Me di la vuelta sobre la cama y quedé tumbado boca abajo evitando que la luz que entraba por la ventana me molestase.
Me pareció escuchar como Marta se levantaba y se encaminaba hacia el baño, pero yo estaba agotado y al parecer al cerrar los ojos entré en un profundo sueño casi sin darme cuenta.
¡Despierta dormilón! Escuche a mis espaldas.
Poco a poco fui abriendo los ojos intentado despertar mientras giraba mi cabeza en dirección a las voces que seguían gritándome en tono de broma que me despertase.
Conseguí darme la vuelta y allí estaban las dos.
Llevaban como única vestimenta unas braguitas y los pechos desnudos con sus pezones tiesos como apuntándome listos para disparar.
Está listo el desayuno - dijo Ana - levanta y desayunamos los tres
Me incorporé en la cama y desde la misma intenté descubrir por donde andaban mis pantalones cortos, cuando de repente Marta acachándose los recogió del suelo y me los tiró encima.
Jajajajajaja - reía Marta - ¡espabila!
Como buenamente pude coloqué los pies en el suelo y ellas desaparecían de la habitación mientras yo las seguía con la vista.
Realmente eran unas jovencitas preciosas, sus movimientos al andar eran como si danzaran al son de una música clásica, sus figuras eran prácticamente perfectas y sus pechos desafiaban completamente a la gravedad.
Me levanté de la cama y al llegar al salón, descubrí que habían preparado un desayuno a base de fiambres fríos, pan de molde y mermeladas de varios tipos acompañados de zumos variados.
Me senté en el medio de ambas y me pareció estar en el paraíso, toda la mesa llena de comida y acompañado de dos bellas jóvenes que simplemente vestían una braguitas, mientras sus tetas no paraban de moverse de un lado a otro y yo no podía dejar de admirarlas.
Debajo de la mesa, mi polla empezaba de nuevo a reaccionar ante semejantes vistas mientras yo me dedicaba a reponer fuerzas a base de zumos y alguna que otra tostada con mermeladas.
Marta se preparó una tostada con abundante mermelada de fresa y al intentar pegar un bocado un poco de la mermelada cayó sobre su pecho resbalando hasta quedarse en el pezón.
Los tres reíamos de la situación mientras y Ana se levantó corriendo de su silla y se fue junto a su amiga y acercando su boca al pezón empezó a lamer con su lengua limpiando cualquier rastro de mermelada.
Ante aquella visión mi polla ya creció por completo.
Ana pasó de un pezón a otro y después de limpiar ambos pezones de una mermelada ya inexistente, bajó con su lengua por el ombligo de Marta y colocándose entre sus piernas, tiró de sus braguitas sacándoselas por completo y tirando de sus caderas hacia fuera de la silla la obligó a quedar sentada en el borde de la silla mientras ella de rodillas en el suelo iniciaba una comida de coño en toda regla a Marta que acomodada en el borde de la silla abría sus piernas todo lo que podía.
Eran las once de la mañana del domingo - pensaba yo - y como ha empezado el día.
Ana estaba entre las piernas de Marta debajo de la mesa, mientras Marta intentaba pegar bocado a la rebanada que tenía en la boca sin poder conseguirlo, su boca era un continuo ir y venir de suspiros y gemidos, mientras yo mirando desde mi silla su cara y notando crecer sus pezones que parecían querer salir eyectados de la excitación.
Como pude acabé mi zumo y me senté en el sofá para tener una mejor visión de la escena mientras me encendía un cigarro.
Marta con su mano libre apretaba la cabeza de Ana contra su coño haciendo que los gemidos aumentasen y de cuando en cuando me miraba poniendo una cara de placer indescriptible.