Imposible olvidar...

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5:12 am. No puedo dormir, mis latidos del corazón están a mil, solo pienso en aquel horrible día donde me encontraba en casa con esos tres hombres. Cada segundo que pasa mis lágrimas bajan por mi mejilla sin parar, tener que recordar mi pasado tétrico o mejor dicho, ese momento en especifico me hace debil... Ahora que quiero salir adelante y olvidarme de todo me cuesta mas que nunca, cada madrugada es un insomnio constante que no deja de aparecer en mi mente. Los recuerdos han llegado y creo que esta vez para quedarse por siempre en mí.

Esa día... Como olvidarlo, donde tres miserables hombres abusaron sexualmente de mi, tenía tan solo 14 años de edad, ¿acaso no pudieron tener compasión?




Me encontraba alisando mi cabello como solía hacerlo de costumbre en mi habitación cuando de un momento a otro entra mi madre junto a mi hermana a mi habitación y ambas me dicen al mismo tiempo...


-¡HEY CINDY! Ya nos vamos al mercado, hoy es día de rebajas y hay que aprovecharlo, ya sabes.-Ambas me guiñan un ojo.


-Esta bien, me traen algo delicioso, quizás un pastel de fresas como tanto me encantan.-Dije en voz baja mientras quitaba grandes nudos de mi cabello.


Sabía que tardarían así que salí jardín a tomar un poco de aire, (a mi madre no le gustaba ya que al otro lado de la pared habían obreros trabajando y eran un poco vulgares con las mujeres). Marino, era el mas joven de todos, era lindo pero lo que dañaba su reputación era que había estado tras las rejas de la cárcel por 2 años ya que intento violar a su hermana, o al menos así dicen los rumores.


-Señorita, que gusto tenerla por aquí.-Dirige la palabra hacia mi, el viejo verde del grupo.


Yo entre en pánico y comencé a sentir como mi corazón estaba cada vez más tenso.


-Que quieren, no me hagan nada por favor.-Les dije con una voz de temerles.


Ellos soltaron un par de carcajadas, mientras saltaban la pared, mis ojos comenzaron a sollozar y un miedo entro en mí ocasionando que les gritase.-Aléjense de mi por favor, no quiero que me hagan daño.


Corrí hacia adentro trate de cerrar la puerta pero Marino me alcanzo ya que era veloz por su baja estatura, haciendo que la puerta no cerrase, permitiendoles la entrada a la casa.


-¡MAGNIFICO!, que comience el juego por fin.-Dijo el viejo verde con cara de sádico observándome.


En ese momento, cerré mis ojos y solo dije: ''Es una pesadilla, nada de esto es real, es una pesadilla, nada de esto es real'', lo repetí varias veces en mi mente... Comenzaron a tocarme, Marino me desvestía lentamente tenía la mala suerte de vivir en un pueblo aislado. Abusaron de mi mientras reían, disfrutaban hacerme daño, les daba placer y les causaba satisfacción en sus rostros se les notaba.


Después de casi dos horas de sufrimiento, ya no podía mas, estaba débil, casi ni podía abrir mis ojos, solo vi como el viejo verde se subía el cierre de su sucio pantalón, con una sonrisa intachable en su rostro, mientras los otros dos salían por la puerta, al parece el que mas disfruto abusar de mi fue él.


-Espero verte otra vez pronto, que quizás la próxima vez sea una cita.-Afirmaba  con voz sarcástica, pero sonaba comprometedor.


Rompí en llantos, estaba sucia, sentía que por dentro estaba desgarrada. Jamás pensé que sería abusada sexualmente en mi vida, y mucho menos a esta edad. Solo tenía rabia y rencor por dentro, no me quedo más nada que fingir que todo estaba bien para cuando mi madre y mi hermana llegasen de hacer las compras, no sospechasen nada de lo ocurrido. Fui al baño, me di una larga ducha, me cepille y me vestí.


-Hemos llegado a casa, ¿que tal?.-Dijo mi hermana, con una torta de fresa recién salida del horno.


No sabía como ocultar como me sentía, pero era buena fingiendo así que me toco sacar esa virtud de mi en el momento indicado.


-Oh, ¿es para mí?, gracias que lindas...-Manifesté en voz baja.


-Pero... Cindy, ¿te sucede algo?, usualmente sueles ponerte muy feliz.-Respondió mi hermana con voz de preocupación.


-¡POR SUPUESTO HERMANA!, solo que me he lastimado la pierna y estoy un poco triste, me dolió mucho la verdad, pero ya estoy bien, muchas gracias por el pastel.


En ese momento venía mi madre hacia nosotras con una nota en su mano, en su cara notaba preocupación y desesperación de tal manera que me preocupe con solo verla venir.


-Al fin ha salido la beca, se van al internado del centro de Alemania, por 4 años hasta que ambas sean mayor de edad y les den la libertad condicional por su mayoría de edad.-Nos comentó mi madre con la cabeza inclinada hacia abajo.


No puede ser, ¿mi vida ya no puede ser peor? no es justo que todas las cosas negativas se junten y me pasen en un solo día, no es justo, al menos no para mí, me alejaré de todos y solo tendré a mi hermana, todo gracias a mi padre que nos abandono.


-Me pone mal saber esto, pero te entendemos madre, ¿verdad Cindy?-Dijo mi hermana apretando sus dientes mientras intercambiamos miradas.


-Claro madre, te entendemos perfectamente, sabemos que el dinero en la casa no alcanza y que haz luchado para conseguir esa beca en uno de los mejores internados de Alemania, te lo agradeceremos cuando salgamos de ahí...-Expuse mirando fijamente los ojos cristalizados de mi madre.


Comencé a empacar toda mi ropa, que en realidad no tenía mucha, mis padres nunca me compraron tantas cosas, en cambio a mi hermana sí. No paraba de llorar, sentía dolor en mi parte intima, era desgarrador. Pero me tocaba iniciar una nueva vida en ese internado y sabía que no sería de muy buena idea ir allí, ya que yo era una persona de mal genio.




Así comencé el verano, en un cuarto con mi hermana, allí estaba yo, en el internado siendo más infeliz que nunca. Pero sobre todo, recordando lo que me paso esa mañana del 12 de mayo del año 1996, imposible olvidar...







Cindy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora