Capítulo 7: Noticias

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El cielo hacía gala de sus más bellos colores, y como pinceladas los rayos de sol decoraban las pocas nubes que transitaban el ocaso. De naranja, rojo, amarillo y lila relucía el mar, reflejando los bostezos del sol. Una cálida brisa agitaba las palmeras y entraba junto con la tibia luz de la tarde por la puerta del balcón. Y por allí, en silencio, pasó Erunestian. Puso sus manos en la barandilla, dejó que el viento agitara su cabello y suspiró. Sus ojos bien abiertos buscaban en vano el horizonte.

Mirar el atardecer siempre fue su travesura preferida, sacaba la cabeza fuera del agua y observaba al sol despedirse con un despliegue de encanto. "Bellas cosas veo ahora, cosas que nadie más puede ver. Pero echo de menos el espectáculo del crepúsculo y el de la noche. Echo de menos mi pasado, he querido olvidar quién soy". Su corazón empezó a sentirse vacío. Más de una semana había pasado desde su voluntario exilio y anhelaba ya con desespero noticias de su mundo.

Entonces ocurrió algo que no esperaba: una gota de agua cayó sobre su mano, luego otra y otra. Probó esa agua, era salada, pero no tanto como el agua del mar. Tocó sus mejillas, y estaban húmedas también. Agua se derramaba sin cesar de sus ojos. Estuvo a punto de asustarse sin comprender lo que le sucedía, cuando de repente, una dulce melodía lo envolvió.
Esta vez no era el piano, era una voz. No era tan hipnótica como la de las sirenas, esta voz era tierna y tímida. Temblaba ante las notas más agudas y desaparecía ante las notas más graves. Sin importar cuan inexperta era esa voz, logró calmar el ansioso corazón de Erunestian.
Sintió como si esa canción lo transportara a otro lugar y a otro tiempo, un lugar frío y neblinoso. Apenas estaba descubriendo lo poderosa que era la música sobre él. Sólo con escucharla, sentía que se transportaba a diferentes lugares, sentía como si fuera capaz de ver colores o de experimentar pintorescas sensaciones.

Helena a unos pasos de él cantaba en una lengua extraña, pero de alguna manera la comprendía.

(En italiano antiguo la canción decía:)

¡Oh! graciosos ojos bellos, mis ojos queridos.
Vivo rayo del cielo sereno y claro.
¿Por qué disfrutas tanto de verme languidecer,
y de verme morir?
Ojos bellos que adoro
Mirad que yo muero.

¡Oh¡ serena luz mía, ¡oh! luz amada.
Tan cruel mi amor, tan despiadado.
¿Por qué gozas tanto de la llama que siento,
de mi grave tormento?
Solo mírame un poco y aviva mi fuego

Erunestian buscó con sus manos, sabía que no estaba soñando. Pero ella lo halló primero; tomó su mano, y viéndola cubierta de lágrimas al igual que su rostro preguntó preocupada:

ー ¿Acaso has estado llorando? ー. Era Helena.

ー No sé qué es "llorando" ーdijo Erunestian algo sentidoー. Esa mañana te pedí que cantes, gracias por recordar mi petición.

Llorar es algo que las personas hacen cuando están muy tristes o muy felices. Tus ojos se humedecen mucho y se hace un nudo en tu garganta. La verdad no sé por qué, pero es natural que ocurra. Seguro echas de menos a tu familia, por eso lloras.

ー La echo de menos... Pero no puedo arrepentir ahora, esta fue decisión mía.

Helena lo miró asombrada. Ella en su lugar no hubiese soportado ni un solo día. Si es difícil estar lejos de la familia de uno, si es duro estar solo en un país desconocido. ¡Imagínense estar solo en otro mundo! Conmovida, Helena se lanzó a abrazarlo y dijo sinceramente: ー No estás solo Erunestian, ahora nosotros seremos tu familia...

In TenebrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora