Las heridas de él y de ella

166 15 2
                                    

La razón por la que aquella chica siempre sonreía... la razón por la que ese chico odiaba las mentiras...

No era fácil contarlo todo... no era fácil descubrirlo, pero... no es algo imposible.

Ambos eran diferentes, ella era egoísta, solo quería burlarse del mundo y él estaba obsesionado con odiar las mentiras y las personas que mienten.

Ella fue lastimada y olvido como sonreír... él fue lastimado y no podía más que odiar lo que le provoco tanto dolor.

El escenario era doloroso, muchos recuerdos del pasado llegaron a la mente del chico, no podía soportar recordar todo eso y le impedía ayudar a la persona que tenía frente a él. La chica estaba en su peor momento como podría ser ayudada si quienes consideraba sus amigos no estaban para ayudarle, aunque era todo una falsedad y ella lo sabía... pero no estaban ni siquiera para ser hipócritas. Y así como un recuerdo es olvidado junto al atardecer la chica seria olvidada en el que parecía ahora un lejano pasillo, o ¿podría ser salvada? , todo estaba en manos del chico.

— Esta tan llena de mentiras que el solo acercármele me asfixia... no puedo respirar su atmósfera es cada vez más desagradable... pero... tampoco quiero agregar más tonterías para arrepentirme por el pasado así que... — el chico se tragó su orgullo sobre su desagrado por las mentiras y decidió ayudar a la chica que tanto odiaba, después de todo el chico no era una mala persona.

— ¿Dónde estoy?... — pregunto la chica recobrando la conciencia, al abrir sus ojos, ella estaba realmente sorprendida. Era una habitación que jamás había visto, no sabía en donde se encontraba lo que le asusto un poco.

— Me voy de aquí — se levantó de la cama y observo unas pastillas y agua en una pequeña mesa junto a la cama — ¿qué? ¿Alguien estuvo cuidando de mí?... ¿y que rayos me paso?....

— Así que ya despertaste... bien, lárgate lo más pronto que puedas — una voz familiar para la chica, ella miro hacia la puerta y ahí se encontró con ese chico que tanto le odiaba.

— ¿Q-que?! A caso tú me... ¿tú me ayudaste? — dijo sorprendida.

— No te ayude... digamos que estoy pagando una deuda.

— ¿Una deuda?... pero si no me debes nada... — dijo ella confundida.

— No es contigo... es con alguien más... no lo entenderías, pero si ya despertaste pues da igual ¡ya vete de mi casa!

— Ya cállate, eso iba a hacer... gracias por nada supongo — se levantó y se dirigía a la puerta cuando una chica apareció.

— ¡Ooh! Increíble! Ya despertaste, ¡gracias a Dios! — dijo una voz que parecía angelical.

— Gracias supongo... ¿quién eres? — dijo la chica de forma fría.

— Es mi hermana mayor...

— como sea yo ya me voy...

— ¿Qué? ¡No puedes! Aun tienes un poco de fiebre — dijo su hermana verificando la temperatura de la chica con su mano.

— Si gracias pero...ya me siento mejor — sonrió falsamente la chica porque en realidad aún se sentía cansada y su cabeza daba vueltas, pero quería salir de ahí por lo que invento esa mentira, mal hecho.

— Mentira.... es una mentira — dijo la chica con una mirada seria como si la dulce chica de antes había sido solo una ilusión.

— ¡¿Q-que?! — dijo frustrada. Después de haber sido descubierta por una persona estaba empezando a perder la confianza en sus mentiras.

— ¿Eres una mentirosa verdad?... ya entiendo por esa razón mi hermanito ha estado más molesto últimamente... las mentiras son malas y no me agradan las personas mentirosas — dijo con la misma seriedad de antes — pero.... también eres un ser humano y necesitas estar bien, descansa esta noche aquí ¿sí? — sonrió dulcemente.

Mi falsa sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora