscara algo. Ella estaba sudando, su rostro estaba ruborizado y se le notaba una expresión de felicidad mientras las sensaciones de su perfecto y placentero recuerdo le recorrían por todo el cuerpo, llenándola de escalofríos y reavivando así todas sus emociones y cada uno de sus sentidos.


Suicidal Silence #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora