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Sentía un suelo bastante frio contra todo mi cuerpo, también pude escuchar a lo lejos un tren. Abrí los ojos estaba tirada sobre un suelo de tierra húmeda, tenía una reja de barrotes enfrente mío. Por un momento pensé que estaba en uno de mis recuerdos pero no era así aun que hubiera preferido estar en uno.

Me levante y comencé a observar hacia mi alrededor, atrás de los barrotes había un pasillo  escasamente iluminado con más celdas como en la que yo estaba. La celda era angosta solo podrían caber tres personas ya sea acostadas o paradas. Grite pero solo se escuchaba el eco de lo que había dicho, creo que era la única en esta cueva.

Tome y jale los barrotes, tenía que salir de aquí. Mis esfuerzos no sirvieron de nada. Mientras el miedo me consumía buscar otra salida  pero solo me encontraba con paredes de piedra impenetrables.

Sentí una especie de energía extraña que me hizo voltear. Afuera de la celda estaba Robert. Me acerque inmediatamente a los barrotes.

-          Robert ayúdame a salir de aquí.- le dije pero él no me hacía caso.- Robert, ayúdame por favor.-  de nuevo no me hizo caso.

Lo observe detenidamente, se veía raro, simplemente estaba ahí parado no hacía muchos movimientos, su mirada en ningún momento me volteo a ver aun que estábamos cerca y yo le había dicho cosas, pero parecía como si no pudiera verme ni escucharme. Saque una de mis manos por los barrotes acercándola hacia él, cuando estuve a punto de tocarlo escuche unos pasos. Retrocedí un poco cuando observe a un joven de estatura mediana, de ojos un poco rasgados, con el cabello corto y de color negro. Era un caído, llevaba la gabardina para cubrir las alas y vestía todo de negro. Su mirada estaba clavada en Robert y se encaminaba hacia él. Parecía que, al igual que Robert él no sabía que yo estaba ahí pero un sentí que el alma se me cayó al suelo cuando este llego hasta Robert, puso su mano sobre el hombro de él e inmediatamente los dos me miraron fijamente.

-          Qué bueno que ya despertaste.- escuche de nuevo esa voz grave que me provocaba escalofríos. Voltee mi mirada hacia el pasillo pero no había nadie y cuando la regrese hacia donde estaban Robert y el caído, habían desaparecido.

-          ¿Por qué no sales?- pregunte pero solo escuche unas risas como respuesta.- ¿A dónde estamos?

-          De verdad no reconoces el lugar Megan.- miraba a mi alrededor para ver si lograba ver aunque fuera un pequeño movimiento que pudiera ayudarme a localizar a este caído.- Es cierto, se me olvidaba que solo estuviste en la superficie de este lugar. Recordé algunas cosas.

-          Estamos debajo de la estación de trenes.

-          Así es Megan, que inteligente eres.

-          Max vendrá por mí, sabrá a donde estoy y...

-          No lo creo Megan.- me interrumpió.- Créeme que el lugar a donde los caídos traían y seguirán trayendo a sus humanos para la vinculación será el último en el que busque tu amado.- otro escalofrió vino a mí, observe de nuevo la celda, ¿Cuántas personas pudieron estar aquí, después de los entrenamientos o las torturas?- Aun que debes saber que si llegara, pero esperemos que no sea tan tarde.

-          ¿Qué quieres?

-          Vaya, pensé que no llegaríamos a esa pregunta.- hizo una pausa, a lo lejos se pudieron escuchar unos pasos.- No lo tomes personal pero quiero acabar con los demonios y tú me ayudaras a lograrlo.

-          Nunca te ayudare.

-          Ya lo hiciste Megan.- me quede inmóvil al escucharlo.- Llevaba tanto tiempo tratando de encontrar una oportunidad para destruirlos uno a uno y así llegar hasta él señor del infierno y sin querer esa oportunidad para poder destruir a uno llego a mí. Pensé más bien siempre había creído que un demonio no podía albergar otro sentimiento en su interior más que el de la maldad, pero uno lo hizo.- Max se me vino a la cabeza. Los pasos se escuchaban más cerca cada vez pero no se veía a nadie.- Quien iba a imaginarse que un demonio se enamorara de una humana.- comenzó a reírse.- bueno no de una humana sino de un bruja que además ya lo conocía y habían tenido su amorío en su otra vida. Que lastima que él no recuerde nada, aunque la verdad creo que a los dos les conviene que no recuerde nada de esa época.

AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora