Y llegó el día lunes, el peor día de la semana según todos los trabajadores y alumnos, quienes empiezan sus jornadas de actividades durante este día tan aciago.
Kevin, ya de camino al instituto, caminaba a paso lento y desganado mientras su rostro demostraba una ojeras bastante marcadas. La noche anterior se había quedado hasta muy tarde jugando con su hermanita de dos años, Jenny, la cual hasta casi a las tres de la mañana no mostraba tener intenciones de irse a la cama, lo cual se tradujo en que él tampoco se pudo ir a dormir temprano. Es por eso que, cuando llegó al instituto, parecía haberse trasformado en una especie de autómata.
Se encontraba frente a su casillero --uno de los primeros que había al entrar al establecimiento--, por lo que vio llegar a casi todo el alumnado antes de poder terminar de guardar sus cosas, debido a la lentitud de movimiento y a los millones de conocidos que debía saludar. Cuando metió el último libro de la semana dentro de su cubículo, por el rabillo del ojo le pareció ver a alguien sumamente familiar. Se restregó la vista, para saber si esta no le engañaba, pero no; por fin había encontrado lo que tanto había buscado la semana pasada, Grian.
Y no se culpó por no haberla visto durante su búsqueda tan exhaustiva, porque la joven parecía ser una persona completamente diferente a lo que había visto en la sala de danza, primero por su postura era algo encorvada —suponía que debido al peso de los libros que cargaba—, sus ropas parecían muy ajadas y casi todas de colores grises, su rostro era inexpresivo y ni en sus ojos ni en sus labios existía aquel brillo que él había visto cuando se deslizaba por el cuarto de danza. Tan diferentes era a lo que él había visto la semana pasada, que decidió seguirla para averiguar si eran la misma persona.
La siguió por un par de pasillo sin ningún problema, estaba lleno de gente y podía pasar desapercibido entre la maraña de alumnos, pero cuando la chica doblaba una de las esquinas hacia otro pasillo, se escucho un sonoro "plaf" y su consiguiente maldición. Kevin, pensado lo peor —que era víctima de algunos maltratos—, se apresuró a doblar la esquina y se encontró con que la chica se había caído, regando por el suelo todo lo que llevaba en sus brazos y en su mochila, para su sorpresa y a pesar de que ese pasillo también estaba repleto de gente, nadie se reía pero tampoco nadie le ayudaba; en resumen, era como si la chica no existiera para ellos, aunque estuviera frente a sus ojos. "¿Las ventajas de ser invisible?" se preguntó recordando el nombre de una película que Valery le había obligado hacía algún tiempo.
Kevin vio como la muchacha suspiró con desgano, se levantó y limpio su ropa, mientras lentamente tomaba sus cosas una por una, entre ellas la pequeña radio amarillo chillón que Kevin jamás olvidaría. Este objeto le corroboró al chico, que a la que estaba siguiendo era la chica correcta, por fin había encontrado a la escurridiza Grian, así que se acercó.
—¿Te ayudo? —le ofreció, mientras la chica alzaba la vista extrañada y lo observaba con una enorme expresión de sorpresa en el rostro, Kevin rió— .Tampoco es que te este ofreciendo llevarte hasta la Estatua de la Libertad nadando para que me muestres esa cara —haciendo alusión a su expresión facial.
—¿Eh?... ¡Ah!, claro, agradecería tu ayuda —aceptó la joven con una sonrisa, la cual era más falsa que las que te ponen los vendedores de puerta en puerta—, siempre los lunes llegó cargada con las cosas de la semana. Odio los lunes —comentó.
—¿Y a quien no? —dijo Kevin, mientras recogía un par de libros de ciencias—, si traes todo los Lunes, ¿eso quiere decir que te llevas todo el Viernes?
—Sí, genio —respondió Grian con una sonrisa más genuina—, pero el viernes es diferente, es el final de la semana —comentó adivinando a lo que el chico quería llegar.
—Touché —agregó Kevin, mientras le pasaba el último libro que quedaba en el suelo, la versión ajada y antigua del texto de literatura.
—Gracias por la ayuda —dijo Grian mirando a los ojos a Kevin, como decidiendo algo, en esto él se dio cuenta que la joven tenía unos ojos miel muy atractivos—. Me llamó Grian
—Kevin —dijo el chico, mientras le extendía su mano y la joven terminaba por estrecharla, algo cohibida.
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Querida Señorita Invisible
Teen FictionKevin, uno de los jóvenes más queridos en el Instituto Charles Darwin, sin quererlo ni beberlo , se encuentra espiando a una solitaria joven bailarina, la cual lo deja cautivado. "... si la persona frente a él se cansaba y necesitaba agua, no debía...