-¿Qué te ha hecho esta vez, Jaide?- me preguntó Harper mientras se sentaba en mi lado.
-Lo de siempre, no quiere dejarlo y acabo así- señalé la mano marcada en mi mejilla.
-Maldito cabrón- dijo mirando mi mejilla- Te juro que le voy a cortar las pelotas y haré que se las trague- se levantó furiosa.
-Harper, déjalo. No va a cambiar- suspiré y guardé la guitarra en la funda.
-No tienes porque aguantar esto- frunció el ceño- Podrías denunciarlo.
-No puedo hacerlo, Harper- resoplé y me puse de pié. Me sacudí los pantalones y me colgué la funda en la espalda.
-Vamos a tu casa- empezó a caminar y yo la seguí.
Saqué las llaves y abrí la puerta de la entrada.
Entramos y me quité la guitarra y la chaqueta mientras Harper cerraba la puerta.
-Cuéntame lo que ha pasado- se quitó el abrigo y se sentó en el sofá.
Me senté a su lado y ella se recogió su largo pelo pelirrojo en un moño alto.
Le conté todo, desde que le abrí la puerta a Marcus hasta que Harper apareció en el bosque.
-Enséñame el golpe del estómago- me miró con sus ojos verdes.
Me levanté el jersey y Harper dió un salto horrorizada.
Miré mi barriga y noté el gran hematoma que se estaba formando.
-Joder, Jaide.
-Aún duele un poco- suspiré y bajé el jersey.
Harper negó con la cabeza mirando la pared.
-¿Sabes qué? Me voy a quedar a comer contigo, por si ese hijo de puta vuelve a aparecer- dijo segura y se levantó del sofá.
Buscó en los bolsillos de su chaqueta y sacó su teléfono.
Llamó y le dijo a su madre que no le esperaran para comer.
Colgó y luego hizo otra llamada.
Fruncí el ceño pero luego me di cuenta de que solo llamaba a la pizzería para encargar una pizza grande de jamón y queso.
Me quité los botines y estiré mis piernas en el sofá mientras Harper le daba la dirección de mi casa al encargado.
Colgó y guardó su teléfono de nuevo.
-Ah, no, no- colocó sus manos en la cintura y negó con la cabeza mirándome- No nos vamos a quedar aquí todo el día, mueve tu culo porque nos vamos de compras. La pizza llegará en dos horas, tenemos tiempo de sobra.
-Dios, en vez de mi mejor amiga pareces mi segunda madre- me senté y me coloqué los botines.
Me ignoró y se colocó su abrigo.
Me levanté, me coloqué la chaqueta y revisé si llevaba las llaves y el móvil.
-Espera- le dije y subí corriendo a por el monedero.
Cuando supe que lo llevaba todo encima salimos y cerré con llave la puerta.
Caminamos hasta la casa de Harper, que prácticamente está a dos casas de la mía.
Sacó las llaves de su coche y nos subimos una vez que lo abrió.
Nos pasamos toda la mañana de tienda en tienda.
Caí rendida en el asiento de copiloto una vez dejé las bolsas en los asientos de atrás.
-Eres muy exagerada, Jaide- rodó los ojos mientras arrancaba el coche.
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Empecemos a cantar. 《S.M》
RandomLa música fue un refugio para Jaide Sanders cuando pensaba que todo estaba perdido. Y desde ese refugio, observó una luz que la llevaría hasta las estrellas.