Semifinales de Básquet

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Pasaron varios meses, en los cuales la rutina siguió normal mientras que poco a poco Kevin trató de reconquistar a sus mejores amigos lográndolo solo a medias; por otro lado, su relación con Grian se profundizaba debido a que estaban continuamente juntos, al principio por los entrenamientos y después porque se tenían mayor confianza, ambos trataban de animarse para lograr sus metas. Por otro lado, el equipo de básquet logró avanzar en la etapa de semifinales, lo que llenó de orgullo al joven capitán y de ánimos al resto del equipo que veían como una posibilidad real que llegaran a ser campeones este año.

Pasaron las festividades de fin de año y se enfrentaban a la última parte de su tercer año en el instituto.

Ahora, durante el mes que recién pasaba, Kevin y Grian se encontraban dedicándose a lleno a los entrenamientos de esta última, porque ella había decidido participar en una competencia donde el premio era una beca para una escuela de danza muy reconocida en el país, fue tanto el compromiso de Kevin con la bailarina que varias veces dejó esperando a sus compañeros de equipo cuando tenían entrenamiento, ganándose varios castigos por parte del entrenador por su irresponsabilidad. Aun así, no le dijo nada de esto a la chica, pues estaba seguro que esta era una gran oportunidad para que la chica cumpliera su sueño y si ella supiera lo que pasaba posiblemente, trataría de entrenar sola y para alguien tan torpe como ella eso solo sería contraproducente.

Para sorpresa del jugador, el día del partido por la semifinal llegó más rápido de lo esperado. Era fin de semana y estaban de visita en el gimnasio del equipo rival, la preparatoria Lowood, aún así muchos de sus compañeros los habían ido a apoyar y para felicidad del chico, entre ellos se encontraba Grian, acompañada por Irving. Como siempre, calentaron antes de empezar y Kevin sintió su cuerpo pesado y rígido, no necesito que nadie le dijera que el saltarse las prácticas le había pasado la cuenta, pero hasta el momento no sabía cuánto.

El árbitro dio el pitazo inicial y ambos capitanes saltaron en busca del balón, pero el capitán del equipo Lowood saltó más rápido y pudo hacerse con la esfera. Kevin vio como todos los jugadores se colocaban en sus posiciones para batallar por el balón y él por un segundo se encontró perdido, no recordaba cuales era los planes de contraataque; el joven se dio cuenta que estaba perdiendo su sangre fría.

Lamentablemente, todo fue de mal en peor; las reacciones de Kevin eran lentas, sus ordenes como capitán confusas y su cuerpo parecía no aguantar la presión del constante esfuerzo, a la mitad del partido se encontraba metal y físicamente agotado. Sus compañeros pronto entendieron que no estaban a la altura, en parte por su falta de coordinación y porque su contrincante era muy fuerte. Cuando el partido terminó, la preparatoria Lowood había ganado 80 contra 35, les habían dado una paliza.

Todo el equipo volvió a los camerinos con actitud derrotada y Kevin, por sobretodo, se sentía culpable. Sin una palabra todos los jugadores se prepararon para irse, algunos se ducharon, otros solo guardaban sus cosas con parsimonia; Kevin sin poder aguantarlo más, salió del camerino, prefería que le gritaran o lo insultaran y le culparan, pero el derrotado silencio de todos solo lo hacía sentir peor, porque sabía que nadie más que él era el responsable de ese resultado.

Caminó hasta uno de los pasillos cercanos y pegando su espalda a la pared, se deslizó por ella y se abrazó las piernas en actitud desesperada, sus hombros caían derrotados pero de sus ojos no salía ni una sola lágrima, se encontraba en un profundo shock.

En eso sintió algunos pasos, no levantó su vista no quería saber quién era, tampoco se movió, tal vez si solo se quedaba allí sin hacer y decir nada la persona se iría y le dejaría en paz. Pero eso no pasó, todo lo contrario, el desconocido siguió avanzando y se sentó a su lado, quedando hombro con hombro. Se quedaron así por un rato, pero luego el desconocido le abrazó por los hombros y comenzó a acariciarlo, allí recién Kevin levantó su rostro y se encontró cara a cara con Grian, quien le miró ojos llenos de confianza. No supo cómo, pero al momento siguiente se encontraba abrazándola y dejando que las lágrimas se deslizaran por sus mejillas sin ningún control, la chica lo envolvió y con infinita paciencia dejó que se desahogara.

-¿Te encuentras mejor? -preguntó la chica, cuando se hubo calmado.

-Sí, gracias -le respondió-, pero deje toda tu ropa mojada.

-Pues la verdad es que necesitaban un lavado, así que... -la chica no termino la frase, ya que solo se encogió los hombros y el chico rió suavemente.

-Lo hice terrible -comentó Kevin.

-Sí, lo hiciste tan mal, que solo te queda mejorar -fue la respuesta de Grian, sin ningún tipo de anestesia.

-Debo disculparme con mis compañeros de equipo -dijo Kevin-, estaban tan ilusionados con llegar a la final.

Grian no dijo nada, solo le dio unos pequeños golpes en el hombro y se levantó. Kevin hizo lo mismo, limpió sus lágrimas y sacudió sus ropas, respiró profundo y con rostro serio se dirigió al camerino, antes de entrar miró hacia Grian, ella solo esbozó una pequeña sonrisa de ánimo, el chico pensó que era hora de ser valiente y ser capaz de reconocer antes sí mismo y los demás de que se había equivocado.

Querida Señorita InvisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora