¿Por qué siempre mientes?

177 20 4
                                    


La verdad es que odio las mentiras...

En estos momentos estoy sonriendo debido a lo que paso ayer con esa chica de la sonrisa falsa, así es, es una sonrisa de victoria por haberle descubierto. Ya sabía que ella era de esa forma, aunque para la lectura no tiene un mal gusto, la verdad yo también amo ese libro... aunque el autor se suicidó hace algún tiempo no estaba tan equivocado sobre el mundo. Bueno esas cosas no me importan mucho.

Llegue a la escuela y ahí estaba esa chica sonriendo, me molesta ya desde temprano. Cada vez que veo su falsa sonrisa la odio más, mientras pensaba todo eso ella se acercó a mí.

—¿Qué?— le mire molesto.

—Tenemos que hablar...

—La chica más popular ¿quiere hablar con un perdedor como yo? Je, que inusual ¿qué será lo que ira a decirme, es acaso una confesión?

—¡Cállate y baja la voz!

—No, tu y yo no tenemos nada que hablar — continúe mi camino dejando atrás a la mentirosa que parecía iba a matar al mundo hasta que alguien se le acerco y comenzó su farsa de nuevo.

Me burlo de todos, son una mentira... un montón de mentiras inundando mi mundo...

A la salida la profesora me pidió llevar unos libros a la sala de maestros, que desagradable trabajo, se lo dije y me amenazó con llevarme a detención de nuevo si no lo hacía, no tengo opción.

Caminando por el pasillo cuando la desagradable chica se me acerca intentando hablar conmigo, solo la ignoro y termino el mandado, voy a casa mientras me burlo de la desesperación de la chica más falsa que conozco.

Al día siguiente en la escuela la chica parece hacer todo lo contrario a ayer, está evitándome a toda costa, me parece divertido verla tan desesperada, desesperada porque descubrí sus mentiras, así que sonrío para mí mismo.

En el receso voy en dirección a ella y su grupo de amigas para asustarle como si fuese a revelarles a todos como es ella realmente, ella desvía la mirada mientras sus amigas le preguntan qué sucede, enserio me estoy divirtiendo, nada como ver a un mentiroso hundirse en sus propias mentiras.

A la salida la profesora le pide a ella llevar unas copias a la sala de maestros, me alegro de no haber sido yo, ella estaba molesta pero sonrió y acepto el trabajo de inmediato, que falsa es, a veces me sorprende como todos pueden creer en ella... me rio de nuevo en silencio.

Quizá deba chantajearla o algo llegue a pensar en ello, pero eso no sería más que un acto del demonio que en el pasado fui... no voy a hacerlo pero eso no significa que deje de odiarla. Mientras pensaba la profesora miro que aún no me iba y me ordeno llevar otros libros nuevamente no pude negarme y de mala gana acepte el trabajo, que desagradable.

Estoy a una distancia considerable de la chica de las mentiras... me esta envenenando el aire con su aura falsa, pero por un momento parece que se desvanece esa desagradable atmosfera.

—¡Ah! ¡Qué fastidio! Porque siempre soy yo, quiero terminar mi libro y escribir en mi diario cuanto antes... esa desgraciada profesora ¡lo pagara caro!— escuche quejarse a la ahora ¿no tan falsa chica de las mentiras?.

Comencé a reírme como loco y ella rápidamente se volteo espantada.

—Así me agradas más, si dijeras lo que piensas serias más interesante— le dije con tono burlón, ella me miro molesta.

—¿Qué?, eres tu otra vez, déjame en paz—comenzó a caminar más rápido.

Y ahí estaba yo siguiendo a la chica de la falsa sonrisa ¿para qué? Para fastidiarla más por supuesto, no podía quedarme solo mirando a alguien que mentía tanto. Después de todo odio las mentiras.

—¡No me sigas!— grito molesta.

—No te sigo, voy al mismo lugar que tu eso es todo.

—Entonces no camines al mismo ritmo....

—Deja de quejarte, ¿no quieres estar cerca del chico que sabe de tus mentiras?

—Cállate... n-no son mentiras...

—No tiene caso que lo niegues lo he visto todo, de todas formas ya lo sabía antes de que te afectaras tu solita...

—¿Qué?!... ¿por qué?... ¿que hice mal? Se supone que los engañaría a todos...— murmuro.

—Jamás engañarías a alguien que odia tanto las mentiras como yo...

—¿Y qué es lo que quieres de mí? — dejo de caminar.

—Solo quiero saber una cosa... no más por curiosidad...

—¿Qué?

—¿Por qué siempre mientes?

—Ese no es asunto tuyo...

—Es verdad, quería hacerle de bueno e intentar entender tus acciones pero al parecer seguiré siendo un demonio como tu...

—Yo... soy un ángel caído nada más, ¡no soy un demonio como tú!

—¿Y no es lo mismo? Los ángeles caídos pasan a ser demonios...

—¡Yo también te odio!— lanzo las páginas por todo el lugar y se fue corriendo.

Adivinen quien tuvo que recogerlas todas y llevarlas al salón de maestros, exacto yo... 

Si es una mentirosa y no tiene una razón especial puedo odiarla incluso más, a un nivel desconocido de odio pero si tiene sus razones... no lo sé, por lo pronto creo que esa chica en verdad está loca. 

Mi falsa sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora