SPELIUM
Cuenta la leyenda que todos los caballeros nombrados en esas tierras están destinados a ser grandes y valerosos hombres.
Hacinados en el tiempo, los recuerdos luchan por sobrevivir. Anfitriones de un ahora que ya no les pertenece, brotan de mi pluma para, sin reparos, compartir con vos lo que resta de mi historia.
Mi nombramiento no llegó por casualidad. Al igual que todo en esta vida tan sólo fue una consecuencia.
Dejando atrás un comportamiento que me anclaba en la queja, la desidia, la irresponsabilidad y el sufrimiento, por fin se abrió ante mí, aquella puerta que yo anhelaba traspasar. La creciente satisfacción de cumplir con el deber, un deber que libremente había adquirido, me proporcionó el empuje necesario para llegar hasta el final.
-¿Satisfecho? –había preguntado Don Honorius tras el nombramiento.
-No podéis imaginar cuánto, a pesar incluso del recuerdo de los ausentes.
-¿Se sabe ya qué sucedió?
-No. Ese es un hilo que todavía pende en la trama. Los detenidos insisten en no haber conocido nunca a Don Valerius y yo, ya no sé qué pensar.
-¡Hijo mío...! ¡Qué gran día!
Un clérigo de aspecto bonachón interrumpía la conversación obligándome a realizar las pertinentes presentaciones.
-Don Honorius, os present...
-No os molestéis, Mateus. Ya nos conocemos. ¿Verdad, monseñor?
El caballero dirigía su pregunta hacia un prelado que nos miraba sonriente.
-Sí hijo, y al igual que antaño es un placer volver a veros, pero sin despreciar vuestra presencia espero que coincidáis conmigo en que hoy es un gran día para el muchacho. A mi entender se lo tiene merecido.
-¿Muchacho?
Una sonrisa burlona se dibujaba en la cara de Don Honorius al tiempo que el religioso, desoyendo su comentario, añadía:
-¡Mis felicitaciones, querido amigo! ¡Hoy es un día para recordar! Atrás quedan ya, todos los calvarios y fatalidades del pasado. Disfrutad de ello y que el Cielo dictamine lo más conveniente.
Y tal como había llegado se fue, dejando la curiosidad en boca del caballero.
-¿Fatalidades? ¿Calvarios? ¿A qué se refería?
-Eso forma parte de otro desastroso capítulo de mi vida –aclaré-. No creo que os interese conocerlo.
-Lo estoy deseando. Ya sabéis que vuestras andanzas siempre me han resultado divertidas.
Y tomando su comentario como la broma que era, me explayé en la descripción de unos hechos que por absurdos, también a mí me hacían reír.
-¡Hay que ver! –exclamó burlón, concluido mi relato-. ¿Os quedan muchas historias de esas en el tintero?
-Pues a decir verdad, unas cuantas, pero creo que por hoy ya puede ser suficiente.
-Sólo una pregunta. ¿Por qué se os ocurrió acudir a monseñor?
-Debía comunicar al rey lo ocurrido y él me pareció el enlace más directo; mucho más incluso, que mi propia presencia. Visitábamos Spelium con frecuencia y monseñor me había dado su palabra. Lo consideré una excelente oportunidad.
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La Respuesta Final
SpiritualLa vida de Mateus nos sorprende a nosotros tanto como a él. ¿Qué es lo que marca nuestro destino? En este tercer y último volumen de la trilogía acompañaremos a Matues por los vericuetos que conducen al desenlace. Desconcertado y poco dispuesto tien...