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Emily.

Julia llego antes que Daniel tuviera la oportunidad de responder. Me quede callada hasta que el mesero llego con nuestra orden. Comenzamos a comer sin siquiera mencionar una palabra.

Soy una estúpida, lo sé, pero ¿Cómo le hago para reunir las fuerzas suficientes para decirle que debo irme a Inglaterra en menos de dos semanas? Creo que ya quedo claro mi enojo frente a esta situación, sin embargo debo hacerlo ya que esto implicaría una ventaja a futuro. Si les digo a mis padres que no iré, ellos seguramente me obligarían, pero si al contrario voy por voluntad propia, volveré lo más pronto posible o eso era lo que esperaba que ocurriese.

Afortunadamente la presentación de la obra de teatro con Hugo era dos días antes de mi viaje, ya había hablado con el sobre la decisión tomada y aunque no fue de su agrado la idea, lo acepto. En cuanto a Antonin, debía hacérselo saber pronto.

Mis padres habían viajado tres días después de la desaparición repentina de Dan. Debo admitir que sin ellos en casa puedo desahogar mi dolor sin ningún miedo porque algunas veces no podemos compartir el sufrimiento y más cuando este es de una sola persona.

Para mí ha sido un sacrificio no volver a lo de antes, pero lo pienso demasiado. Si lo hago corro el riesgo de hundirme nuevamente en ese mundo, en un mundo que me costó un largo y tortuoso año en salir. Por lo menos en ese entonces tenía a Caleb apoyándome.

No quiero a Phoebe de vuelta. Porque eso implicaría revivir decepciones y sufrimiento que por más que me he mostrado fuerte aun es parte de mi diario vivir.

─Emily ─mire a Julia prestándole atención─, ¿No tienes hambre, cariño?

Fruncí el ceño y luego mire mi plato, no me di cuenta en que momento había dejado de comer ─S-Solo me distraje un momento.

─ ¿Estas bien? ─pregunto ella digiriendo su mirada a Daniel.

─Lo estoy. El ensayo ha sido un poco exhausto, estoy cansada eso es todo. No te preocupes.

Pinche una patata con el tenedor y lo lleve a mi boca simulando una sonrisa para que ella creyera mi testimonio. El silencio volvió, pero esta vez los tres nos dedicamos a terminar con nuestra comida. Afortunadamente Evans no había mencionado una palabra sobre lo dicho.

Me arrepiento de haber abierto mi bocota porque en ese momento me creí capaz de decírselo, y ahora huyo de un lio que yo misma cause.

Tonta, tonta, tonta.

Mire el plato y pareciese que entre más comía la comida se multiplicaba, opte por no hacerlo más. De vez en cuando puedo darme gustos como estos, para ser bailarina debes seguir unos estándares y el peso es uno importante, no puedes descuidarte porque es fácil aumentar pero disminuirlos es una mierda, tardaría semanas e incluso meses en hacerlo. No soy de esas chicas obsesionadas con las calorías, más bien soy cuidadosa. Sí, eso.

Una vez Julia y Daniel terminaron con todo el contenido de sus platos se creó una conversación bastante normal. Hablamos sobre la universidad, el desempleo de Dan, la academia y obviamente sobre ese viaje que no se llevara a cabo aunque una parte de mi grita; ¡Ve!, no lo hare. Si este viaje hubiese sido planeado unas cuantas semanas atrás seguramente tendría mi equipaje en el auto, esperando ansiosa nuestro primer viaje. Ahora todo era diferente.

De repente entro una mujer que atrajo toda la atención del lugar. Tenía los brazos, manos, cuello y quien sabe cuántas partes tatuadas resaltando así su aspecto. Su cabello estaba teñido de rosa al igual que sus cejas. Me parecía conocida de algún lugar, pero no le preste atención.

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