Trigésima quinta wea♪

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-Se fue.

-¿Cómo que se fue?.-me levanté de la banca.

-Fui a su casa, la llamé, pero no aparece.-dijo llevándose una mano a la frente.

-Debe... Estar... ¿Durmiendo?.-dije secando mis lágrimas sin que él se diera cuenta.

-No hay nadie en su casa, ya lo comprobé...-dijo apoyándose sobre el respaldo de la banca- Y oye...

-Mmh?.-dije levantando las cejas.

-Lo de ayer... Ya sabes...-dijo mirando hacia abajo.

-No importa, estabas ebrio, estaba oscuro, pero el problema será en hacercelo entender a la Aranxa.-dije sentándome.

-Y al Nico.-dijo él.
No recordaba la sensación de que solo dijeran un nombre y sintiera como quemaba por dentro.

-N-Noo, él ya lo entiende, creo,-reí y mi pierna comenzó a saltar- el problema para él es el Jaime.

Él abrió los ojos y se sentó a mi lado.

-¿El Jaime?, ¿por qué?.-preguntó mirándome confundido.

-Ayer, estando borracho, le contó al Nico que... Que nos...

-¿Que te besó?.-dijo, lo miré y él subió las cejas con una pequeña sonrisa.

-El Nico piensa que nos besamos... Pero yo no quería...

-Lo sé, -interrumpió- no te creo capaz de engañar al Nico.-dijo poniendo sus manos en su nuca y apoyandose contra el respaldo y mirando hacia arriba.

Necesitaba esas palabras, que alguien me dijese algo como eso, unas cuantas lágrimas salieron y miré hacia el suelo, el Edgar pareció percatarse y me miró, puso su mano sobre mi hombro e hizo algo de cariño, subí la mirada hacia él que había volteado pero su mano seguía ahí, sequé mis lágrimas y miré hacia arriba.

-Ya... Ya da igual, busquemos a la Aranxa.-dije y me levanté, él hizo lo mismo y caminamos hacia diferentes lugares que hemos estado anteriormente.
Después de un rato caminando pasó el auto de la Juana a nuestro lado, bajó el vidrio y tocó la bocina.

-Y vo culia, te teletransportai.-gritó desde dentro.

-¿No me viste?, ya pico, la Aranxa no está por ninguna parte. Me miró por dos segundos e hizo una señal de que nos subieramos al auto, así lo hicimos y fuimos a más lugares, sin respuesta.

-La llamaré.-dijo la Juana tomando su celular, marcando y poniendoselo en la oreja.

-Ya lo intenté y no me respondió.-dijo el Edgar.

-¿Aranxa?-dijo de repente la Juana, la quedamos mirando y siguió- ¿Donde estai?... ¿A Talca? ¿por qué?... No po, te estab-estaba buscando... ¿Y cuando vuelves?... Chuuu, ¿y las clases?... Ah bueno...

-Dile que la amo.-soltó el Edgar de repente.

-Ah ya, oye... El Edgar te ama.-dijo la Juana y le puso el celular al Edgar en la oreja, yo me acerqué también y se escuchó un "Ja" desanimado, la Juana volvió a acercarse a su celular.- Ya vo sabí que si me necesitai ahí estoy con mi auto... Chao cuidate.-y cortó.

-¿Asi que en Talca?.-suspiré.

-Si, y vuelve dentro de 3 meses-dijo la Juana y ambos abrimos más los ojos-, está en la casa de su mejor amigo de la infancia, ¿que harán ahora?.

-Esperarla, supongo, esperar que me perdone y vuelva.-dijo el Edgar hundiendo la cara en sus brazos.
Y es que él era tan diferente a mi, yo intentando que el Nico me perdonara, pero el Edgar... Esperar... Él la esperará, esperará 3 meses y de ahí hasta que lo perdone. Siempre he pensado que si alguien quiere algo debe ir por eso, lo único que cae del cielo es agua pero, ¿si esperar es lo que debo hacer?.

Hasta que te encontré.《Nicolás》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora