#26 - ERES UN TIEMPO LINDO

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El timbre ha sonado y todos cerramos rápidamente nuestras libretas, la profesora de inglés nos dice que no nos dejara tarea, en el fondo todos celebramos y solo nos reducimos a decirle: "gracias". Es hora del receso. Intento apresarme a salir del salón y le digo a Carolina que la veo afuera, ella aún está guardando sus cosas. Martha tiene una paleta en la boca y entre gimoteos dice que haga fila en la cafetería para comprar. Les digo que sí y me dirijo hacia la salida. Aparece Tito de golpe con un rosa roja en la mano.
-Hola mi amor. -Extiende los brazos y me abraza. Estoy inmóvil. -Te extrañe, ¿sabes? Ya te quería ver, mi vida hermosa, sufrí de insomnio esperando que saliera el sol y volver a verte. -Continúa abrazándome y yo no le respondo nada. Iván, y otros compañeros pasan a nuestro lado,  me hace una cara extraña y le respondo de la misma manera. -¡Hoy es un día hermoso! cariño -Me dice al oído.

-¿Estas bien? amor. -Le cuestiono después de soltarme un momento. No me responde más que un "excelente". Me toma de la mano y literalmente me jala, sin violencia, sin nada más que su deseo que vaya con él, sonríe. Volteo y Demián se acerca con las manos en los bolsillos, tiene el ceño fruncido ligeramente, incomodo supongo. Carolina está de pie con una ceja levantada golpeteando con los dedos el hombro de la despistada de Martha para que voltee a vernos. No quisiera estar en mi lugar, pero estoy, soy yo.

-Vamos princesa, -me indica y tira de mi mano. Lo sigo.

Bajamos las escaleras e intento decirle que debo apresurarme a hacer fila en la cafetería porque Martha y Carolina vienen en camino, pero hace como que no me escucha, sonríe. Está muy feliz, parece. Me lleva por uno de los pasillos que llevan al jardín trasero del colegio, la parte donde casi nadie va, no porque este mal, en el receso todos quieren comer. A menos que quieras leer o dormir un par de minutos vas al jardín trasero donde hay árboles enormes con mucho follaje y un pasto hermoso que sirve de cama en el que no se permite ningún tipo de juego que lo dañe. Estamos por salir del pasillo, volteo rápidamente mientras Tito sigue guiándome y en el otro extremo veo a Carolina haciéndome señas con las manos tipo: "qué pasa". Yo tampoco sé, por eso lo único que puedo hacer es poner cara de sorprendida. Tito se detiene, se para frente a mí y saca un pedazo de tela negro indicándome que cierre los ojos.

-Espera, necesita saber qué está pasando.

-¿Cómo que qué? -Me dice algo alarmado, casi perdiendo la sonrisa.

-Tito, es que, apenas ayer estabas casi insoportable, después hablamos y acordamos mejorar pero, es... posible... dar un cambio tan, -tartamudeo indecisa, -¿drástico?

Esta frente a mí, observándome, como si le hubiera tocado una parte sensible de su ser.

-Perdón. -Me dice acercándose, pone sus manos sobre mis hombros y pega su frente a la mía, me siento nerviosa. -Ayer después de hablar, me di cuenta, en verdad, que me he comportado como un tonto, y que no debo orillarte al precipicio de mi abandono, ¿me perdonas? Olvidemos lo pasado, ¿sí?

Le digo que sí. ¿Qué más podría decirle? El ve a Carolina en el otro extremo del pasillo y le dice que venga, me pide una vez más que cierre los ojos, parpadeo, volteo hacia Carolina, y ella esta quieta. Tito le indica una vez más que venga.

-Eh Caro ven, sé que quieres venir, -cierro los ojos y empieza a vendarme. -Ahí esta Marta, me susurra al oído seguro ella si viene. -Me acomoda el cabello y me toma de las manos. Llama Martha. -Te lo dije allí vienen.

-¿Y para que quieres que vengan? ¿para qué tanto misterio? -Inquiero extrañada.

-¿Por qué quiero que vean cuando te amo?

No he respondido nada a eso. Ah decir verdad me gustan las sorpresas, a todas las mujeres nos ponen histéricas las sorpresas. "Qué le vas a dar ¿comida? Yo quiero" escucho la voz de Martha que se acerca, "cállate tragona", la reprende Carolina. Tito las silencia con un "shttt", me dice que estamos a dos pasos de encontrarnos con el primer escalón, me sostiene de las manos. Mi pie se posa sobre el primer escalón, después el segundo y siento que toco tierra. "sobreviviste a los escalones", me dice con voz alegre. No sé dónde han quedado Martha y Carolina, pero he dejado de oír que sus pasos nos siguen. De pronto nos detenemos después de avanzar un par de metros, me dice que hemos llegado, huele cheesecake, y a ¿okonomiyaki?

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