Capítulo 8: Erukönnem

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Cyrene se convirtió en ave y voló hacia Erunestian apenas se enteró de la discusión entre Máfortion y Xenea. Se posó en su brazo y le habló con el pensamiento.

"Al príncipe le depara un destino tan grande como el mundo. Cuando llegue a la adolescencia se separará por siempre de Erymannen porque él amará a la humanidad." Eso fue lo que le dijo el oráculo al rey Máfortion cuando Erunestian estaba recién nacido. El rey trató a toda costa de que esa predicción nunca se cumpliera y le crió con mano dura inculcándole un ferviente amor por el mar y el mayor desdén por la gente de la tierra. Obviamente esa actitud tuvo el efecto contrario sobre él y se fue de todos modos.

Máfortion tuvo fe en su hijo, y durante cuatro días estuvo completamente seguro de que volvería. Pero cuando una semana entera pasó, empezó a preocuparse. Todo el clan estaba nervioso porque el único el heredero estaba desaparecido. El jefe sabía que eso no era lo peor.

Llevó consigo a dos fieles escoltas directo hacia el palacio de Xenea.
Allí fueron recibidos por ella en persona y su consorte de sirenas. Máfortion se comportó irreverente: ー¿¡Dónde está mi hijo!?ー exclamó.
Xenea estaba muy seria. Le dijo que él sabía que su hijo algún día tenía que irse. Aún así Máfortion continuó reclamándole: ーTe ofrendamos nuestras mejores riquezas cada año en esta carestía. ¿Y así nos lo pagan, guardianas del mar?

ー Yo cumplí con el trato pues tu hijo está a salvo. No tengo por qué darte más explicaciones ー Le respondió.

ー Si la gente del mar y de la tierra se encuentran empezarán una guerra, nos extinguiremos y llegará el fin de la quinta era ー dijo Máfortion lleno de frustración ー. ¡No podemos permitir que Erunestian les revele a los humanos nuestra existencia! ー Xenea lo miraba con incredulidad sin decir nada ー. No entiendo por qué al crecer a mi hijo dejó de importarle toda nuestra tradición religiosa... Yo lo eduqué tan bien...

ー Líbrame de tus quejas hombre del agua, tú sabes que no puedo intervenir con el destino de los mortales.

ー ¡Pero le diste a mi hijo un cuerpo para que pueda ir a la tierra!

ー Sí, y fue porque él así lo quiso.

ー Y seguramente lo manipulaste para convencerlo de hacer un trato injusto ー protestó Máfortion, pero Xenea solo rio con malicia ー. ¿Qué le pediste a cambio? ー Vociferó sin conseguir respuesta de la sirena ー. ¡¿Qué le pediste a cambio?! ー Ella continuó riendo a carcajadas y de repente se desvaneció de su vista.

Máfortion y sus guardias estaban solos y completamente a oscuras en el palacio de roca. Aquella odisea había sido en vano. Estaban seguros de que el fin estaba por llegar y no podían hacer nada más que rezarle a los dioses por su salvación.

Según las creencias de la gente del mar, quienes se llaman a sí mismos como Mannen, el tiempo se divide en cinco eras.

En la primera era nació el universo. Erukönnem, el creador. Es el hijo de la nada (Nemrlig) y del tiempo (Kön). Erukönnem es el todo. Cuando pensó en luz, la luz se hizo y de inmediato surgió su opuesto, la oscuridad porque el universo siempre busca el equilibrio. Luego Erukönnem, contemplando la belleza de su creación, decidió que surgieran de ella seres que pudieran pensar como él. Y así, de su pensamiento nacieron Atragtinem y Etreietinem de la luz, y Erglütinem y Ardentinem de la oscuridad. Atragtinem y Etreietinem pensaban en cosas intangibles, sublimes y volátiles. Mientras que Erglütinem y Ardentinem pensaban en cosas tangibles, visibles y estáticas.
Erukönnem vio los pensamientos de sus hijos y se deleitó, entonces esos pensamientos se manifestaron. Las creaciones de Atragtinem y Etreietinem flotaron, y se volvió el cielo; las creaciones de Erglütinem y Ardentinem cayeron y se convirtió en la Tierra. Atragtinem brillaba con luz dorada y emanaba de sí mucho calor. Sus ojos lo veían todo.
Etreietinem era fría y emanaba luz plateada. Sus cantos eran los más poderosos.
Ambos paseaban por los cielos, pero apenas podían, iban a sentarse junto a Erukönnem a contemplar la inmensidad de la existencia, y la nueva Tierra se quedaba a oscuras.
Erglütinem era orgulloso pero a la vez muy generoso. Su piel era de un azul resplandeciente, y sus oídos lo escuchaban todo.
Ardentinem era estricta pero muy bella y talentosa. Su piel era verde y suave y sus cabellos, castaños e infinitamente largos. Su corazón lo sentía todo.
Ambos se enamoraron del nuevo mundo, al que nombraron Ardenlanig (Tierra).

In TenebrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora