A:
Lo mejor de mi padre no es mi padre mismo, sino el modo en que madre me lo cuenta. Ese momento cuando ella regresa de la mercería en la que trabaja en Madrid, y mientras compartimos unos churros con chocolate, escucho como me aclara que padre apenas ha vivido en La Guaira. <<Ese es el lugar donde llegan los barcos. Allí llegó el velero ilegal con que escapó en el 48; allí lo llevó el vapor con que volvió en el 68. Pero normalmente vive en Barquisimeto..., otro lugar, una ciudad que tiene las cinco vocales, es la ciudad de las cinco vocales>>.B:
Padre mira el cielo, como buscando la amenaza de una nube, de una estrella apagada. Luego, cuando el aire de la noche sopla entre las plataneras, mira a madre dormir y comprueba que mis dos pequeños hermanos descansan con esa respiración acuosa de las noches.
Yo lo acompaño. Faltan todavía dieciséis años para mi nacimiento, pero el tiempo me lleva dentro de sus huesos. Cada gesto definitivo de quienes nos traerán a esta tierra guarda nuestra proximidad y compañía. Estoy allí. Lo digo. Y ahora es. Estoy allí. Con él. En casa. Y la ventana entreabierta del salón dibuja las plataneras que se agitan como amenazantes brujas, y al fondo, el mar parece el ojo de un pez muerto que lo llama.
Padre oye el sonido del cohete, la señal convenida. El velero espera. Sabe que un hombre nace para, al menos una vez en la vida, intentar el escape. Toma la maleta con sus ropas muros as, precarias; coloca dentro de ella dos bolas de gofio y varios higos secos. Sale al camino. Deberá deslizarse entre las fincas de Punta Brava; atravesar el Puerto de la Cruz y, en la playa Martianez, montarse en uno de los sigilosos botes que lo llevará al velero que escapará esa madrugada hacia Venezuela. Nunca ha dicho nada a su familia. Le parece el modo más seguro de que la Guardia Civil no pueda arrestarlo, pero también le gusta la idea de que la huida sea un desprendimiento total.
Apenas sabe leer; nunca podrá recordar esa frase con la que se inicia una novela de Kureishi que se publicará dentro de muchos años:<< Esta es la noche más triste, porque me marco y no volveré>>, pero quizá la esta viviendo. Su familia queda atrás. Las repiraciones tristes y cansadas de mi madre y mis dos hermanos permanecen a sus espaldas como un mal recuerdo. Como un sabor de comidas tristes, ropas ajadas, rostros huesudos, pañales. Como el color pobre de los dias. Cuando llega a la playa, y al fondo vislumbra la silueta del velero, mi padre y yo pensamos en hormigas. Sombras, pequeñas sombras. Minúsculas sombras que avanzan en fila en sinsentido aparente. Hormigas. Como hormigas. Otros vecinos: otros rostros ignorados. Hormigas que en tropel y silencio van tomando los botes y con respiraciones agitadas oteando el aire mirando que los tricornio de la Guardia Civil no aparezcan al fondo dando voces, disparando.
Yo llevó a padre con firmeza al pequeño bote de madera. Debo cuidarlo. Debo llevarlo hasta ese día que nos espera dentro de dieciséis años. Padre tiene miedo las piernas le tiemblan. Siente que el estómago le salta como un sapo viejo, correoso.
El bote se mueve.
Padre mira el velero que lo aguarda: decrepitas maderas que chillan como un león enfermo. <<Cierra los ojos>>, le susurro, <<cierra los ojos. Yo te cuido. No te detengas. Debes marcharte ya, para que puedas regresar, padre. Recuerda que siempre se escapa con la idea de tener una escusa para volver>>.
A lo lejos se escuchan disparos, pareciera que la Guardia Civil ha descubierto el escape. Padre sube al velero a toda prisa. Apenas tiene sitio para moverse. Cientos de hombres se acumulan en la cubierta. El barco zarpa. Padre siente que su estómago es una piedra.
Alza la mirada por encima de la quilla del barco: la isla va quedando lejos, parece la piel musgos de un animal que agoniza.
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ARENA NEGRA
Romance¿Tendrá todo viaje futuro un espejo que no vemos? Un hombre escapa desde España hacia Venezuela. Deja a su mujer y a sus hijos. Una hija que espera algo más que un retorno, que busca en ese abandono una conexión, un sentido a la ternura de un gesto...