ーBien, les contaré mi historia y por qué estoy aquí ーdijo Erunestianー pero por favor, no me pregunten hasta que no haya terminado. Después de haberla escuchado por completo, podréis entender todo perfectamente ーMateo y Helena se pusieron cómodos, y prometieron no hacer ninguna pregunta por más confundidos que estuvieran.
Entonces Erunestian empezó:
Me llamo Erunestian, hijo de Máfortion y Thurwaithiel; soy el príncipe del clan Erymannen. Nací hace dieciséis años, cerca de aquí, en las aguas cálidas del Odavayanna (Pacífico Sur).
Al poco tiempo de nacer mi madre murió, así que mi padre, a pesar de tener sus grandes responsabilidades como jefe de Erymannen, me crió casi solo. Él siempre fue muy duro conmigo, yo debía estar preparado para heredar algún día la posición de jefe. Es un trabajo difícil, especialmente para la gente del mar, ya que el jefe, no solo tiene que velar por el bienestar de su pueblo y dirigir el camino (la gente del mar es nómada), sino también proteger al clan del peligro y procurar que no mueran de hambre. El jefe debe convertirse en el más fuerte y el más sabio del clan puesto que la muerte y la extinción acechan a mi pueblo, mientras más gente hay en la tierra, menos gente hay en el mar.Hace miles de años, la gente del mar y la gente de la tierra se conocían y podían incluso a llegar a convivir e intercambiar. Pero cuando la avaricia de los humanos creció, hubo una gran catástrofe, la gente del mar huyó llena de miedo y rencor, y nunca más apareció ante los ojos de los humanos. Poco a poco nos olvidaron, quizá fue nuestro error el permitir que los hombres creyeran que son la única especie humana de este mundo, pero ahora ya no tiene caso lamentarse por eso.
Gracias a la educación de mi padre aprendí a ser valiente, sabía usar bien la red y la lanza para luchar y pescar. Debía ser muy astuto para nunca dejar que nadie sea visto por las personas, o atacado por algún animal grande. Todo mi clan me respetaba, me seguía y confiaba en mí. Era el brazo derecho de mi padre, y me llamaban "el corazón y ojos de Erymannen". Decían que parecía como si yo pudiera entender lo que ellos sentían. Estaba siempre dispuesto a servir a mi pueblo y prever lo que necesitaban. Sin embargo, había algo que siempre sacaba a mi padre de sus casillas, y era que yo sentía una extrema fascinación por los seres humanos, no les temía y creía que solo en ellos estaba la salvación de nuestro pueblo. Mi padre me castigaba cada vez que yo intentaba espiar un barco o cada vez que le decía que pensaba que quizás no todos los humanos eran crueles. A mi en cambio me consternaba que nosotros estuviésemos retrocediendo y acobardándonos en lugar de luchar por nuestra propia existencia. Yo sabía que debería llegar un momento en que los hombres tengan que conocernos, y si no llegaba ese momento, sería demasiado tarde para nosotros y nos extinguiríamos en silencio. Durante años, aprendí a vivir con esa indignación. Hasta que llegó el día en que ya no pude aguantar más.
Aquella vez, un grupo de muchachos y yo buscábamos comida. Pero no habían peces y el agua tenía un sabor a muerte, entonces supe que algo malo estaba sucediendo. De pronto, vimos aproximarse una embarcación. Mis compañeros quisieron huir, pero yo los detuve. Me revolvió el estómago ver las cosas que arrojaron al mar. Estaba acostumbrado a ver botes arrojando cualquier cosa, pero este en particular arrojaba era cuerpos humanos que teñían de sangre toda el agua a su alrededor. El último que cayó al mar, aún estaba vivo, atado de manos y pies, enviado directo a una muerte horrible.
ー¡Mi señor! ーAdvirtieron mis compañeros, suplicándome que diera la orden de marcharnos de ahí.
ーDebemos rescatar a esa personaー dije empuñando mi lanza.— Aún está con vida.
El bote partió mientras la persona se retorcía tratando de liberarse. Mis compañeros asustados, no querrían ni acercarse a un humano. Criatura tan vil, merecía la peor muerte. Pero abandonarlo así a su suerte sin saber si cometería o no un crimen, ¿no nos estaría convirtiendo a nosotros en criaturas viles también?
Antes de que yo pudiese nadar hacia él, mis compañeros me sostuvieron fuertemente de los brazos mientras repetían muy nerviosos:ー¡No debemos acercarnos!
Yo luché con todas mis fuerzas por librarme de ellos y salvar al desdichado, pero no pude, y mientras me alejaba jalado por sus firmes manos. Observé como dejó de luchar y empezó a hundirse hacia el olvido. En ese momento mi mente se detuvo, dentro de mí la rugiente ira que ardía, se apagó. Ante mis ojos solo estaba el abismo infinito del océano al cual nosotros también un día nos uniremos. Pero yo no querría que todo mi pueblo se fuera así como aquel desafortunado, torturados, silenciados, cegados...
Me dejé arrastrar por mis compañeros. Sentí que en ese momento una parte de mí moría. Admiré el profundo azul de las aguas, nunca me sentí tan insignificante. Daba igual si nadaba o no nadaba, si vivía o si moría, el mar seguiría siendo azul y todas las criaturas morirían para ver nacer a otras. ¿Por qué creemos entonces que somos los hijos del dios del todo y los más queridos por el dios del mar? La realidad es que estoy aquí, con el poder de pensar, de hablar y de guiar a todo un pueblo. Si es así, entonces yo no debería ser tan insignificante, yo podría cambiar las cosas.Pronto llegamos a donde el resto del clan estaba reunido y supe que me esperaba el castigo de mi padre pues mis compañeros no tardaron en contarle lo que había sucedido. Nunca vi a mi padre más enfadado en toda mi vida.
ー Así que deseabas ayudar a nuestro enemigo... ¿Sabes cuántas vidas pusiste en peligro por ese capricho?ー dijo sujetándome fuertemente por el hombro.
ーUna sola vida corría peligro, y una sola vida se perdió gracias a nuestra cobardíaー dije decididamente.
Mi padre, hinchado de ira, me golpeó en la cara y resopló:
ー¡Mil vidas humanas no valen ni una de las nuestras!
ー No podemos saber eso. Todas las vidas son diferentes, el creernos mejores que ellos, tan solo nos coloca a su mismo nivel de arroganciaーme defendí.
ー¡Erunestian! ¡No puedo creer que mi magnífico hijo sea capaz de tan repugnante traición! ー espero que el castigo que yo te imponga esta vez, finalmente te saque esas estúpidas ideas que tienes en la cabeza.
ーEnvíame al exilio si deseas, o golpéame tan fuerte como puedas, no importa cuán duro sea tu castigo, nunca será más doloroso que todo el sufrimiento de nuestra gente ーdije mientras mi corazón latía rápidamenteー. Y si tú no haces algo por detener esta miseria, ¡Entonces yo lo haré!
Con el fin de proteger a toda la especie, hay dos cosas que nosotros, los hombres del mar, tenemos terminantemente prohibido. Cometer alguno de estos actos se pagaba con la vida. Uno de ellos, era lógicamente, quitarle la vida a otro hombre del mar. Y el otro, por supuesto, comunicarse o mostrarse directamente a un humano. Y sí, en ese instante vino a mi mente la idea más alocada e irracional que jamás tuve en toda mi absurda existencia: ir hacia los dominios prohibidos de las sirenas, o brujas del mar, e invocarlas para pedirles un favor. Que me otorguen un cuerpo con el que poder salir del agua para ir a ver a la gente de la tierra. Si no era en ese instante, probablemente nunca más me atrevería a hacerlo. Con el fin de salvar a mi pueblo, yo soy capaz de dar incluso mi propia vida.
ー¡Bien! Ve y haz lo que te plazca. ¡Pero desaparece de mi vista! Ya no soporto tu irreverenciaー gritó mi padre sin saber lo que decía. Tan solo estaba realmente enojado conmigo. Por desgracia (o por suerte) yo obedecí sus órdenes.
Con una sola idea en la cabeza, tomé mi lanza, y me coloqué los adornos que solo los jefes llevan en ocasiones importantes (las vestimentas de algas con las que Mateo y Helena me encontraron). Y me dirigí decidido hacia mi destino, dejando atrás la silenciosa preocupación de la gente que veía a su preciado príncipe alejarse tras una discusión con el rey.
Si los humanos son los que nos causaban tantos estragos, ¿no son acaso los humanos los únicos que podrían detenerlos? Debía decirles que existimos, pero con mi apariencia submarina, no les provocaría nada más que pánico. Pensé que, probablemente, solo siendo humano, ellos me escucharían.
Empezando desde aquél momento, nadé durante días hacia aguas perdidas, en busca del mítico palacio submarino donde habitaban seres de más allá del horizonte de la muerte. Y sólo si yo les agradaba, aparecerían ante mí y me concederían algún favor.
![](https://img.wattpad.com/cover/47935234-288-k381013.jpg)
ESTÁS LEYENDO
In Tenebris
JugendliteraturErunestian es un joven príncipe que se ha propuesto sacar a su pueblo del sufrimiento. Intentará lograr su misión aunque eso signifique renunciar a uno de sus bienes más preciados, romper las leyes de su propia gente, y volverse amigo de los seres q...