Capítulo Seis

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Mi cabeza intentaba retener toda la información  posible sobre el Área. Pero ya me resultaba agotador, después de  recorrer todos los lugares posibles, Alby me guió  hasta los muros del laberinto. Nos detuvimos a un metro de la salida, mirar esos pasillos  me causaba escalofríos, solo me traían  recuerdos de los penitentes.

Involuntariamente avance dos pasos así el frente, por lo cual recibí un empujón por parte de mi guía.

- ¿Acaso estas loca? ¿Piensas que hoy te envié a Newt por diversión? - repuso, mientras me miraba con enojo - ¡Regla número uno! Esta prohibido poner un maldito pie en el laberinto, si lo haces prepárate porque te mataré yo mismo.

Muy dentro de mi, sabía que tenía que ir allá afuera y entrar en el Laberinto. A pesar de todo lo que había aprendido y presenciado ese día, sentía que hacerlo era una necesidad o tal vez un instinto asesino.

El sonido de una alarma atronadora interrumpió sus palabras. Me tapé los oídos con las manos. Los latidos de mi corazón se aceleraron. Observé a mi alrededor, mientras la sirena seguía retumbando. Mis ojos se posaron en Alby. El líder no estaba asustado, más
bien... confundido. Asombrado.

—¿Qué pasa? —pregunté. Al ver que mi guía no parecía creer que el mundo se iba a acabar, me quedé más tranquila. Pero aun así, ya estaba cansada de sentirme constantemente atacada por el pánico.

—Eso es raro -fue todo lo que dijo Alby, fijando la vista en el Área con los ojos
entrecerrados. Noté que había gente en los corrales del Matadero que miraba hacia todos lados con el mismo desconcierto.

Un niño flaquito cubierto de lodo le gritó a Alby:

—¿Qué es todo eso? — echándome una mirada por alguna razón. —
No lo sé —le respondió Alby con voz distante. Pero ya no podía soportarlo más. —¡Alby! ¿Qué está pasando?

-¡La Caja, garlopo! -exclamó, y salió disparado hacia el centro del Área con paso tan enérgico que me dio la impresión de que tenía miedo.

-¿Y qué pasa con la Caja? -replique  corriendo para alcanzarlo - ¡Háblame! - - tenía ganas de gritarle.

Pero Alby no me contestó ni disminuyó el paso. Al acercarme al hueco, pude ver a decenas de chicos dando vueltas por el patio. Intenté controlar el pánico que iba en aumento, diciéndome a mi misma que todo estaría bien, que tenía que existir una explicación razonable a todo eso. Cuando divisé a Newt le grité:

- Newt, ¡¿qué está pasando?!

El chico me observó rápidamente y se acercó a mi. Lucía sorprendentemente calmo en medio del caos y poso su mano en mi hombro.

—Significa que un maldito Novato está subiendo en la Caja —contestó, y después hizo una pausa, como esperando impresionarme —. Eso es, ahora mismo.

-¿Y?

Al mirarlo más atentamente, me di
cuenta de que lo que había confundido con calma era en realidad incredulidad, tal vez hasta entusiasmo.

—¿Y? —repitió Newt, boquiabierto—. Nunca aparecieron dos Novatos en el mismo mes, mucho menos durante dos días seguidos.

No bien dijo eso, se alejó corriendo hacia la Finca.

Después de sonar durante dos largos minutos, la alarma finalmente se apagó. Una multitud se había congregado en el patio alrededor de las puertas de acero, a través de las
cuales yo había llegado el día anterior. ¿Ayer?, pensé sobresaltada. ¿Fue realmente ayer?

C R U E LDonde viven las historias. Descúbrelo ahora