Emily:
El prado estaba en su total resplandor, algunos árboles dispersados le daban un ambiente de tranquilidad y era precisamente lo que sentía, después de mucho tiempo podía sentirla plenamente. Sonreí admirando la belleza del paisaje que tenía ante mí. Las hojas de los arboles caían a un ritmo casi musical y la brisa no tardo el sobresaltarme.
Mire de derecha a izquierda como si buscara a alguien, pero verdaderamente no sabía a quién. Avance hasta llegar al árbol más cercano y me senté revisando mi aspecto. El top crop blanco se ceñía a mis pequeños pechos, los jeans negros de tiro alto con rasgados en las rodillas cubrían mi ombligo dejando muy poco a la imaginación, un kinomo azul oscuro casi transparente y unos simples zapatos de tacón bajo completan mi atuendo.
Acerco las rodillas a mi pecho, cierre los ojos y respire profundamente.
Sentí como si todo estuviera mal pero también la tranquilidad me llenaba en ese instante, era un sentimiento extraño. El canto de las aves, el sacudir de las hojas y mi respiración era lo único que escuchaba. Mis parpados se volvieron más pesados y realmente piense que podría tomar una relajante siesta, pero no, me equivoque.
Escuche como si algo realmente afilado cortara el tallo del árbol donde me encontraba descansando, abrí los ojos de tope y mi corazón se aceleró en cuestión de nada, la tranquilidad se pierde. Con mucho cuido me pongo de pie manteniendo el autocontrol.
─Emily... ─susurro alguien a lo lejos, no pude reconocer la voz de la persona, era más como un eco. Fruncí el entrecejo y camine tratando de encontrar ese "alguien". Vague un rato pero no había nadie, aparentemente estaba sola. Descanse, maldiciendo en voz baja.
─Ya, vale, sea quien sea ─grite─, esto no es gracioso ─me cruce de brazos.
─Emily...─y ahí está de nuevo pero esta vez más cerca.
─ ¿Daniel? ─hable con un tinte de inseguridad.
─Ma chérie ─Ese acento, no podía equivocarme.
Existen dos personas que me llaman así; Antonin y Daniel. Pero el acento no es del mi amigo, Antonin tiene voz amigable en cambio cuando Daniel me llama así... su voz de sexo es incomparable.
Efectivamente la voz era de Dan. Sentí como un escalofrió atravesó mi cuerpo. Unos fuertes brazos se envolvieron sobre mis hombros y sentí un fresco aliento chocar contra la parte posterior de mi cuello. Suspire ante su contacto.
─Te tengo una sorpresa, sé que te gustara mucho ─dijo en mi oído y asentí. Me soltó y entrelazo su mano con la mía guiándome muy cerca de donde me encontraba. Un manta roja de picnic se hallaba tendida sobre el pastal con un ramo de flores a un extremo y una canasta de comida al otro.
─Esto es... ─me interrumpí─, mierda Dan, deja de hacer esto, me malcriaras ─solté su mano bruscamente, rodee su cuello con mis brazos y uno nuestros labios. Lo bese rápido con desespero, moví mis labios y antes de alejarme mordí su labio inferior, él sonrío, deslizo mis manos por su espalda y apretó su trasero. No es algo que acostumbro a hacer pero en parte sé que le gusta, así que ¿Por qué no?
─Aún no es tiempo para el postre, cariño.
─Tal vez podrías saltarnos esa parte e ir directo a lo mejor ¿no crees?
─Mmh.
Lo obligue a sentarse conmigo a horcajadas en su regazo, me acerco a él sujetándome de la cintura y comenzó a crear un camino de besos desde mi cuello hasta llevar a mi clavícula, mordí el interior de mi mejilla evitando un gemido.
Daniel comenzó a mover sus caderas en círculos lentamente rozando mi zona sensible, arquee la espalda, quería quitar su camisa, su pantalón, maldita sea, toda jodida su ropa.
─Te amo Dan ─susurre cerca de su oído.
─Emily no puedes, no me ames...─advirtió.
Me aleje de él y lo mire directamente a los ojos, confundida. Se levantó dejándome aún más confundida que nunca y paso ambas manos por su cabello. Se agacho a mi altura dejando una rodilla en el espacio entre mis piernas, por un momento pensé que me besaría pero no único que hizo fue mirarme y acariciar mi mejilla con su pulgar.
Camino lejos hasta que su figura ya no fue visible, suspire.
Tome las hermosas rosas blancas, las admire un rato, ¿Qué está mal con él? Me levante y corrí siguiendo su camino, corrí y corrí pero cada vez que yo pensaba que avanzaba diez pasos en realidad parecía uno. No deje de correr hasta que vi esa figura que hace unos minutos había caminado lejos de mí.
Una mujer se acercó a Daniel meneando sus caderas, ese movimiento se me hizo muy conocido aunque no lo recordaba claramente, lo abrazo y luego... y luego lo beso. Me detuve y un nudo se formó en mi garganta.
Por favor, no.
Me acerque más, al parecer ellos no se percataron de mi presencia porque siguieron con lo suyo como si estuvieran en su propio mundo. El comenzó a quitar la ropa de la castaña rápidamente al igual que ella lo hizo con él, trague. Le besaba el cuello, la garganta, los hombros e incluso algunas partes de su cuerpo que por cobardía no me atreví a mirar.
La mujer se tumbó sobre el pasto como si no le importara estar desnuda y con una coqueta sonrisa Daniel también lo hizo, salvo que él lo hizo encima de ella.
Sentí un dolor en mi pecho, no podía alejarme ¡Quiero irme!
Se susurraban mientras rozaban sus cuerpos, camine cerca de él. Los dedos de Daniel jugaban con su entrada mientras ella se arqueaba de placer y gimoteaba. Un recuerdo involuntario vino a mí.
Lia. La chica era Lia.
─ ¡Daniel! ─grite, giro su cabeza para verme, espere que se alejara de ella sobresaltado pero no fue así, el solo sonrió negando con la cabeza, se acomodó entre la piernas de la chica y comenzó a embestirla lentamente mientras me miraba, las lágrimas se acumularon en mis ojos.
Llore. ─ ¡¿Por qué haces esto?! ¡Dije que te amaba y no mentía!
─Yo tampoco mentía cuando te dije que no me amaras ─aunque susurro, lo escuche como si gritara en mi oído─, así soy, Emily. Todo el que ama resultado herido pero yo a ti te lo advertí.
─ ¡No, no, no! ─caí de rodillas─ ¡Daniel!
─Yo no te amo, Ma chérie. Es un simple juego ¿No lo ves? Te enamoras y luego te rompen el corazón.
─ ¡Dan! ─grite despertándome sobresaltada, todo estaba oscuro a mi alrededor. Todo había sido una pesadilla, nada había sido real, me repetí. Me cubrí los ojos con las manos, había llorado en verdad. Regule mi respiración.
Una sombra negra entro se acercó, parpadee varias veces tratando de aclarar mi visión.
─Cariño...
─Daniel... ¿Qué haces aquí? ─me ahogue entre palabras.
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Whispers
Подростковая литература"La vida es tan cruel que podemos ser reparados por la misma persona que nos rompió"