Doce

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PROMPTUS
Demasiado pronto acostumbran a llegar las estaciones.

OBLIVISCI
Ciudad de aquellos que precisan olvidar.


Si vuestra vida tiene algún valor para vos, decidme dónde escondéis el tesoro!

-¡No lo haré! ¡Prefiero morir antes que sucumbir a vuestros deseos!

-¡Ahora veréis!

Y una encarnizada lucha, enfrentaba a muerte a un renombrado caballero con un conocido criminal.

Por suerte para todos, tan sólo era un juego. El juego de dos críos que se aventuraban a imaginar la vida mientras los adultos nos encargábamos de convertir Terradusta en aquel soñado vergel.


El recuerdo que guardo de mi vida en aquella época, confirma aquello que tantas veces me repitieron y otras tantas veces me esforcé en rechazar: la vida es simplemente una cuestión de actitud.

Opinaréis, y con razón, que es más fácil tener una actitud positiva cuando las circunstancias son de nuestro agrado, más fácil, cuando nuestras expectativas se ven cumplidas, más fácil, cuando la vida nos sonríe. Pero la realidad, es que la vida nos sonríe continua y constantemente, ofreciéndonos un regalo con cada nuevo amanecer, y cuando aquello que sucede en el exterior nos revuelve en el interior, simplemente nos está indicando que ha llegado el momento de aprender, el momento de crecer, el momento de fortalecernos. Ese momento de vital importancia en el que comprendemos que la actitud ha de ser intachable, suceda lo que suceda en el exterior y sean cuales sean las circunstancias.

Sin embargo, cada uno debe encarar la vida a su ritmo, y a su ritmo enfrentar cada aprendizaje. El mío, todavía no había concluido.


Corría el verano de mis muchos años. Después de un duro día de trabajo, las horas, vencidas por el paso del tiempo, acompasaban una noche que se había hecho de rogar.

Los monótonos cantos nocturnos acunaban mi sueño cuando en la distancia, un sospechoso silencio me despertó.

Había algo extraño en el ambiente. Un olor rancio, un respirar ajeno...

Recorriendo la casa en la oscuridad, el atrevimiento se debatía con la cordura, y como siempre, el primero pudo más.

Con todo el sigilo que me era posible me acerqué hasta donde Francus dormía. Su intensísima respiración confirmaba que todavía seguía allí. Continué mi camino hacia la puerta haciendo esfuerzos por no dejarme arrastrar por el mal presagio que mi corazón oprimía. Sus exaltados latidos ofuscaban mis sentidos y yo, caminaba con la esperanza de que la aparente quietud evidenciara la ineludible realidad.

En mi atrevida excursión, obviando la imposibilidad de portar una espada, tomé el objeto más contundente y pesado que a mi paso hallé y entre miedos y dudas, insensato y decidido, llegado el momento, abrí el postigo de la puerta y me asomé.

-¡!


Mi consciencia se reanudó con los gritos de dolor que Trínitas, revelando un desolador escenario, prorrumpía a los cuatro vientos.

Semitumbado en el suelo, me esforzaba por dar forma a aquellos alarmantes sucesos. La sangre salía a borbotones de mi cabeza, y mi abotagado sentido solamente me permitía plantear un sinfín de desordenadas preguntas. Era de urgente necesidad descubrir las circunstancias que acababan de diseñar aquel inquietante destino.

-¿Y Francus? ¿No está aquí? -pregunté sobresaltado tras una confusa descripción de los hechos.

Fiel escudero en las ocasiones más inverosímiles, ni me había planteado que él pudiera estar en peligro.

La Respuesta FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora