Confesión

66 11 0
                                    

Cuando entró en el pequeño departamento de un piso, se encontró con que había algunas otras personas en la sala. Entre los que estaba Irving, quien parecía reía sobre algún comentario de alguno de los presentes, cosa que cambio en cuanto lo vio entrar, ya que lo saludo con rostro malhumorado.

Kevin no dio importancia al cambio de actitud, sabía que no le caía bien y no le culpaba, porque era reciproco. Además de Irving, en la sala se encontraba la madre de Grian -a la cual se la presentaron como Rebbeca-, también estaba la madre de Irving, una tía de Grian y un par de primas de lo más ruidosas.

-Si quieres ser absorbido por la actualidad en modas y en farándula, siéntate cerca de ellas que saben de todo -le comentó Grian al oído, cuando les hubo introducido a todos los presentes, pero Kevin lo que menos quería era alejarse mucho de Grian ese día.

Fue así como tomaron asiento en uno de los sillones centrales y todos parecieron concentrarse en ellos, Kevin suponía que en parte por la novedad de su llegada como por la presencia de la cumpleañera. La conversación familiar fue muy animada y Kevin se sintió cómodo muy rápido, se enteró de diferentes chismes en cantidades industriales además de varias anécdotas infantiles de su bailarina favorita. Pronto llegó el momento de cantar el cumpleaños feliz y de abrir los regalos. Cuando Grian desenvolvió el regalo que Kevin había llevado, sus ojos y un emocionado "Gracias", demostraron lo mucho que le había gustado el objeto.

Después de los regalos y de comer pastel, siguieron conversando un rato más, hasta que todos dieron muestras de cansancio y empezaron a abandonar el lugar. Kevin sentía que se habían reído de lo lindo casi todo el tiempo que estuvo allí, la madre de Grian había resultado muy simpática e histriónica, muy diferente a como era su hija. Kevin lo había pasado bastante bien en todo momento, pero cuando vio el reloj se dio cuenta de lo tarde que era. Se despidió de los presente y Grian le acompaño a la puerta.

-No sé como averiguaste mi dirección -insistió Grian en el umbral al despedirlo-, pero gracias por venir

-Ya te lo dije, tengo mis métodos -dijo Kevin con expresión misteriosa y Grian solo se rió de él.

-Nos vemos mañana -se despidió Grian, con un beso en su mejilla, que provocó un fuerte sonrojo en Kevin.

Cuando Grian estaba por entrar, el deportista pareció decidirse a hacer una locura, así que le tomó por el codo y su rostro serio detuvo el ademán de la joven de cerrar la puerta, la observó por unos momentos con indecisión pero finalmente se dijo que era mejor decir lo que tenía atragantado por más de dos meses, desde el fracaso en el partido de básquet.

-Grian, me gustas mucho -dijo Kevin-. Y no como amiga, me gustaría que saliéramos -aclaró-. Sé que es repentino, pero piénsalo.

Grian parecía incomoda, pero aún así le miró a los ojos. Algo en ellos pareció descolocar a la joven, quien se soltó del agarre con suavidad y bajó la cabeza, los minutos de silencio que le siguieron fueron eternos para Kevin, pero finalmente la chica habló.

-Gracias por decírmelo, pero debo pensar mi respuesta -anunció Grian-. Es... Es... complicado para mí, lo sabes porque estuviste a mi lado cuando ocurrió lo de Irving -dudó-, no quiero sentir que me equivocó; otra vez.

Kevin no dijo nada, solo asintió y le dio la espalda, no quería que viera lo afectado estaba por su respuesta. El chico sintió la puerta cerrarse y enfiló a su casa, en esos momentos su ánimo se encontraba divido entre la más completa angustia y la esperanza desmedida.

Querida Señorita InvisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora