Volver a encontrarnos

Parte 3

NOTA:

Los fragmentos random no influyen en la historia (solo si los personajes hacen referencia a alguno de ellos) tomenlos como momentos chuscos porfavor. Bueno eso es todo, aquí les dejo el capitulo de esta semana!!!!!

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-Que romántico Yuu-San- espetó Shinoa sosteniendo en manos un papel, al parecer la tarea del ojiesmeralda -"...sin escusas ni tapujos, solo ellos dos, no necesito a nadie más, desaparecen todo lo malo, con su amor familiar"- leyó la chica en tono poético intentando alejarse del avergonzado chico. - valla ahora me siento excluida Yuu-san... Me pregunto que pensara Guren de esto.

-¡Shinoa!-

Habían pasado ya muchas semanas desde que aquella niña latosa había llegado a la escuela pero Guren seguía preocupado por la soledad de Yuuichiro, la casa permanecía mas en silencio incluso después de que Shinoa se había acercado, pero que podía hacer. Ya no tenía tiempo para cuidar de un niño pequeño, tampoco podía obligar a Yuu que llevara a una chica a su hogar (Otra vez sin considerar a Akane) pero entonces que ¿podría hacer? Consideró la sugerencia de Shinya, si no podía cuidar a un niño ¿por qué no adoptar a un chico? La idea parecía descabellada pero recientemente Goshi mencionó que un amigo había muerto hacía dos dias junto con su familia en un accidente dejando solo a un joven, sin nadie que cuidara de él. No quería aceptar que aquel chico le recordó su propia suerte, por lo menos cuando su familia murió le habían dejado una buena fortuna y alguien que cuidara de el, pero aquel joven parecía haber quedado sin nadie que le tendiera la mano, sin dudarlo tanto sacó su celular y comenzó una larga platica con su abogado.

Una eterna conversación por teléfono se daba en la sala de la casa Ichinose mientras Yuu permanecía en su habitación haciendo los deberes, no era muy tarde, es mas podría decirse que era una verdadera maravilla que el chico estuviera tan temprano en casa aunque no era de emocionarse ya que los exámenes estaban a la puerta y debía prepararse para aprobarlos, después de todo gracias a la pelivioleta había disminuido su promedio. Vio el reloj de mesa, eran las siete de la tarde, levantó la vista y observó el anaranjado atardecer, sin darse cuenta las horas habían pasado y el hambre comenzaba a desconcentrarle, suspiró. Guren no le había llamado para comenzar a hacer la cena porque justo ese día le tocaba ayudarle a prepararla, pero no tomó mucha importancia hasta que los rugidos de su hambriento estomago le hicieron perder la paciencia, gritó y luego bajó en busca de sus deberes del hogar encontrándose con su padre sentado en el estudio con un montón de papeles, bufó y recogía algunos documentos sobre la alfombra.

-Demonios Guren, dijiste que no volverías a traer trabajo a casa.

-Acaso mi pequeño hijo quiere pasar tiempo con papá?

-Deja de bromear. Sigue con eso, yo preparo solo la cena ¡Pero solo por hoy! no te acostumbres.

-Te lo agradecería Yuu- sonrió el ojilavanda volviendo rápidamente a su trabajo mientras el otro seguía juntando los papeles regados por el lugar.

-Idiota-

Ichinose sabía que no seria fácil que su hijo aceptara a alguien más en casa puesto que muy a la fuerza permitía que Shinya pasara noches ahí. Tenía dos opciones, la primera y más viable: llevar al chico una vez terminara los procedimientos sin dejar lugar a reclamo alguno y ateniéndose a que el estado de Yuuichiro empeorara ahora buscando la manera de raptar a Akane y comenzar una vida en otra ciudad u otro país. La segunda y poco confiable: contarle toda la historia de aquel joven tratando de tocar ese lado empático de su hijo al hacerle entender que ya que ambos eran huérfanos podían entenderse y cuidar mutuamente.

Jamás había estado en semejante aprieto, ni siquiera cuando fue por Yuu al orfanato dejando de lado los cometarios de Tenri Hiragi amenazándolo con impedir que aquel chico heredara algo de su familia al ser Guren esposo de Mahiru. Pero por otro lado estaba aquel chico, sin nadie que viera por él, sin nadie que le consolara en ese momento doloroso; Un recuerdo vino a su mente, cuando de pequeño quedó solo en todo el vasto mundo, pensó que quizá a eso se debía su retorcida personalidad pero no podía buscar escusas para justificar su vida, no era el momento ideal para hacerlo.