12.

100 8 1
                                    


Daniel

No tenía ni la menor idea quien era esa chica, pero una cosa si tenía claro y es que se aparición en la vida de Emily no sería nada bueno. Tengo un presentimiento y no uno bueno, exactamente.

─ ¿Puedo intentarlo?

─Si.

─Te amo ─respondí sincero.

Se quedó callada y solo me miró fijamente como esperando un próximo movimiento. Se acerque a ella y acune su rostro para después juntar nuestros labios ─Créeme, yo te amo más que a nada en este mundo. No me importa quién era ella, o quien fuiste, eso no cambiara mi opinión sobre ti.

─Lo harás ─Dijo con lágrimas en los ojos─. Y seguramente me dejaras de amar, te puedo asegurar que lo único que sentirás por mí es decepción y lastima, como todos.

─Entonces dímelo y deja de darle tantas vueltas a las cosas. Yo no soy como todos, Emily. Sabré manejarlo, y te demostrare que nuestro amor lo puede todo.

─No es tan sencillo...

─Tu no lo haces sencillo. Entiendo que ya no confíes en mí, pero si no hablamos, si no llegamos a algo. Dime como planeas solucionarlo...

─ ¿Quieres hablar? Ok, vamos a hacerlo. Pero recuerda el motivo de que nuestra relación este en este punto. Si estás dispuesto a ser sincero conmigo, ven a casa, si no puedes regresar, aun estas cerca del apartamento.

─ ¿Estas segura? Quiero decir, ¿Quieres afrontar esto ahora?

─Estoy corriendo el riesgo, no me hagas arrepentirme, Dan. Llama a Julia y dile que llegaras un poco tarde.

Hice exactamente lo que dice, al colgar guardo el móvil y en un descuido de su parte tomo su mano y caminos así hasta que finalmente llegamos a su casa. Hace más de dos semana no entraba a esa casa, pero se sentía como si hubiera pasado más tiempo. Ella no soltó mi mano al abrir la puerta.

─ ¿Qué ha pasado con los muebles? ─pregunto, curioso al notar que la casa está casi vacío a excepción de un sofá, el refrigerador y algunos utensilios de los cocina. Solté nuestro agarre y me dirigí a las habitaciones no entendía lo que pasaba, todo está vacío, pero el cuarto de Caleb está intacto. Ahora si Emily me debía una explicación─. ¿Hubo algún robo aquí?

Ella sacude la cabeza lento.

─Vamos a la habitación de Caleb ─ordenó.

Una vez allí dentro tomamos asiento sobre la cama de su hermano, no entendía porque esta era la única habitación amueblada de toda la casa, ¿De qué me he perdido en este poco tiempo? ¿Acaso de esto se trata todo el misterio de hoy?

Por favor que no sea lo que estoy pensando. Es imposible, toda su vida está aquí... ella no puede, solo no puede hacerlo. Me niego rotundamente.

Aleje todo tipo de pensamientos alarmantes y me mostré sereno esperando que hablara.

─Sé que te debes estar preguntando porque estoy tranquila con esta situación, me refiero a la casa...

─Es exactamente en lo que estoy pensando ─acorde.

Parpadeo varias veces ─Quiero que hablemos primero sobre nosotros. Dime todo, estoy dispuesta a escuchar.

Me acosté sobre la cama y ella hizo lo mismo a la par mía. Me concentre en las diversas figuras pegadas en el techo antes de comenzar con todo.

─Tal vez pensaras que es estúpido y es verdad, después de los años yo llegue a esa misma conclusión, pero así no lo creas es parte de mi familia. No somos nada normales, es decir, ¿Qué familia permite eso? ─Vacile─. La familia de mi padre siempre se ha caracterizado por ser en su mayoría masculina, son muy pocas las mujeres que llevan el apellido Evans. Él tenía tres hermanos mayores... todo comenzó con mi bisabuelo, siempre fue un mujeriego, pero con los años decidió hacerlo una tradición para honran nuestro apellido. Para ser el "afortunado" ─hice comillas con los dedos─, debes tener cierta edad. El primero de la cuarta generación fue Dominic, duro dos años pero luego conoció a una chica, ella quedo en embarazo y se casaron. El siguiente fue Kyle, quien lo tomo por unos meses y luego se lo dejo a Keegan... él era Aquiles de toda Italia, todas lo adoraban, desafortunadamente murió y en ese momento fue mi turno de mantener el legado que a Keegan le tomo tres años en construir después de lo mal que lo hizo Kyle.

Sentí como me observaba, pero no podía mirarla, debía continuar ─En ese tiempo vivía en Nápoles con mi familia, a mi madre no le gustó nada la idea, sin embargo mi papá la convenció justificándose con lo mismo de siempre... "Es de generación en generación, y tarde que temprano habría llegado su momento" recuerdo que dijo. Yo estaba más que feliz, no te lo niego, al principio no fue fácil darme a conocer como el siguiente sucesor, pero luego de unos meses ya muchos me conocían, podría entran a discotecas, bares como si fuera privilegiado ni siquiera les importaba que aún era menor de edad. Ese año mi padre murió y mi único desahogo fue continuar con mayor intensidad... al graduarme decidimos mudarnos aquí junto a Jared con algún dinero que teníamos ahorrado y por supuesto con ayuda de nuestros padres. Julia pensó que al mudarnos yo lo dejaría, pero al contrario pensé en darme a conocer aún más, no me limite a estar solo en Nápoles esta vez acorde con mi mejor amigo en ir a las playas de Manfredonia. Conocí a muchas mujeres en esas fiestas y sabes en que terminaba con cada una de ellas, el día que por primera vez vi a Lia, fue de pura casualidad porque yo estaba coqueteando con una latina cuando un estúpido la empujo provocando que mi bebida cayera en la otra chica, se enojó mucho y se fue, así que para no estar solo opte por estar con Lia... después de eso, ella estaba en cada fiesta a la que asistía, lo nuestro nunca fue una relación simplemente...

─Dilo, di que se acostaban.

Cerré los ojos frunciendo el ceño ─Sí... a comparación de las otras con ella fue muchas veces, creo que eso la hizo sentirse exclusiva o algo así. Entre a la universidad y luego te conocí en la facultad, créeme que en cuanto hablamos, no te podía sacar de mi cabeza. Cuando te veía con otros chicos me enojaba tanto que debía viajar con Renaldi ese mismo fin de semana para "librar las tensiones", aun así estabas en todo lugar por eso decidí acercarme a ti, pero me ignorabas y eso lastimaba mi ego de macho alfa ─reí recordando esos tiempos─. Me di a la tarea de conocerte e hice lo imposible para que me notaras, me sentía raro, nunca tuve que hacerme notar por una chica. Cuando finalmente logre robarte un beso note que me atraías más de lo normal y eso causo conflicto en mi porque aun debía seguir con la tradición. Jared no se cansaba de recordarme que era un error, que no te merecías estar involucrada en mi estilo de vida pero no podía alejarme ─hice una pausa─. Te hice mi novia, recuerdo que éramos muy felices... hacíamos cosas que nunca hice con nadie como ver películas juntos, entrar a hurtadillas a su casa mientras su hermano estaba allí y me gustaba esa sensación, me gustaba estar enamorándome de ti...mi mayor error fue sentirme débil por eso, pensaba que estaba mal, ser débil por una persona era un pecado para mi familia, entonces continúe como si tuviera dos vidas; una a tu lado y otra en Manfredonia.

En ese instante tome el valor de mirarla. En estas semanas me había sentido mal, pero ahora era mucho peor, verla llorando desconsoladamente fue mi punto de quiebre y simplemente la abrace y llore también.

─Un año me tomo en decir no más. Hable con un primo y lo convencí de continuar con lo que por fin estuve dispuesto a darle un cierre. Cuando te lleve a esa casita en medio de la nada y te dije que te amaba, me di cuenta que eso era todo, que era suficiente para ser feliz, que no necesitaba irme de viaje porque estabas tú. Pero también me sentí la peor basura en el mundo por no haberlo dejado cuando te dije que fueras mi novia. Sabía que algún día te enterarías de todo y me dejarías por eso tenía miedo de irnos de viaje juntos, por eso nos mantuve alejados de cualquier tipo de amenaza hasta que ella volvió e hizo todos mis miedos realidad y te perdí. Yo en serio te amo, te lo juro pero sé que todo cambio y estoy dispuesto. No soy quien para mantenerte prisionera de este lio, si crees que podemos tener otra oportunidad daré todo de mí, pero si por el contrario quieres dejarlo aquí, cortar por lo sano no me opondré y me alejare de ti porque lo único que me importa es que seas feliz y si no lo eres conmigo no te tendré aquí.

─ ¿Cuántas fueron? Me refiero a mientras estabas conmigo.

─Emily... no me hagas decir eso, no significaba nada para mí.

─Para los infieles nunca significa nada y tiempo después los ves con esa persona felizmente por la calle mientras tu aún estas hundida en la miseria por no haberlo superado. Créeme conozco las tácticas usadas para justificar una traición.


WhispersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora