No dejéis que vuestra felicidad dependa del resultado de vuestros cometidos.
Aquel no había sido un día como otro cualquiera. Planes cuidadosamente estudiados, secuencias, detalles... Todo minuciosamente preparado, todo calculado para actuar con rapidez y salir con presteza.
Jornada de mercado en Oblivisci. El trasiego propio de las circunstancias inundaba la ciudad de mercancías, productos varios y estimulantes aromas.
Mercado: favorable ocasión para el comerciante, para el aprovechado, e incluso, para los mendigos. Varios de ellos, apostados en estratégicos lugares apelaban a la compasión del transeúnte. Varios de ellos, totalmente ajenos a nuestros propósitos, reclamaban su retribución.
No fue difícil dar con él. Sus ropas rotas, su tez manchada y algunos kilos menos, constituían un reclamo suficiente para conseguir unas monedas que no podría disfrutar.
Tal como Vacus había precisado, Arcturus cayera presa de un grupo de bandidos y desalmados que sirviéndose de niños y tullidos, llenaban sus arcas gracias al engaño y a la exigida mendicidad. Nuestro misión consistía en recuperar al crío aprovechando una trifulca entre Ignatius y yo, mientras Benicius se lo llevaba bien lejos.
Todo marchaba según lo previsto hasta que...
-¡Vamos, entrad ahí! ¡Os lo tenéis bien merecido! ¡Parece mentira que con los tiempos que corren todavía existan personas así!
La voz de mi carcelero empujándome hacia el interior del calabozo se mezcla en el recuerdo de lo que allí sucedió.
Casi nada había salido como esperábamos. El barullo alertó a un contingente de guardias que sin miramientos solicitaban la dispersión y una aclaración de los hechos. Ignatius, Benicius y el niño lograron escabullirse entre el gentío mientras yo me retorcía en el suelo implorándoles que se alejaran de allí; implorándoles que no esperaran por mí.
A partir de ahí, la detención y las acusaciones. Acusaciones vanas, plagadas de consecuencias.
Han pasado casi seis meses del altercado. Seis meses consumidos entre estos oscuros muros y estos pliegos de papel.
Cada noche y cada día han acariciado un recuerdo y con cada capítulo, ha sido una parte de mi vida la que, satisfecho, he dejado atrás.
Hoy he recibido una visita: el anuncio de mi liberación.
Mañana saldré de aquí.
Doy gracias por lo vivido.
Prístinus, un día en la eternidad.
Acabo de regresar de Terradusta. He puesto en orden mi pasado.
Contento de ver a aquellos niños crecer, regreso satisfecho al lugar con el que compartiré el final de esta aventura.
Sin tareas pendientes, ni ansias que turben el ánimo, el sosiego regresa a mi alma.
Hace mucho, mucho, mucho tiempo, cuando tan sólo era un crío, ya soñaba con ser un caballero...
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La Respuesta Final
SpiritualLa vida de Mateus nos sorprende a nosotros tanto como a él. ¿Qué es lo que marca nuestro destino? En este tercer y último volumen de la trilogía acompañaremos a Matues por los vericuetos que conducen al desenlace. Desconcertado y poco dispuesto tien...