-Tu nombre también es bonito- sonrió y yo intenté hacerlo, pero me salió más como una mueca.
-Gracias...
Abrió la boca para hablar pero la cerró de golpe. Dudó en hablar pero al final lo hizo.
-¿Qué te ha pasado en la mejilla?- frunció el ceño.
-Eh... esto...- las lágrimas se acumularon en mis ojos y desvié la mirada.
-Hey... Tranquila- colocó dudoso su mano en mi hombro en un intento de reconfortarme.
Asentí mientras suspiraba.
-Me gusta tu guitarra- dijo sonriendo mientras la tomaba.
Sonreí pero fracasé en el intento.
-Tengo tres, pero esta me gusta mucho- la acomodó en sus piernas y empezó a tocar.
Me quedé encantada cuando cantó una canción que no conocía pero realmente era preciosa.
Este chico tenía la voz angelical.
Acabó y se giró sonriendo.
-Wow- dije porque realmente no me salían otras palabras.
Rió un poco.
-Es una de mis canciones.
-¿Compones?- me sorprendí.
-Soy cantante- sonrió.
-¿En serio? Vaya... Nunca he oído hablar de ti.
Se encogió de hombros y sonrió.
-¿No te cansas de sonreír?
Sonrió otra vez.
-Me vas a dar tu guitarra- ignoró completamente mi pregunta.
-No, tú tienes tres- entrecerré los ojos.
-Ya, pero la tuya es muy chula- tocó las cuerdas y hizo una tontería junto a una carasa.
Sonreí, lo conseguí, este chico me había sacado una sonrisa.
-Hey... has sonreído- me dijo Shawn y sonrió mientras yo me ruborizaba.
-Me tengo que ir Shawn- hizo una mueca de desagrado- está oscureciendo y mi madre no tardará en llegar a casa.
Asintió.
-Me alegra haberte conocido, Jaide- nos levantamos del suelo y me sacudí los vaqueros.
-Igualmente Shawn- sonreí, guardé la guitarra en la funda y me la colgué a la espalda.
-Supongo que nos veremos- sonrió.
-Claro... Adiós Shawn- me despedí y empecé a caminar en dirección contraria a la que él venía.
-Adiós Jaide- le escuché decir antes de oír como se alejaban sus pisadas.
Cuando llegué a casa, mi madre aún no había llegado.
Me dispuse a dejar la guitarra en una esquina de mi habitación y ponerme el pijama.
Pasaban de las ocho y media y decidí preparar la cena para cuando mi madre llegase a casa.
Preparé una receta familiar que me salía exquisita y lo repartí en dos platos esperando que llegase mi madre.
Salí de la cocina apagando las luces y caminé por el pasillo hasta llegar al salón.
Me senté en el sofá y enchufé la TV para ver alguna serie o programa que me entretuviese.
Dejé una serie de comedia y tras unos minutos llegó mi madre.
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Empecemos a cantar. 《S.M》
RandomLa música fue un refugio para Jaide Sanders cuando pensaba que todo estaba perdido. Y desde ese refugio, observó una luz que la llevaría hasta las estrellas.