Parte 5

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Ambas estaban con un juego de ropa interior, un sujetador de color negro y un tanguita que se les metía por la raja del culo haciendo el efecto que por detrás no llevaban nada y todo eso subidas sobre los mismos tacones que antes.

Ellas daban vueltas sobre sí mismas y mis ojos seguían sus movimientos intentando no perder detalle de la esplendida visión.

Se detuvieron ante mí y Ana pegándole un codazo a Marta le dijo que este conjunto sí que me había gustado.

Mira Marta - dijo Ana riendo - este conjunto le gusta, mira como se le ha puesto la polla, se le va a escapar y nos va a dar en un ojo.

Las dos volvieron a desaparecer en la habitación, mientras yo me levantaba e intentaba recolocarme sin conseguirlo la polla dentro del pantalón para que no se notase tanto la alegría que en ese momento tenia m polla por ver a esas dos jovencitas prácticamente desnudas.

Pasaron un par de minutos y ambas volvieron vestidas únicamente con unas camisetas largas que no impedían ver esas braguitas que llevaban bajo.

Se sentaron cada una a mi lado y después de volver a dar un gran trago de sus respectivos vasos, me preguntaron si me había gustado.

Tu misma lo has notado - respondí mirando a Ana -

A ver que lo verifique - dijo Ana sobándome la polla sobre el pantalón ante la atónita mirada de su amiga -

Yo no sabía dónde meterme en ese momento, estaba paralizado por la situación.

Esto habrá que aprovecharlo - le dijo Ana a su amiga que miraba sin saber que hacer -

Ana se sentó sobre mis rodillas y rodeándome con sus brazos comenzó a besarme mientras yo no me atrevía a moverme mirando de reojo a Marta que miraba la escena a menos de veinte centímetros de nosotros.

Abrí la boca para respirar y Ana aprovecho para absorber mi lengua y juguetear con ella.

Ya no pude aguantar más y rodeándola con mis brazos, metí mis manos por debajo de su camiseta acariciándole por entero su espalda y dándome cuenta en ese momento que no llevaba sujetador.

Ana se separó de mí y mirando al lugar donde se encontraba Marta un poco cohibida por la situación, le preguntó si quería probar.

Marta ¿quieres probar? - Dijo Ana-

Marta era incapaz de articular palabra y aprovechándose de la situación y de lo cerca que estaba de nosotros, Ana sin levantarse de mis rodillas cogió a Marta por el cuello y se la acercó a la boca dándole un beso con la boca cerrada.

Marta abrió los labios y Ana le introdujo la lengua de manera que entre las dos iniciaron un jugueteo de lenguas con unos besos cada vez más profundos, mientras yo me dedicaba a levantarle la camiseta a Ana y empezar a lamerle los pezones ya duros por la excitación y la situación.

Ana se separó de Marta y nos dio a los dos que estaríamos más cómodos en la habitación principal.

Marta que aun se encontraba recuperándose de la sorpresa del beso de su amiga cogió en vaso y después de un largo trago dijo que le parecía bien, que seguro que estaríamos más cómodos.

Las dos cogieron sus respectivos vasos y la botella de licor y se levantaron en dirección a la habitación principal mientras yo también con mi vaso en la mano las seguía pensando en lo que iba a ocurrir en esa habitación.

Ni en mis mejores sueños - iba pensando yo - esto es como un sueño erótico hecho realidad.

Llegamos a la habitación y se despojaron las dos de sus camisetas y sus bragas, quedando totalmente desnudas de pie frente a mí.

Yo me senté en la cama mientras ellas se abrazaban y besaban acariciándose la una a la otra.

Me quité la camiseta y ambas se dirigieron hacia mí tumbándome en la cama y lamiéndome desde el cuello hasta el ombligo besándome unas veces a mí y otras entre ellas mismas.

Las aparté de encima como pude e hice tumbarse a Marta boca arriba en la cama, mientras Ana se tumbaba de lado junto a ella.

Estate quieta y disfruta - le dije a Marta -

Marta levanto los brazos sobre su cabeza y respirando hondo cerró los ojos como dando su consentimiento.

Ana y yo comenzamos a lamer desde su cuello bajando por sus pechos sin tocar sus pezones y llegando al ombligo.

Ana levantaba los ojos para seguir ella los mismo movimientos que mi lengua hacia sobre la piel de su amiga.

Era como si nuestras lenguas en plena armonía hicieran sonar un instrumento y la melodía que conseguíamos arrancar eran los gemidos que involuntarios que escapaban de la boca de Marta.

Ana y yo dirigimos nuestras bocas a los pezones ya duros de Marta y comenzamos a darles pequeños mordiscos mientras ella subía el tono de sus gemidos y con la cabeza erguida nos miraba mientras sus manos acariciaban nuestras espaldas.

Marta tenía ya una respiración bastante agitada y sus gemidos eran constantes, así que mientras Ana dirigió su boca a la de ella yo le abrí las piernas y después de admirar la escena de besos entre las dos, me ti mi boca en el coño de Marta, que al notar mi cálido aliento sobre esa zona, dio un respingo apartando a Ana de su boca con la intención de observar los movimientos de mi boca sobre su coño.

Ana se sentó sobre el vientre de Marta con una rodilla a cada lado ir continuo con la labor de seguir comiéndole los pezones y la boca, mientras yo desde mi posición tenía una vista inmejorable del abierto coño de Marta y el agujero del culo de Ana.

Coloqué mi lengua sobre la rajita del coño de Marta y al instante ella comenzó a resoplar y gemir de manera incontrolada atrapando mi cabeza entre sus piernas como para no permitir mi escape de ese lugar.

Acelerando los movimientos de mi lengua sobre su coñito conseguí de manera inmediata que su barriga comenzara a sufrir espasmos signo inequívoco de que estaba disfrutando de un orgasmo.

Ana le tapaba la boca con sus besos mientras con sus manos le pellizcaba los pezones haciendo que el sonido de los gemidos quedase ahogado.

Las piernas de Marta empezaron a moverse de manera descontrolada mientras logrando escapar de la boca de Ana comenzó a gritar que se corría.

No pares - decía - sigue que me estoy corriendo - repetía a voces -

Ana se coloco a su lado para tener una mejor visión del orgasmo de su amiga a la que observaba sonriendo.

Sus espasmos no cesaban y comenzó a empujar su pelvis contra mi boca como si deseara que mis lamidas fuesen más profundas.

Para - decía Marta - para ya que no puedo parar de correrme - repetía a gritos -

Ana apartó mi cabeza de entre las piernas de Ana y ambos nos quedamos mirándola mientras cesaban sus espasmos y podía recuperar el ritmo de su respiración.

Quedó con las piernas totalmente abiertas y los brazos relajados sobre la cama mientras decía que había sido increíble, que nunca se había corrido tan brutalmente.

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