9.

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Daniel:

Una larga semana había pasado, lo días después de nuestro encuentro con Emily se habían tornado eternos, más de lo que ya lo eran anteriormente. Confieso que fue estúpido desaparecer de esa forma, no quería preocupar a nadie, únicamente anhelaba estar solo y poder perderme de la realidad por un día. Cada día fue de mal en peor.

Comencé a fumar más de lo habitual, normalmente lo hacía cada vez que bebía o cuando estaba estresado, pero ahora era normal hacerlo a diario y todo a causa de la ansiedad. No sé por qué me sentía así, es una sensación extraña que solo puedo satisfacer plenamente con un cigarro.

Entre tantas cosas ocurridas últimamente había olvidado por completo la visita de mi madre esta semana, cuando Jared me dijo en la mañana entre en pánico y enloquecí en una forma literal. Mi madre no me podía ver en este estado porque cuando hablaba por teléfono con ella trataba de evitar todo lo posible el tema de Emily. Según ella, Em y yo aún somos novios, no puedo decirle que se ha terminado porque eso la preocuparía y realmente no lo vale ahora.

Además quiero evitar a toda costa sus preguntas incomodas y probablemente acusadoras.

Mi madre llegaba en pocas horas y todo el apartamento esta hecho un asco, la ropa estaba por doquier, los trates estaban sin lavar estaban en toda la cocina y el baño tenía un olor nauseabundo. Jared estaba en la cocina arreglando el desastre mientras yo ordenaba la ropa sucia en el cesto, ninguno de los dos habíamos hablado a cerca del baño, pero ambos sabíamos que alguno debía hacerlo o en el peor caso yo debía.

─Renaldi, debes asear el baño luego de que termines de lavar los trastes -cruce los dedos porque no respondiera y solo asintiera, obediente.

Giro su cabeza y me miro extraño ─ ¡No, maldita sea Daniel! Eres un maldito aprovechado.

─Es que debo salir a comprar unas cosas, no tengo tiempo y ella no tarda en llegar ¡ayúdame, amigo! ─me cruce de brazos, golpeando el piso con la suela de mi zapato, esperando.

Negó con la cabeza mientras seguía con lo suyo ─Mejor, yo voy y compro lo que necesitas en cuanto termine esto ¿no es esa una mejor opción?

Puto astuto.

─Jared... ─hice un mohín y junte mis manos, en modo de súplica. Realmente no quería entrar a esa zona repugnante.

─Vale, vale lo hare, pero tu ¿Qué compraras? ─me pregunto.

Piensa, Dan, piensa.

─Comprare comida china para cuando llegue, ya sabes para comer en la tarde o tal vez para el almuerzo ─Jared estuvo a punto de responder pero de la nada mi celular sonó interrumpiendo mi charla con Jared, lo saque de mi bolsillo y conteste ─. ¿Aló?

─Hola, mi amor. ¿Dónde estás? ─la voz de mi madre se evidencio desde el otro lado de la línea.

─Estoy en el apartamento, ¿No se supone que tú debes estar en un avión, con el celular apagado para evitar inconvenientes a futuro?

─Quería darte una sorpresa pero no sabes que soy mala en eso, así que... abre la puerta, cariño ─me aviso y al segundo escuche un toque en la puerta principal.

Santa mierda. Sáquenme de aquí. Trágame tierra ¿Por qué eres así, mundo cruel?

─Pensé que llegarías en unas cuantas horas, mama ─respondió tratando de no sonar alarmado. Mire a Jared con sorpresa y moví extrañamente las manos indicando que lo hiciera rápido, él se apuró a terminar con los trastes para correr a su habitación luego de esto.

─Viaje un poco antes y ahora aquí estoy, abre la maldita puerta Evans ─rio y colgó.

Me colgó, suspire al momento que arrastraba los pies torpemente hasta la puerta con el celular en la mano y la abrí. Mi madre prácticamente salto y me abrazo, dejándome en estado de shock por unos instantes, la abrace de vuelta. Escuche como sollozo, recosté mi cabeza en su hombro y sonreí abiertamente con los ojos cerrados en respuesta. Llevaba algunos meses sin verla, por cuestiones de la universidad no podía viajar -parecer imposible creerlo ahora cuando antes lo hacía cada semana- y ella por cuestiones laborales tampoco podía, verdaderamente la echaba de menos.

WhispersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora