Capítulo 30

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Capítulo 30: Editado/Corregido.

Me tomaron de la muñeca con brusquesa y de un momento a otro me estrellaron contra la pared, su mano ahora se encontraba en mi boca y mi cuerpo empezó a temblar cuando vi entra la oscuridad de quien se trataba. Mi respiración comenzó a agitarce mientras que mis piernas empezaban a flaquear.
—Y pensar que sólo tenía que volver aquí para encontrarte —Río haciendo que pudiera oler su aliento a alcohol.
—¿Tu vampirito te cortó la lengua? ¿Por eso no hablas? —Río al ver lo que provocaba en mi, otra vez me habia paralizado.
Saco lentamente su mano de mi boca y luego bajo la mirada hasta mi vientre.
—Eres una zorra —Susurro con desprecio —Pero tranquila eso no te durará mucho  —Miraba mi vientre con asco y de su bolsillo saco una navaja de plata, por suerte logre reaccionar a tiempo para darme la vuelta y en vez de hacer el corte en mi vientre lo hizo en mi espalda, grité con tantas fuerzas que casi desgarro mi garganta, la navaja era de plata y es corte que me hizo fue lo bastante profundo como para que tartada más de lo usual en cerrarce la herida.
—Así me gusta más —Dijo para su mismo y con la navaja corto mi blusa, me pego a la pared con su cuerpo de tras de mi, sus manos tomaron las mías poniendolas arriba de mi cabeza mientras el apoytaba todo su cuerpo y empezaba a mover de arriba a abajo.
Más lágrimas empezaron a salir de mis ojos y solloce lo que lo enfado más se alejó de mi y volvió a hacer otra cortadura en mi espalda, volví a gritar pero no tenía el valor para moverme. El era mucho más fuerte que yo y si me movía estaba la posibilidad de que lastimara a mi bebé. Mi mente se encontraba en blanco no sabía que hacer, no podía moverme y el volvió a hacer otro corte en mi espalda. Escuchaba la voz de Liz a lo lejos pero no entendía lo que me decía, el pánico me consumía y no sabía que hacer, volvió a hacer otro corte este mucho más grande que los otros, atravesaba toda mi espalda, a este punto yo ya había perdido mucho sangre y empezaba a marearme.
—Así me gusta, puta —Me tomo del cabello con fuerza haciendo girar mi rostro hacia el y cerré mis ojos con fuerza cuando el estampo sus labios con los míos. Y en un rápido movimiento rompió mis jeans con la navaja junto con mi ropainterios.
Toda mi espalda estaba húmeda y cuando él rompió mi ropa sentí como la gotas de sangre caían por mis pierna.
—Más vale que no grites —Dijo mi padre mientras apuntaba con su arma a mi vientre. El pánico volvió a llenarme, me quedé en silencio y sin moverme por lo que el tomo eso como un si.
Me sentí tan impotente, el me hacía sentir como una cucaracha, ¡Yo no podia contra él! No sabía que hacer así que sólo me dispuse a llorar en silencio. Esperaba a que me hiciera otro corte y que se fuera pero cuando escuche sus pantalones caer a piso mi miedo aumento. Me iba a violar y no había nadie quien me ayude. Mi respiracion volvio a ser más agitada mientras que mis ojos se abrían a tope cuando su piel chico contrae la mía, mi cerebro ordenaba que lo empujara y que corriera pero mi cuerpo simplemente no hacía caso. Mi cuerpo no se movía por más que le exigiera hacerlo.
—Para ser una puta estas demaciado buena —Susurro en mi oído.  Cerré fuertemente mis ojos y de nuevo volví a ordenarle a mi cuerpo moverse poro este de nuevo no hizo caso.
Era el fin, no había manera de evitar esto. Volví a cerrar fuertemente mis ojos y en ese momento mi respiración se cortó esperando a que él lo hiciera pero eso nunca pasó. Después de unos segundos me di cuenta de que si cuerpo ya no estaba sobre el mío.
—¡Te dije que no volvieras a tocarla, imbécil! — Leo estaba encima de el golpeandolo con fuerzas mientras yo me hice bolita en mi lugar. De pronto ya no escuche los golpes y los insultos que le daba al que decía ser mi padre, ya no escuche nada, todo se volvió un silencio aterrador tanto que no me atreví a mirar hasta que unos brazos pasaron por mi espalda y luego una manta fue colocada sobre mis hombros, levante la mirada un poco y Leo estaba frente a mi mirando me preocupado, quise lanzarme y abrazarlo pero me contuve, sin embargo el me tomo en sus brazos mientras yo lloraba en silencio. Sentí como subió conmigo las escaleras y como un momento después me colocaba en una cama. Yo rápidamente me senté en ella. Leo me seguía mirando preocupado su mano de acerco a mi mejilla pero rápidamente retrocedi.
—Soy yo, Irene. Yo nunca voy a hacerte daño —Dijo suavemente pero de igual forma no pudo disimular la mueca de dolor, intento volver a tomar mi mejilla y está vez lo deje. Él sonrió ante eso y luego volvió a mirarme preocupado, lentamente se puso atrás de mi y quito la sábana que cubría espalda, escuche un quejido de su parte y quise esconderme de nuevo.
El se movió rápidamente y fue al baño segundos después volvió con un tacho con agua y un pañuelo. Volvió a sentarse atrás mío y mojó el pañuelo en el agua para luego pasarlo delicadamente por mi espalda quitando los rastros de sangre.
—Lo siento —Dijo en un susurro y en ese momento no supe a que se refería
—¡Tus heridas no sanan Irene! ¡Debí haber llegado antes! —Casi pude escuchar como sollozaba atrás de mí y en ese momento mi corazón se encogió, quise decirle algo pero las palabras no salían de mi boca.
—No se que hacer —Volvió a descir un poco más desesperado.
Vooltee lentamente a mirarlo, sus ojos estaban rojos y unas lágrimas salían de ellos.
—Sa..San. —Suspire, mi cuerpo aún temblaba levemente —Sanaran —Dije por fin. El sólo hizo una mueca triste, se levantó de la cama y me ofreció su mano, la tome indecisa, el me ayudo a levantarme y me guío hasta el baño aún con la manta cubriendome. Lleno la tina con agua tibia y me ayudo a meterme, él  con sumo cuidado ayudo a sacarme los restos de sangre seca que seguían en mi piel.
—¿Q..Que pasó?
—Hice lo que tuve que hacer desde un principio —Dijo de una forma algo ruda y ahí supe que lo había matado, no supe si aliviarme o preocuparme pero al final mi cuerpo respondió por mi mientras daba un suspiro relatando mi cuerpo. Leo me sonrió un segundo y luego me saco de la tina, me seco el cuerpo y me ayudo a vestirme. Y cómo la primera vez el cerro la puerta con llave y se acostó a mi lado abrazandome sin hacer presión en mi espalda.
—Te amo Irene, lo siento tanto — Acaricio mi pelo suavemente y yo deje que mi cuerpo se relajara por completo pero de igual forma seguía temblando. Él tomó mi mejilla suavemente y me miro a los ojos.
—Te extrañe mucho ¿Lo sabes? —Sus ojos volvieron a tornarse rojizos mientras que se llenaban de lagrimas. Yo sólo sonreí triste en respuesta —No vuelvas a dejarme, Irene. No sé que pasaría con mi vida si vuelve a hacerlo. —Susurró cerca de mi oido. Pero poca atención le preste en mi mente seguían pasanda las imágenes que había vivido hace tan sólo unos momentos y Leo pereció darse cuenta.
—No pienses en eso Irene, él no volverá a hacerte daño —Lo mire a los ojos, sus ojos azules me miraban con intensidad y por un momento me perdí en ellos.
—No pude hacer nada, mi cuerpo no respondía. —Susurre y mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas.
—No es tu culpa.
—Tampoco la tuya. —El me sonrió levemente y estiró su mano para apagar la luz de la lámpara dejando todo el cuarto a oscuras.
Él volvió a mirarme y por un momento olvidé todo. Su mano se puso en mi mejilla suavemente y la acarició con él pulgar de su mano. Lentamente su rostro de acercó a mío, su respiración chico con la mía y fue como volver el tiempo atrás.
—¿Puedo besarte? — Asenti mirando sus labios a lo que él sonrió y termino por acercarce y posar sus labios sobre los míos muy lentamente le seguí el beso y el ardor de mi espalda desapareció en ves de esto sentía como mis heridas se cerraban muy lentamente. El pasó si mano por mi espalda comprobando lo que yo había sentido —Se cerraron sus heridas.
—Tu ayudaste, eres mi mate y por eso el estar junto a ti me da la fuerza suficiente para cerrar cualquier herida.
—Entonces nunca nos separaremos— Su mano se poso en mi vientre y por primera vez lo acarició —¿Cierto bebé?


Mi mate un vampiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora