Prólogo.

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¡Cuántas pequeñas y grandes cosas pasan desapercibidas ante nuestros ojos! Estamos demasiado ocupados pensando que somos los únicos amos de este mundo, clamando por bendiciones que no merecemos, sufriendo por lo que no tenemos y luego encontrando enemigos a los cuales culpar por nuestra desgracia.

Quisiera decirles que son hermanos, que si pensaran en todos y en el mañana, la vida sería más sencilla. Pero vivimos como tiburones hambrientos que si dejan de nadar desaparecen.
Luchando ferozmente por salvarnos de la perdición, nos ocultamos durante siglos, y el temor ha regido nuestra existencia.

Pero yo ya me he cansado de la oscuridad, y he huido de ella. No deseo que mi pueblo viva por más tiempo en las tinieblas, deseo ser su voz, el puente que una el mar y la tierra, aquel que les permita buscar la paz y la libertad que desde hace tanto han anhelado.
¡Y lo haré! Aunque me cueste la luz de mi propia vida...

De la oscuridad huye mi alma.
A TENEBRIS EFFUGIT ANIMA MEA.

In TenebrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora