A las ocho en punto llegamos al bar donde trabajaba mi madre.
Llevaba un chándal que Shawn me había prestado, ya que obviamente no iba a venir en pijama.
Dejó el coche en esa calle y apagó el motor.
-¿Tu madre trabaja aquí?- preguntó mirado el bar a través de la ventanilla.
-Sí- asentí.
Esperábamos a mi madre y no sabía como romper el silencio que se había creado.
-¿Cómo está tu hermana?- decidí preguntar.
Shawn apartó la mirada de la calle vacía para mirame a mí con una sonrisa.
No se cansaba de sonreír.
-Bien... Me ha preguntado por ti.
-Oh...
-Si quieres un día podemos ir a verla- sonrió aún más.
-Claro, cuando quieras- miré mis manos que jugaban nerviosamente en mi regazo.
Shawn se estiró en el asiento y cerró los ojos.
-Shawn...- abrió los ojos y me miró- ¿Te puedo hacer una pregunta? A parte de esta, claro.
-Eres lista- rió un poco- Dime- volvió la mirada a la calle.
-¿A qué venías exactamente a mi casa? Ya sabes... cuando estaba Marcus y tú apareciste- me mordí las uñas, una mala costumbre de cuando estaba nerviosa. Ni si quiera sabía por qué estaba nerviosa.
-Iba a proponerte ir a visitar a mi hermana- se encogió de hombros- Y me alegro de haber ido... Si no llego a ir, ese hijo de...
-Vale, vale- le interrumpí y suspiró- Puede que me repita, pero gracias Shawn de verdad...
-De nada Jaide, no podía hacer más- susurró mirándome y me acarició la mejilla tiernamente.
Miré directamente a sus ojos y me perdí un momento en ellos.
Pero claro, el momento tierno no podía durar mucho.
Alguien golpeaba mi ventanilla con impaciencia.
Me giré y noté la mano de Shawn despegarse de mi piel, quería decirle que no la retirara, que su tacto de una manera extraña, y en un cierto sentido me reconfortaba, pero al ver a mi madre con la cara casi pegada a la ventanilla hizo que diera un salto en mi sitio del susto.
Shawn quitó el seguro a las puertas y mi madre entró a los asientos traseros.
-Hola chicos- saludó mientras se sentaba y se abrochaba el cinturón de seguridad.
Shawn sonrió mientras arrancaba el coche.
-Mamá él es Shawn- me giré para verla.
-Encantado...
-Rachel.
-Encantado Rachel- sonrió.
-Igualmente chico- lo miró desde su sitio y luego me miró a mí- ¿Por qué no podemos ir a casa, cariño?
Me tensé.
-Verás...- me encogí en el asiento y Shawn lo notó, por lo que colocó su mano en mi rodilla.
-Rachel, en llegar lo sabrás- dijo Shawn, y me sonrió dándome un leve apretón en la rodilla antes de quitar su mano de nuevo.
Suspiré.
El trayecto hasta la casa de Shawn, fue silencioso.
Estaba muy nerviosa, ¿cómo le iba a decir a mi madre que esas marcas que me hacía cayéndome, o pegándome sin querer con la puerta, en realidad eran huellas que dejaba Marcus en mí?
ESTÁS LEYENDO
Empecemos a cantar. 《S.M》
RandomLa música fue un refugio para Jaide Sanders cuando pensaba que todo estaba perdido. Y desde ese refugio, observó una luz que la llevaría hasta las estrellas.