Clasificatorias del básquet

84 14 0
                                    

Llegó el día del partido; sin que Kevin pudiera encontrarse con Grian ni una sola vez antes. Ahora se encontraba en la cancha, vestido con su uniforme del instituto y realizando sus ejercicios de calentamiento, junto al resto del equipo.

Había mucha gritería en las gradas, lo que pasaba siempre cuando estaban de local, sobre todo de chicas chillonas que tenían millones de carteles con "Kevin te amo", "Kevin quiero un hijo tuyo" o "Kevin, eres el mejor"; que solo lo llenaban de vergüenza y lo ponían más nervioso si cabía, por eso en partidos anteriores había evitado mirar a las gradas lo más que podía. Pero este partido era diferente, su vista no podía evitar dirigirse cada cinco segundos hacia la multitud apostada en ellas.

Hubiese querido encontrarse con Grian para invitarla a ver el juego personalmente y así sentir con seguridad su apoyo aunque solo fuera de lejos, porque él sabía que era poco probable que la joven fuera por voluntad propia, aún así tenía la ligera esperanza de que algún ángel bueno la inspirara para asistir y así animar a su más reciente amigo.

Pasaron los minutos, mientras se preparaban para el juego, pero Kevin no vio en ningún momento a Grian entre el tumulto; y aunque sabía que era muy probable que no fuera, eso no significaba que no le doliera el que no se presentará, aunque no sabía hasta donde llegaba el dolor de su ausencia.

Dieron el pitazo inicial y el árbitro lanzó la bola que fue obtenida por su equipo, los pases fueron precisos y estuvieron a punto de hacer una canasta si Kevin no hubiese estado distraído y en uno de los pases, el jugador que lo marcaba se hubiese adelantado y interceptado el balón; ahora era el turno del ataque enemigo, que lo hizo espléndidamente y pudo anotar dos puntos.

—Kevin, ¿Qué pasa? —preguntó el entrenador, cuando pidió tiempo fuera al ver que perdían la quinta jugada, por un nuevo descuido del capitán del equipo.

—Nada, entrenador. Solo no he podido concentrarme —respondió el chico

—Vamos, muchacho, eres mi mejor jugador, eres el capitán y este es un juego importante —le dijo el hombre—, no permitas que tus hormonas recién estrenadas, te la jueguen —agregó mientras le palmeaba la espalda con amabilidad, Kevin pensaba que el viejo profesor asumía que el tema era por un sentimiento hacia alguna chica, cosa que no era del todo mentira, aunque solo fuera amistad.

El chico suspiró, no había podido sacarse de la cabeza el hecho de que Grian no había asistido, era cierto que nunca se lo había pedido, pero eso no dejaba de molestarlo. O le molestó hasta que divisó una cabellera castaña justó frente a sus ojos; y allí estaba la chica de sus pensamientos, casi frente a él con rostro inexpresivo y en postura defensiva apoyada en la pared del gimnasio, ella también le vio y con una sola mirada Kevin entendió que ella preguntaba sobre qué era lo que le pasaba, el chico negó con un movimiento de cabeza y le sonrió. Era hora de espabilarse, se golpeó con ambas manos la cara, para sorpresa de sus compañeros y con "¡Vamos chicos, a ganar!" al resto de sus jugadores, se dirigió a la cancha.

—¡Eso muchachos! —vociferó el entrenador, mientras Kevin lograba escuchar a la distancia

—¡Patéenles el trasero! —de una Grian con voz especialmente animada.

Dicho y hecho, luego de un poco más de hora y media de juego con un tablero de 75 contra 43, el equipo del Instituto Charles Darwin ganaba el partido de clasificatoria y comenzaba a codearse con los equipos de preparatoria importantes del país. Todos celebraban en los camarines y mientras sus compañeros de equipo armaban trajín, Kevin aprovechó de salir disimuladamente a ver si podía divisar a Grian.

―Felicidades por ganar el partido —dijo la voz de Grian cuando salió

—Gracias —dijo mientras se daba vuelta y le sonreía.

—Aunque me asustaste los primeros minutos —mencionó la chica—, parecías distraído.

—¿Estuviste desde el principio? —preguntó extrañado

—¿Cómo iba a perderme un partido tan importante? —preguntó Grian con rostro enfadado—. ¿Qué clase de amiga crees que soy?

—¿Una de las que no le gusta el básquet? —dijo tentativamente, mientras Grian reía ante la expresión de su rostro.

—Puede ser, pero era un partido importante y quería ver cómo te lucías, galán —dijo Grian con una sonrisa de oreja a oreja—, por cierto, buen club de fan que tienes en las graderías... ¡Kevin ven hazme tuya! —gritó Grian con falsete, que logró que el muchacho se pusiera tan rojo como la camiseta de su equipo, la chica se reía de buena gana al observar su cara.

—¿Kevin? —le llamó la voz de Rob que venía desde el pasillo—¿Por qué no estás adentro del camerino? que malo que eres, quería tener la excusa perfecta para ver esos cuerpos tan bien formados —dijo su amigo que venía acompañado de Valery, quien miró a Grian con una expresión que el chico no pudo definir, pero que jamás le había visto— ¡Ah! ya estabas con alguien. Hola ¿eres una admiradora?

—Adiós, Kevin. Felicidades de nuevo —dijo Grian sin dar una respuesta a Rob, a quien solo le sonrió suavemente, mientras se alejaba.

—Que chica más extraña, ni siquiera saludó —dijo Rob

—Es que es tímida —le defendió Kevin.

—Si esta aquí contigo, a solas. No es para nada tímida, te lo aseguro —dijo Rob—, no es como si se conocieran —pero al ver el rostro de culpabilidad de su amigo el chico agregó—. ¿O sí?


Querida Señorita InvisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora