#11 - TODO SE REDUCE A VERLE

2.6K 58 4
                                    

¡Splash!
-¡Mamá no tienes por qué hacer eso! -Le expresé irritado pero en tono lo suficientemente ligero como para no desatar una guerra mañanera.

Sentí como el agua fría corría por todo mi rostro e inundaba mi pecho. Las dulces técnicas de tortura de una madre.

-Tengo mucho rato llamándote Demián, y no te levantas. Y si sigues acostado, prometo arrastrarte al baño para ayudarte a que te arregles o se te va a hacer tarde

-Tengo 17 años mamá puedo valerme por mí mismo. -Dije intentando justificarme.

-Pero duermes como un bebé de seis meses, corazón. Recuerda que tu padre no ha comprado auto, así que no habrá quien te lleve a tu segundo día de clases. Son las seis de la mañana, si no te apresuras te va a ganar el tiempo-Su respuesta levantó las suficientes armas en mi contra como para levantar la bandera blanca de la paz. -¿Te pido un taxi?

-No mamá, gracias. Me voy en bicicleta. Supongo que si papá que no quiso transportar las cosas en un camión de mudanza, me compró la bicicleta que le pedí, ¿verdad?

En el fondo mi pregunta era más que pregunta, un reclamo. Jamás quise venir a Cancún, aunque todos quieren venir a Cancún, aunque sea un fin de semana. Sobre todo si vives en un lugar tan caliente como Chihuahua. Extrañaba mis amigos, mi escuela, ¡el polvo de mi ciudad!, todo. Y eso que no teníamos ni una semana de haber llegado. Pero ya estábamos aquí, en Cancún. A mi viejo ni tiempo le dio de negociar el cambio con nosotros, simplemente nos dijo: "en cuanto terminen las vacaciones de fin de curso ingresarán a estudiar en Cancún", acto seguido trató de explicarnos el por qué a mi hermana y a mí, y por más que buscamos debatir el tema, la cosa estaba hecha. Incluso dijo que ya había elegido la preparatoria a la que asistiría y la universidad donde mi hermana iniciaría su primer semestre de la carrera que ella quería, pero no en la ciudad que ella quería.

-Pero papá, yo ya presenté el examen de admisión para la universidad en la carrera de derecho. -Espeto Diannela sin lograr que nuestro padre se inmutara en su decisión. Eran cuestiones del trabajo, y "lo sentía", dijo como nota final.

La vida da tantas vueltas que uno puede quedar mareado y terminar vomitando sus palabras. ¿Qué de bueno puede haber en Cancún a parte de sus playas?, dije para mí, mientras acomodaba mi ropa la noche anterior a la salida. Llegamos ya oscureciendo a nuestro destino. Mis amigos que antes habían vacacionado en este lugar donde yo ahora viviría, me dijeron que no podía perderme el momento en que el avión sobrevuela el mar de Cancún, ¡es hermoso! decían, pero ahora hasta eso me enojaba, el sol ya se había ocultado y el mar era difícil de apreciar. La casa de la residencial donde nos instalamos el domingo de nuestra llegada era muy bonita, quizá mejor que la anterior; amueblada y muy cómoda. Sobre todo muy segura por ser privada.

-Apa' ¡tengo hambre! -Gritó Diannela desde su habitación mientras desempacaba su ropa.

-Eso se quita comiendo. -Le respondió el viejo desde el sofá de la sala donde veía el noticiero conmigo mientras mamá acomodaba su cuarto.

-¡Le hablo en serio! -Dijo entre risitas Diannela.

-Yo también cariño. -Respondió papá dirigiendo la mirada a las escaleras donde ya estaba mi hermana con rostro indignado.

-Mandé a Demián a comprar algo, pida una pizza o cace algún animal para cocinarlo, ¡pero sacie el monstruo que llevo dentro! Tenemos todo el día viajando y trasbordando y sólo hemos comido ¡una sola vez!

-Yo también tengo hambre Erick. -Se sumó mi madre a la petición persuadiendo a mi padre y sabía lo que se aproximaba.

-Bueno familia pues iré a arreglar mi cuarto porque estoy muy cansado de este viaje y tengo que dormir porque mañana es mi primer día de escuela. -Me levanté del sillón bostezando y estirando las manos al cielo para externar mi cansancio.

POEMAS PARA ZOÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora