Irving

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Con el permiso de Grian para usar la sala, Kevin comenzó a ir por lo menos dos veces por semana a la sala a "descansar", con la esperanza de encontrarse con la chica y poder conversar un poco.

Como Grian parecía no tener un horario fijo de práctica, eran más las veces que Kevin se encontraba solo en la sala de danza que con la chica; pero cuando coincidían, la muchacha no parecía molesta por ello. Las primeras veces se mostraba todavía un poco tímida y asustada al saber que el chico se encontraba en la sala mientras practicaba, pero después de algunas semanas de la misma rutina, la chica debió conformarse y hasta algunas veces le recibía con una hermosa sonrisa.

Conversaron varias veces, largo y tendido. Kevin le contó sobre sus actividades, sus amigos —Rob y Valery— y sobre sus continúas escenas cómicas, le comentó de sus compañeros de clases y otras millones de cosas más. Grian siempre le escuchaba con atención, se reía con ganas de algunas cosas, mientras que para otras solo le escuchaba atentamente y algunas pocas veces —cuando se encontraba triste o superado por las dificultades—, le ofrecía ánimo y consejo. En algún punto de sus conversaciones, ella también pareció tomar confianza y le contó cosas de su vida; sobre su madre que la había sacado adelante sola, después de que el hombre al que debería llamar "padre" las abandonó, sobre su mejor amigo y vecino Irving, que la ayudaba en todo lo que podía y por sobre todo de sus ganas de convertirse en bailarina profesional.

—Seguro que lo logras —dijo Kevin con una sonrisa—, porque bailas muy bien.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Grian con sospecha.

—¡Ah! Eso, bueno... —Kevin se puso nervioso y su mente trabajaba a toda máquina para inventar una excusa creíble—, pues porque prácticas todas las semanas y seguro que después de todo el esfuerzo, ya te mueves bien —dijo sin ocurrírsele nada mejor y dándose una cachetada mental por crear una mentira tan obvia.

--Claro, tienes razón --Grian todavía con algo de suspicacia, pero no queriendo preguntar más.

Varios encuentros después de esa conversación, cuando se encontraban hablando animadamente sobre los tipos de chicos que habían en el instituto, repentinamente se abrió la puerta y entró Irving.

—¿Grian? —llamó— terminaste de... —pero al ver que eran dos jóvenes los que le observaban, se interrumpió—. ¿Qué haces Grian? y ¿Qué haces tan intima con el capitán del equipo de básquet? —preguntó con un tono de voz que Kevin no supo decir si era por sorpresa o irritación.

—¿Con Kevin? Pues conversábamos —dijo con simpleza e incorporándose—, se me ocurre que si estás aquí, es porque se me hizo tarde —el chico asintió sin decir nada, mientras Kevin miraba su reloj.

—¡Demonios! —exclamó Kevin al ver la hora—, yo también tengo que irme, si llegó tarde a clases me castigaran y el entrenador me... —no dijo más—, lo que me hará, se los dejaré a su imaginación —dijo con sonrisa traviesa y guiñándole el ojo a la joven—. Nos vemos Grian.

—Claro —dijo la chica mientras se despedía y él salía corriendo como alma que llevaba el diablo, para poder llegar a tiempo a las clases de la tarde.


Querida Señorita InvisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora