Día 8 (Parte 6)

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El chico seguía a Khione silenciosamente unos cuantos pasos detrás de ella, a través de un sendero oscuro, iluminado únicamente con las estrellas del cielo nocturno. Él la contemplaba por la espalda, su cabello caía sobre sus hombros, y llegaba hasta la mitad de la espalda, cortado perfectamente en puntas con forma de V. Cuando el chico alzó su vista, intentó hablar, pero, lo único que consiguió fue un molesto silencio. Su voz no le respondía. Mathias se detuvo un paso antes de chocar contra la chica, ella se había detenido, y bajó su cabeza. Él intentó dar un paso y abrazarla, pero, su cuerpo no le respondió. El chico veía como las lágrimas brillaban en aquella oscuridad, veía como caían y rompían contra el suelo. La chica se desmorono segundos después y su voz golpeó en la cabeza del chico. -Ayudame- susurraba ella. Él seguía luchando por avanzar, por hablarle, por abrazarla, por besarla, pero, todo era inútil. La chica comenzaba a temblar y a pedir ayuda cada vez con un tono de voz más bajo. Él chico la vio levantarse unos instantes después y ella se desvaneció. Mathias abrió sus ojos de golpe, asustado, todo estaba oscuro. Era ya de noche, él se había quedado dormido, y un molesto ruido le despertó de sus pesadillas. La puerta del cuarto de la chica continuaba cerrada por lo que el chico supuso que ella no había despertado aún. Él estaba dispuesto a pasar la noche allí, con tal de ver a la chica, aún sabiendo que todo aquello era una locura, así que colocó su cabeza contra la pared y cerró los ojos, intentando dormir de nuevo. Un gemido de angustia tras otro, se escucha en todo el lugar, justo cuando el chico comenzaba a quedarse dormido. Él se levanto de golpe, alerta y con los ojos inyectados en sangre. El sonido apareció de nuevo, pero, no era un gemido, no, mas bien era un quejido. Después de inspeccionar un poco de donde provenía el sonido, el chico dio con el lugar. -¡Mathias!- escuchó que le llamaban en un murmuro de auxilio con una voz muy frágil justo detrás de la puerta, en la habitación de la chica. El chico se alarmó y se desesperó, sacó el clip con el que mantenía prensada una foto en su billetera y se dispuso a abrir la cerradura de la puerta. Un tiempo atrás él había aprendió a hacerlo, ya que en ocasiones olvidaba sus llaves y se quedaba puerta afuera. Después de darle forma al clip, lo giró varias veces y logró habrir la puerta con sigilo. Su rostro al ver el horror que era la chica, denotaba en su expresión algo mas que miedo e incredulidad, era una mezcla constante entre nerviosismo, y estupefacción. La chica estaba más pálida de lo que él pensaba, ella temblaba y sudaba. Él chico se acercó para poder mirarla mejor. A pesar de su estado, era preciosa y perfecta. Él no la recordaba. Claro que sí la recordaba, pero, verla ahora, después de lo que ha parecido una eternidad para él, y aún así, en estas condiciones, para él ella estaba perfecta. La chica temblaba cada vez mas fuerte, conforme el chico se acercaba, quejándose y revolviéndose incomoda en la cama. Él la rodeo con un brazo, sin importarle nada. Su cuerpo estaba completamente helado, sudoroso y temblaba con más fuerza. Su expresión se intensificó a modo de horror y dolor. Los ojos del chico se encontraban aún mas inyectados en sangre que antes, a punto de romper a llorar. El dolor era notable, no por verla a ella así, bueno, en parte sí, pero, la mayor parte era por estar ahí, abrazándola sin poder hacer absolutamente nada. -Khione, mi amor... Despierta- Susurraba el chico a su oído -Es solo una pesadilla- la voz le flaqueaba -Te amo, soy yo Mathias- él ya no podía hablar y en lo que pareció mas un murmuro dijo -estoy aquí-. Pero nada. No hubo otra reacción mas que los temblores que se intensificaban, y los quejidos constantes. El chico no quería dejar de abrazarla, no quería apartarse de ella, y la lucha que liberaba entre si mismo, la había perdido. Él estaba ahí. Casi con el corazón afuera, latiendo demasiado rápido, las bilis las tenía en la garganta, a punto de vomitarlas. Él no quería abandonarla nunca más. Una nueva batalla surgía en su interior, esta vez con su moral, acerca de quedarse o no, de llamar a el servicio de emergencias o esperar. El chico decidió rápida y egoísta mente la opción de sentarse a la par de una esquina de la cama, en el suelo, y esperar, así que apoyó su cabeza contra el muro y cerró sus ojos fuertemente intentando alejarse de los quejidos de la chica con recuerdos alegres del pasado.

Suicidal Silence #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora